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🔹️"El arte,el artista y otras cuestiones"

🔹️Marcelo Rubéns Balboa《Artista plástico,Montevideo,Uruguay🇺🇾》 En la actualidad,estamos inmersos en un mundo alocadamente globalizado,don...

viernes, 29 de septiembre de 2017

'Azhares' 🌸

Sentada en el brazo de un manzano,
mirando en perspectiva sus recuerdos,
la que no tiene nombre,pero si un apellido,deshoja los azhares.

Con cincuenta inviernos en su espalda,sigue soñando alas que vuelan,pero su nido es cada vez menos nido,y sus manzanas caen a sus pies,verdes,
de tanto madurar en su árbol.

Elige vivir bajo una bandera,
donde la patria no es ella,
y los jirones a contra viento flamean
en un cielo cubierto de cúmulos
que llueven en un micro mundo privado.

Abren sus manos el libro de siempre,
viejos versos,aprendidos de memoria,
porque el poeta es un joven reloj detenido,y sus letras,su suspiro de vida.

En el andén de trenes perdidos,
agita pañuelos con lágrimas,

sobreviviendo a despedidas,

la melancolía la abraza.

Imaginando futuros de semillas,
mira crecer la flores que la animan,
su beso se plasma en el espejo,
con tantas canas no tiradas al aire,
canta y baila,jugando con sus nietos.

(...)

El manzano resiste inviernos,
y en sus brazos se sientan otras historias,sigue aromando con azhares del pasado,pero sus manzanas,ahora,son rojas y dulces,
primavera de un pecado,valiente,
bebe,sin miedo,su néctar bendito.

Marcelo Rubéns Balboa ✒


✔Enseñanzas de la Comuna


V. I. Lenin

✔Enseñanzas de la Comuna(1)

Escrito: En 1908.
Primera publicación: El 23 de marzo de 1908 en el Núm. 2 deZagranichnaya Gaceta.
Fuente: Tomado de Acerca del Movimiento Comunista Internacional (Editorial Progreso,Moscú), 1979.
 

Después del golpe de Estado que puso remate a la revolución de 1848,Francia cayó durante 18 años bajo el yugo del régimen napoleónico, que llevo al país no solo a la ruina económica, sino también a una humillación nacional. Al sublevarse contra el viejo régimen,el proletariado asumió dos tareas,una nacional y la otra de clase: liberar a Francia de la invasión alemana y liberar del capitalismo a los obreros mediante el socialismo. Esta combinación de las dos tareas constituye el raso más peculiar de la Comuna.

La burguesía formo entonces el "gobierno de la defensa nacional”,bajo cuya dirección tenia que luchar el proletariado por la independencia de toda la nación. Se trataba,en realidad de un gobierno “de la traición nacional”,el cual consideraba que su misión consistía en luchar contra el proletariado parisiense. Pero el proletariado,cegado por las ilusiones patrióticas,no se daba cuenta de ello. La idea patriótica arrancaba de la Gran Revolución del siglo XVIII; ella se apodero de los cerebros de los socialistas de la Comuna, y Blanqui,por ejemplo,que era sin duda alguna un revolucionario y un ferviente partidario del socialismo, no hallo para su periódico mejor titulo que el angustioso grito burgués “¡La Patria esta en peligro!

La conjugación de estas tareas contradictorias –el patriotismo y el socialismo– Constituyo el error fatal de los socialistas franceses. En el Manifiesto de la Internacional,en septiembre de 1870, Marx puso ya en guardia al proletariado francés contra el peligro de dejarse llevar del entusiasmo por una falsa idea nacional(2). Profundos cambios se habían operado desde los tiempos de la Gran Revolución; las contradicciones de clase se habían agudizado,y si entonces la lucha contra la reacción de toda Europa unía a toda la nación revolucionaria, ahora el proletariado ya no podía fundir sus intereses con los intereses de otras clases,que le eran hostiles; la burguesía debía cargar con la responsabilidad de la humillación nacional; la misión del proletariado era luchar por la emancipación socialista del trabajo frente al yugo de la burguesía.

Y,en efecto,no tardo en asomar el verdadero fondo del “patriotismo burgués. Después de concertar una paz vergonzosa con los prusianos,el gobierno de Versalles procedió a cumplir su tarea inmediata y realizo su incursión contra el armamento –terrorífico para el– del proletariado parisiense. Los obreros respondieron proclamando la Comuna y declarando la guerra civil.

A pesar de que el proletariado socialista estaba dividido en numerosas sectas,la comuna fue un ejemplo brillante de como el proletariado sabe cumplir unánime las tareas democráticas, que la burguesía solo sabia proclamar. Sin ninguna legislación complicada, con toda sencillez, el proletariado, que había conquistado el poder,llevo a cabo la democratización del régimen social,suprimió la burocracia y estableció la elección de los funcionarios por el pueblo.

Pero dos errores malograron los frutos de la brillante victoria. El proletariado se detuvo a mitad del camino: en lugar de proceder a la “expropiación de los expropiadores”, se puso a soñar con la entronización de la justicia suprema en un país unido por una tarea común a toda la nación; no se apodero de instituciones como,por ejemplo, el banco; las teorías de los proudhonistas del “justo cambio”, etc., dominaban aun entre los socialistas. El segundo error consistió en la excesiva magnanimidad del proletariado : en lugar de exterminar a sus enemigos,que era lo que debía haber hecho,trató de influir moralmente sobre ellos,despreció la importancia que en la guerra civil tienen las acciones puramente militares y,en vez de coronar su victoria en Paris con una ofensiva resuelta sobre Versalles,dio largas al tiempo y permitió que el gobierno versallés reuniese las fuerzas tenebrosas y se preparase para la semana sangrienta de mayo.

Más,pese a todos sus errores,la Comuna constituye un magno ejemplo del más importante movimiento proletario del siglo XIX. Marx concedió un gran valor al alcance histórico de la Comuna: si cuando la pandilla de Versalles efectuó s traicionera incursión para apoderarse de las armas del proletariado parisiense,los obreros se las hubiesen dejado arrebatar sin lucha, la funesta desmoralización que semejante debilidad hubiera sembrado en las filas del movimiento proletario habría sido muchísimo mas grave que el daño ocasionado por las perdidas que sufrió la clase obrera al luchar en defensa de sus armas(3). Por grandes que hayan sido las pérdidas de la Comuna,la significación de esta para la lucha general del proletariado las ha compensado: la Comuna puso en conmoción el movimiento socialista de Europa,mostró la fuerza de la guerra civil, disipó  las ilusiones patrióticas y acabo con la fe ingenua en los anhelos nacionales de la burguesía. La Comuna enseño al proletariado europeo a plantear en forma concreta las taras de la revolución socialista.

El proletariado no olvidara la lección recibida. La clase obrera la aprovechara, como ya la ha aprovechado en Rusia durante la insurrección de diciembre.

La época que precedió a la revolución y la preparo tiene cierta semejanza con la época del yugo napoleónico en Francia. También en Rusia la camarilla autocrática llevo el país a los horrores de la ruina económica y de la humillación nacional. Pero la revolución no pudo estallar durante mucho tiempo,hasta que el desarrollo social creo las condiciones precisas para un movimiento de masas. Pese a todo su heroísmo,los ataques aislados al gobierno durante el periodo prerrevolucionario se estrellaban contra la indiferencia de las masas populares. Tan solo la socialdemocracia,con un trabajo perseverante y metódico,logró educar a las masas hasta hacerlas llegar a las formas superiores de la lucha: las acciones de masas y la guerra civil con las armas en la mano.

La socialdemocracia supo acabar con los errores “nacionales” y “patrióticos” del joven proletariado y cuando se logro arrancar al zar el manifiesto del 17 de octubre(4), en lo que ella participo directamente,el proletariado comenzó a prepararse enérgicamente para la siguiente e inevitable etapa de la revolución: la insurrección armada. Libre de las ilusiones “nacionales”, fue concentrando sus fuerzas de clase en sus organizaciones de masa: los Soviets de diputados obreros y soldados,etc. Y pese a la gran diferencia que había entre los objetivos y las tareas de la revolución rusa y los de la francesa de 1871,el proletariado ruso hubo de recurrir al mismo método de lucha que la Comuna de Paris había sido la primera en utilizar: la guerra civil. Teniendo presente sus enseñanzas, sabia que el proletariado no debe despreciar los medos pacíficos de lucha,que sirven a sus intereses corrientes de cada día y son indispensables en el periodo preparatorio de las revoluciones. Pero el proletariado jamás debe olvidar que,en determinadas condiciones,la lucha de clases adopta la forma de lucha armada y de guerra civil; hay momentos en que los intereses del proletariado exigen un exterminio implacable de los enemigos en combates a campo abierto. El proletariado francés lo demostró por primera vez en la Comuna y el proletariado ruso le dio una brillante confirmación en el alzamiento de diciembre.

No importa que estas dos manas sublevaciones de la clase obrera hayan sido aplastadas. Vendrá una nueva sublevación ante la cual serán las fuerzas de los enemigos del proletariado las que resultaran débiles. Ella dará la victoria completa al proletariado socialista.

 

___________________________

 

NOTAS

(1) El artículo Enseñanzas de la Comuna, inserto en Zagranichnaya Gaceta (“Gaceta Extranjera”) (núm. 2, del 23 de marzo de 1908) es el acta de un informe de Lenin. La redacción del periódico dio delante del articulo la siguiente aclaración: “el 18 de marzo,se celebro en Ginebra un mitin internacional con motivo de tres aniversarios proletarios: el 25 aniversario de la muerte de Marx; el 60 aniversario de la revolución de marzo de 1848 y el 39 aniversario de la Comuna de Paris. En nombre del POSDR,hablo el camarada Lenin sobre la significación de la Comuna”.

Zagranichnaya Gaceta : periódico de un grupo de emigrados rusos publicado en marzo y abril de 1908 en Ginebra

(2)  Véase C. Marx. Segundo manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores sobre la guerra franco-prusiana.

(3)Véase la evaluación que Marx dio del papel histórico de la Comuna de Paris, como predecesora de una sociedad nueva, en la obra La guerra civil en Francia y en las cartas a Kugelmann fechadas el 12 y el 17 de abril de 1871.

(4) El 17 de octubre de 1905, durante el apogeo de la huela general de octubre en toda Rusia,el zar Nicolás II Publicó un Manifiesto,en el que prometía las libertades civiles. El Manifiesto fue una maniobra política de la autocracia ante la acción revolucionaria de las masas populares. El zar intento ganar tiempo con la publicación del Manifiesto para acumular fuerzas a fin de desbaratar la huelga y aplastar la revolución.

jueves, 28 de septiembre de 2017

✔Che 'La banca,el crédito y el socialismo ✔

'El Capital' ✔✔CAPITULO IX

CAPITULO IX

TASA Y MASA DEL PLUSVALOR

Como hasta aquí,suponemos en este capítulo que el valor de la fuerza de trabajo, o sea de la parte de la jornada laboral necesaria para la reproducción o conservación de la fuerza de trabajo, es una magnitud dada, constante.

Una vez presupuesto esto, con la tasadel plusvalor queda dada a la vez la masa del plusvalor que el obrero individual suministra al capitalista en determinado período. Si, a modo de ejemplo, el trabajo necesario asciende diariamente a 6 horas, expresadas en una cantidad de oro equivalente a 3 chelines = 1 tálero, tendremos que el tálero es el valor diario de una fuerza de trabajo, o el valor del capital adelantado en la compra de una fuerza de trabajo. Si, además, la tasa del plusvalor es de 100 %, este capital variable de 1 tálero producirá una masa de plusvalor de 1 tálero, o bien el obrero producirá diariamente una masa de plustrabajo de 6 horas.

El capital variable, empero, es la expresión dineraria correspondiente al valor total de todas las fuerzas de trabajo que el capitalista emplea simultáneamente en un proceso de producción determinado. Si el valor diario de una fuerza de trabajo es de 1 tálero, será necesario adelantar un capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuerzas de trabajo, y de n táleros para explotar n fuerzas de trabajo. El valor del capital variable adelantado será igual, pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado por el número de las fuerzas de trabajo empleadas. Por consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado, el monto de valor o la magnitud del capital variablecambiará con la masa de las fuerzas de trabajo apropiadas o con el número de los obreros utilizados simultáneamente jj.

Del mismo modo, si un capital variable de 1 tálero, el valor diario de una fuerza de trabajo, produce un plusvalor diario de 1 tálero, un capital variable de 100 táleros producirá un plusvalor diario de 100, y uno de ntáleros un plusvalor diario de 1 tálero x n. La masa del plusvalor producidoes, por tanto, igual al plusvalor que suministra la jornada laboral del obrero individual, multiplicada por el número de obreros utilizados. Pero, además, como la masa de plusvalor producido por el obrero individual estando dado el valor de la fuerza de trabajo , se determina por la tasa del plusvalor, tendremos entonces kkla masa del plusvalor producido es igual a la magnitud del capital variable adelantado multiplicada por la tasa del plusvalor, o bien se determina por la razón compuesta entre el número de las fuerzas de trabajo explotadas por el mismo capitalista y el grado de explotación de cada fuerza individual de trabajo ll.

Por tanto, si denominamos P a la masa del plusvalor; p al plusvalor diariamente proporcionado, término medio, por el obrero individual; v al capital variable adelantado por día para comprar cada fuerza de trabajo; Va la suma total del capital variable; f al valor de una fuerza de trabajo

t' plustrabajo

media: a su grado de explotación,

t trabajo necesario

n al número de los obreros utilizados, tendremos entonces:

p

x V

v

P =

t'

f x x n

t

Suponemos siempre no sólo que el valor de una fuerza de trabajo media es constante, sino también que los obreros utilizados por un capitalista se reducen a obreros medios. Hay casos excepcionales, en que el plusvalor producido no aumenta proporcionalmente al número de los trabajadores explotados, pero siendo así tampoco se mantiene constante el valor de la fuerza de trabajo.

En la producción de determinada masa de plusvalor, pues, puede compensarse el decrecimiento de un factor por el acrecentamiento de otro. Si mengua el capital variable y simultáneamente aumenta la tasa del plusvalor en la misma proporción, la masa del plusvalor producido se mantendrá inalterada. Si, en los supuestos anteriores, el capitalista debe adelantar 100 táleros para explotar diariamente 100 obreros y la tasa del plusvalor asciende a 50 % , este capital variable de 100 arrojará un plusvalor de 50 mm, o sea de 100 x 3 horas de trabajo. Si se duplica la tasa del plusvalor, o se prolonga no de 6 a 9 sino de 6 a 12 horas la jornada laboral, un capital variable reducido a la mitad, esto es, de 50 táleros, generará de la misma manera un plusvalor de 50 táleros o de 50 x 6 horas de trabajo. La reducción del capital variable, en consecuencia, se puede compensar por el aumento proporcional en el grado de explotación a que está sometida la fuerza de trabajo, o, en otras palabras, la reducción en el número de obreros ocupados es compensable por la prolongación proporcional de la jornada laboral. Dentro de ciertos límites, como vemos, el aflujo de trabajo explotable por el capital es independiente del aflujo de obreros 1. A la inversa la [370] disminución en la tasa del plusvalor deja inalterada la masa del plusvalor producido, siempre que aumente proporcionalmente la magnitud del capital variable o el número de los obreros utilizados.

No obstante, la subrogación del número de obreros o de la magnitud de capital variable por tasa acrecentada del plusvalor o prolongación de la jornada laboral, presenta límites infranqueables. Sea cual fuere el valor de la fuerza de trabajo, ascienda a 2 ó a 10 horas el tiempo de trabajo necesario para la conservación del obrero, el valor totalque un obrero puede producir día tras día será siempre menor que el valor en el que se objetivan 24 horas de trabajo, menor que 12 chelines o 4 táleros si ésta es la expresión dineraria de 24 horas de trabajo objetivadas. Conforme a nuestro supuesto anterior, según el cual se requieren 6 horas de trabajo por día para reproducir la fuerza de trabajo misma o remplazar el valor del capital adelantado para comprarla, un capital variable de 500 táleros que emplee 500 obreros a una tasa de plusvalor de 100 %, o en jornadas laborales de 12 horas, producirá diariamente un plusvalor de 500 táleros, o de 6 x 500 horas de trabajo. Un capital de 100 táleros que emplee diariamente 100 obreros a una tasa de plusvalor de 200 %, o con jornadas laborales de 18 horas, sólo producirá una masa de plusvalor de 200 táleros, o sea de 12 x 100 horas de trabajo. Y su producto total de valor, equivalente al capital variable adelantado más el plusvalor, no podrá alcanzar nunca, un día con otro, la suma de 400 táleros, o de 24 x 100 horas de trabajo. El límite absoluto de la jornada laboral media, que por naturaleza será siempre de menos de 24 horas, constituye una barrera absoluta para compensar el capital variable nn aumentando la tasa del plusvalor, o el número de obreros explotados oo aumentando el grado de explotación de la fuerza de trabajo. Esta tangible ley pp es importante para explicarse muchos fenómenos derivados de la tendencia, que más adelante analizaremos, del capital a reducir siempre lo más posible el número de obreros por él utilizados o sea su parte variable invertida en fuerza de trabajo en contradicción con su otra [371] tendencia, la de producir la mayor masa posible de plusvalor. Y a la inversa. Si aumenta la masa de las fuerzas de trabajo empleadas, o la magnitud del capital variable, pero no proporcionalmente a la disminución en la tasa del plusvalor, mengua la masa del plusvalor producido.

Del hecho de que la masa de la mercancía producida se determine por los dos factores, tasa del plusvalor y magnitud del capital variable adelantado, resulta una tercera ley. Una vez dados la tasa del plusvalor o grado de explotación de la fuerza de trabajo y el valor de la fuerza de trabajo o magnitud del tiempo de trabajo necesario, se desprende de suyo que cuanto mayor sea el capital variable tanto mayor será la masa del valor y el plusvalor producidos. Si está dado el límite de la jornada laboral, y asimismo el límite de su parte necesaria, la masa de valor y plusvalor que produzca un capitalista individual dependerá exclusivamente, como es obvio, de la masa de trabajo que ponga en movimiento. Pero ésta, en los supuestos dados, dependerá de la masa de fuerza de trabajo o del número de obreros que aquél explote, y este número estará determinado a su vez por la magnitud del capital variableque haya adelantado. Dados la tasa del plusvalor y el valor de la fuerza de trabajo, las masas del plusvalor producido estarán en relación directa a las magnitudes del capital variable adelantado. Ahora bien, se sabe que el capitalista divide su capital en dos partes. Una la invierte en medios de producción. Es ésta la parte constantede su capital. La otra la invierte en fuerza de trabajo viva. Esta parte constituye su capital variable. En los diversos ramos de la industria, aunque se basen en el mismo modo de producción, se ecuentran diferentes distribuciones del capital en partes constante y variable. Dentro del mismo ramo de la producción varía esa proporción a la par de la base técnica y de la combinación social del proceso productivo. Pero cualquiera que sea la proporción en que un capital dado se descomponga en partes constante y variable ya sea la última a la primera como 1: 2; 1: 10 ó 1 : x , la ley recién enunciada no se ve afectada por ello, pues conforme al análisis anterior el valor del capital constante reaparece por cierto en el valor del producto, pero no en el nuevo producto de valor creado. Para utilizar a 1.000 hilanderos se requieren, por supuesto, más materias primas, husos, etcétera, que para emplear a 100. Pero suba, baje, se [372] mantenga inalterado, sea grande o pequeño el valor de estos medios de producción adicionales, dicho valor no ejercerá influjo alguno en el proceso de valorización de las fuerzas de trabajo que los ponen en movimiento. La ley enunciada más arriba adopta pues la siguiente forma: estando dado el valor de la fuerza de trabajo y siendo igualmente grande el grado de explotación de la misma, las masas de valor y plusvalor producidas por diversos capitales estarán en razón directa a las magnitudes de las partes variables de esos capitales, esto es, a sus partes invertidas en fuerza de trabajo viva.

Esta ley contradice abiertamente toda la experiencia fundada en las apariencias. Todo el mundo sabe que el dueño de una hilandería de algodón que, si nos atenemos a los porcentajes del capital total empleado, utiliza proporcionalmente mucho capital constante y poco capital variable, no por ello obtiene una ganancia o plusvalor menor que un panadero, quien comparativamente pone en movimiento mucho capital variable y poco capital constante. Para resolver esta contradicción aparente se requieren aún muchos eslabones intermedios, tal como en el plano del álgebra elemental se necesitan muchos términos medios

0

para comprender que puede representar una magnitud

0

real. Aunque nunca la haya formulado, la economía clásica se aferra instintivamente a esa ley, pues se trata de unaconsecuencia necesaria de la ley del valor en general. Procura salvarla abstrayéndose violentamente de las contradicciones del fenómeno. Más adelante (2) 3 veremos cómo la escuela ricardiana ha tropezado en esa piedra del escándalo (4). La economía vulgar, que "realmente tampoco ha aprendido nada" (5), aquí como en todas partes se atiene a la apariencia, alzándose contra la ley que rige al fenómeno. Cree, por oposición a Spinoza, que "la ignorancia es razón suficiente" (6).

El trabajo que el capital total de una sociedad pone en movimiento día por día, puede considerarse como una jornada laboral única. Si, por ejemplo, el número de los obreros es de un millón y la jornada laboral media de un [373] obrero asciende a 10 horas, la jornada laboral de la sociedadascenderá a 10 millones de horas. Dada cierta duración de esta jornada laboral, y es lo mismo que se hayan trazado sus límites por motivos de orden físico o de orden social, sólo se puede aumentar la masa del plusvalor si se acrecienta el número de los obreros, esto es, la población obrera. El crecimiento de la población configura aquí el límite matemático para la producción de plusvalor por el capital total social. Y a la inversa. Estando dada la magnitud de la población, ese límite lo conforma la prolongación posible de la jornada laboral 7. Se verá en el próximo capítulo que esa ley sólo rige para la forma del plusvalor analizada hasta aquí.

Del examen que hasta aquí hemos hecho en torno a la producción del plusvalor se infiere que no todas las sumas de dinero o de valor son convertibles en capital; para esta conversión está presupuesto, antes bien, que un mínimo de dinero o de valor de cambio se encuentre en las manos del poseedor individual de dinero o de mercancías. El mínimo de capital variable es el precio de costo de una sola fuerza de trabajo, que a lo largo de todo el año, día tras día, se utilizara para la obtención de plusvalor. Si este obrero poseyera sus propios medios de producción y se contentara con vivir como obrero, le bastaría el tiempo necesario para la reproducción de sus medios de subsistencia, digamos 8 horas diarias. Unicamente necesitaría, pues, medios de producción para 8 horas de trabajo. El capitalista, en cambio, que además de esas 8 horas le hace ejecutar, digamos, 4 horas de plustrabajo, necesita una suma adicional de dinero para adquirir los medios de producción adicionales. Conforme a nuestro supuesto, sin embargo, tendría ya que utilizar dos obreros para poder vivir, con el plusvalor diario del que se apropia, al mismo nivel de un obrero, esto es, para satisfacer sus necesidades mínimas. En tal caso el objetivo de su producción sería la subsistencia lisa y llana, no el acrecentamiento de la riqueza, ahora bien, esto último está implícito en la producción capitalista. Para vivir apenas el doble de bien que un obrero común y reconvertir en capital la mitad del plusvalor producido, el capitalista tendría que multiplicar por ocho el número de obreros y el mínimo del capital adelantado. Es cierto que él mismo puede, al igual que su obrero, participar directamente en el proceso de producción, pero en ese caso sólo será un híbrido de capitalista y obrero, un "pequeño patrón". Cierto nivel de la producción capitalista hace necesario que el capitalista pueda dedicar todo el tiempo en que funciona como tal, es decir, como capital personificado, a la apopiación y por tanto al control del trabajo ajeno y a la venta de los productos de este trabajo (8). Para impedir coactivamente la transformación del maestro artesano en el capitalista, el régimen gremial de la Edad Media restringió a un máximomuy exiguo el número de trabajadores a los que podía emplear un solo maestro. El poseedor de dinero o de mercancías no se transforma realmente en capitalista sino allí donde la suma mínima adelantada para la producción excede con amplitud del máximo medieval. Se confirma aquí, como en las ciencias naturales, la exactitud de la ley descubierta por Hegel en su Lógica, según la cual cambios meramente cuantitativos al llegar a cierto punto se truecan en diferencias cualitativas 9 (bis).10

[375] La suma mínima de valor de la que debe disponer el poseedor individual de dinero o de mercancías para metamorfosearse en capitalista, varía con las diversas etapas de desarrollo de la producción capitalista y, en una etapa de desarrollo dada, difiere entre las diversas esferas de producción, según sus condiciones técnicas específicas. Ciertas esferas de la producción requieren ya en los comienzos de la producción capitalista un mínimo de capital que aún no se encuentra en manos de un solo individuo. Esto ocasiona, en parte, que se concedan subsidios estatales a dichos particulares, como en Francia en tiempos de Colbert y como en más de un estado alemán hasta nuestros días, y en parte la formación de sociedades que gozan del monopolio legal para la explotación de ciertos ramos industriales y comerciales (11), precursoras de las modernas sociedades por acciones.

No hemos de detenernos a considerar en detalle los cambios que experimenta, en el curso del proceso de producción, la relación entre el capitalista y el asalariado, ni tampoco las determinaciones ulteriores del capital. Pongamos aquí de relieve, simplemente, algunos puntos fundamentales.

Dentro del proceso de producción, el capital se convierte en mando sobre el trabajo, esto es, sobre la fuerza de trabajo que se pone en movimiento a sí misma, o el obrero mismo. El capital personificado, el capitalista, cuida [376] de que el obrero ejecute su trabajo como es debido y con el grado de intensidad adecuado.

El capital se convierte, asimismo, en una relación coactiva que impone a la clase obrera la ejecución de más trabajo del que prescribe el estrecho ámbito de sus propias necesidades vitales. Y en cuanto productor de laboriosidad ajena, en cuanto succionador de plustrabajo y explotador de fuerza de trabajo, el capital excede en energía, desenfreno y eficacia a todos los sistemas de producción precedentes basados en el trabajo directamente compulsivo.

El capital comienza por subordinar al trabajo bajo las condiciones técnicas en que, históricamente, lo encuentra. No cambia inmediatamente, pues, el modo de producción. La producción de plusvalor en la forma considerada hasta aquí, mediante la simple prolongación de la jornada laboral, se presenta por ende como independiente de todo cambio en el modo de producción mismo. No era menos efectiva en la arcaica industria panadera que en la hilandería moderna de algodón.

Si enfocamos el proceso de producción desde el punto de vista del proceso laboral, el obrero no se comporta con los medios de producción como capital, sino como simple medio y material de su actividad productiva orientada a un fin. En una curtiembre, pongamos por caso, trata a los cueros como a su mero objeto de trabajo. No es al capitalista a quien le curte el cuero. Otra cosa ocurre cuando consideramos el proceso de producción desde el punto de vista correspondiente al proceso de valorización. Los medios de producción se transforman de inmediato en medios para la absorción de trabajo ajeno. Ya no es el obrero quien emplea los medios de producción, sino los medios de producción los que emplean al obrero. En lugar de ser consumidos por él como elementos materiales de su actividad productiva, aquéllos lo consumen a él como fermento de su propio proceso vital, y el proceso vital del capital consiste únicamente en su movimiento como valor que se valoriza a sí mismo. Hornos de fundición y edificios fabriles que quedan inactivos por la noche y no absorben trabajo vivo son "pura pérdida" ("mere loss") para el capitalista. Por eso, hornos de fundición y edificios fabriles constituyen un "titulo al trabajo nocturno" de las fuerzas de trabajo. La simple transformación del dinero en factores objetivos [377] del proceso de producción, en medios de producción, convierte a estos últimos en títulos jurídicos y en títulos compulsivos al trabajo ajeno y al plustrabajo. Un ejemplo nos mostrará, finalmente, cómo se refleja en la conciencia de las cabezas capitalistas esta conversión, es más, este trastocamiento peculiar y característico de la producción capitalista de la relación que media entre el trabajo muerto y el vivo, entre el valor y la fuerza creadora de valor. Durante la revuelta de los fabricantes ingleses en 1848-1850, "el principal de la hilandería de lino y algodón en Paisley, una de las firmas más antiguas y respetables del oeste de Escocia, Carlile, Son & Co., que existe desde 1752 y ha sido dirigida de generación en generación por la misma familia", este inteligentísimo caballero, pues, escribió en el "Glasgow Daily Mail" del 25 de abri de 1849 una carta titulada "El sistema de relevos" (12), en la cual se desliza entre otras cosas el siguiente pasaje, grotescamente ingenuo: "Permítasenos ahora [...] examinar los males que derivan de reducir de 12 a 10 horas el tiempo de trabajo... Los mismos <<ascienden>> al perjuicio más grave inferido a las perspectivas y la propiedad del fabricante. Si antes él" (es decir su "mano de obra") "trabajaba 12 horas y ahora queda limitado a 10, entonces cada 12 máquinas o husos de su establecimiento se verán reducidos a 10 (then every 12 machines or spindles in his establishment, shrink to 10), y si quisiera vender su fábrica, se las evaluaría solamente como 10, de tal modo que en todo el país habría que deducir una sexta parte del valor de cada fábrica" (13).

Para este ancestral cerebro capitalista del oeste de Escocia, el valor de los medios de producción, husos, etc., se confunde a tal punto con su atributo, propio del capital, de valorizarse a sí mismos o de deglutir diaria y gratuitamente una cantidad determinada de trabajo ajeno, que el [378] jefe de la casa Carlile & Co. de hecho se figura que en caso de vender su fábrica no sólo se le pagará el valor de los husos, sino por añadidura su valorización; no sólo el trabajo que se encierra en ellos y que es necesario para la producción de husos del mismo tipo, sino también el plustrabajo que le ayudan a succionar diariamente de los valerosos escoceses occidentales de Paisley, [exclamdown]y precisamente por eso, opina, con la reducción de la jornada laboral en dos horas el precio de venta de 12 máquinas de hilar se reducirá al de 10 máquinas! jj jj En la 4ª edición, el párrafo quedó redactado de la siguiente manera: "El capital variable, empero, es la expresión dineraria correspondiente al valor total de todas las fuerzas de trabajo que el capitalista emplea simultáneamente. Su valor será igual, pues, al valor medio de una fuerza de trabajo, multiplicado por el número de fuerzas de trabajo empleadas. Por consiguiente, si el valor de la fuerza de trabajo está dado, la magnitud del capital variable estará en razón directa de la cantidad de obreros utilizados simultáneamente. Si el valor diario de una fuerza de trabajo es = 1 tálero, será necesario adelantar un capital de 100 táleros para explotar diariamente 100 fuerzas de trabajo; de n táleros para explotar n fuerzas de trabajo".

kk kk 3ª edición: "tendremos entonces esta ley"; 4ª edición: "tendremos entonces esta primera ley".

ll ll En la versión francesa la segunda parte de esta frase dice así: "o bien es igual al valor de una fuerza de trabajo, multiplicado por el grado de su explotación, multiplicado por el número de fuerzas empleadas conjuntamente".

mm mm 3ª y 4ª ediciones: "50 táleros".

1 202 Esta ley elemental parece serles desconocida a los caballeros de la economía vulgar, Arquímedes al revés que creen haber encontrado, en la determinación de los precios del trabajo en el mercado por la oferta y la demanda, la palanca no para mover de sus quicios al mundo, sino para mantenerlo en reposo.

nn nn 4ª edición: "la reducción del capital variable".

oo oo 4ª edición: "la restricción del número de obreros explotados".

pp pp 4ª edición: "segunda ley".

✔(2) 203 Más detalles sobre el particular en el libro cuarto [[[142]]].

3 [142] Libro cuarto. --Marx se refiere aquí a la parte de su obra que hoy conocemos por "Teorías del plusvalor".-- 372.

✔(4) [143] Piedra del escándalo. --Expresión bíblica ("Isaías", VIII, 14, "Romanos IX", 32-33, etc.). En la versión de De Reina y De Valera se lee en "I Pedro", II, 8, por ejemplo: "Piedra de tropiezo y roca de escándalo a aquellos que tropiezan en la palabra".-- 372.

✔(5) [144] Realmente tampoco ha aprendido nada. --"Nadie se ha corregido, nadie ha sabido olvidar nada ni aprender nada", habría dicho Talleyrand, en 1796, de los cortesanos que rodeaban al conde de Provenza, autoproclamado Luis XVIII.-- 372.

✔(6) [145] La cita implícita (por decirlo así) es fiel al pensamiento de Spinoza, pero no parece ser textual. En el apéndice a la parte I de la Ética (utilizamos la traducción española de Angel Rodríguez Bachiller, editada por Aguilar en Buenos Aires, 1961), Spinoza critica a quienes "han introducido [...] una nueva manera de argumentar, la reducción, no a lo imposible, sino a la ignorancia; lo que demuestra que no tenían ningún otro medio de argumentar". "Saben que destruir la ignorancia es destruir el asombro imbécil, es decir, su único medio de razonamiento y la salvaguardia de su autoridad" (ed. cit., pp. 83-84). En "La ideología alemana" Marx y Engels citan la tesis espinociana bajo la forma "La ignorancia no es argumento", mientras que en el "Anti-Dühring" Engels reproduce en latín el aforismo: "Ignorantia non est argumentum".-- 372.

7 204 "El trabajo de una sociedad, esto es, su tiempo económico, representa una porción dada, digamos 10 horas diarias de un millón de personas, o diez millones de horas... El capital tiene un límite opuesto a su crecimiento. Este límite puede alcanzarse, en cualquier período dado, dentro de la extensión actual del tiempo económico que se emplea." ("An Essay on the Political Economy of Nations", Londres, 1821, pp. 47, 49.)

✔(8) 205 "El agricultor no debe basarse en su propio trabajo, y si lo hace, sostengo que perderá con ello. Debe ocuparse en la atención general del conjunto; tiene que vigilar a su trillador, o pronto perderá los salarios pagados por trigo no trillado; ha de observar a sus segadores, cosechadores, etc.; constantemente tiene que inspeccionar sus cercos, debe ver que no haya negligencia, lo que ocurriría si estuviera confinado en un punto." ([John Arbuthnot,] "An Enquiry into the Connection between the Price of Provisions, and the Size of Farms... By a Farmer", Londres, 1773, p. 12.) Esta obra es muy interesante. Puede estudiarse en ella la génesis del "capitalist farmer" [agricultor capitalista] o "merchant farmer" [agricultor comercial], como expresamente se lo denomina, y prestar oídos a su autoglorificación frente al "small farmer" [pequeño agricultor], que esencialmente debe trabajar para su subsistencia. "La clase de los capitalistas queda liberada, primero parcial y por último totalmente, de la necesidad del trabajo manual." ("Textbook of Lectures on the Political Economy of Nations", por el reverendo Richard Jones, Hertford, 1852, lección III, p. 39.)

9 205 bis La teoría molecular aplicada en la química moderna, que Laurent y Gerhardt desarrollaron científicamente por vez primera, no se funda en otra ley. {F. E. Agregado a la 3ª edición . Para explicar este aserto, que resultará bastante oscuro a los no químicos, hacemos notar que el autor se refiere aquí a las "series homólogas" de hidrocarburos, a las que Charles Gerhardt designó así por primera vez, en 1843, y cada una de las cuales tiene su propia fórmula algebraica. Así, por ejemplo, la serie de las parafinas: CH2n+2; la de los alcoholes normales:CH2n+2 O; la de los ácidos grasos normales, CH2n O2 y muchos otros. En los ejemplos precedentes, mediante la adición puramente cuantitativa de CH2 a la fórmula molecular se crea cada vez un cuerpo cualitativamente diferente. Con respecto a la participación de Laurent y Gerhardt en la comprobación de este importante hecho (participación sobrestimada por Marx), cfr. Kopp, "Entwicklung der Chemie", Munich, 1873, pp. 709 y 716, y Schorlemmer, "Rise and Progress of Organic Chemistry", Londres, 1879, p. 54.}

10 [146] Véase Hegel, "Wissenschaft der Logik", libro I, sección tercera, cap. II, B.-- 374.

✔(11) 206 "La sociedad monopolia" llama Martín Lutero a semejantes instituciones.

✔(12) 207 "Reports... 30th April 1849", p. 59.

✔(13) 208 Ibídem, p. 60. El inspector fabril Stuart, escocés él también y, a diferencia de los inspectores fabriles ingleses, totalmente imbuido en el modo de pensar capitalista, indica expresamente que esta carta, que incorpora a su informe, "es la más útil de todas las comunicaciones hechas por cualquiera de los fabricantes que emplean el sistema de relevos, y concebida de modo especialísimo para disipar los prejuicios y escrúpulos relativos a ese sistema".

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Ernesto 'Che' Guevara ✔'El Partido Marxista-Leninista'






El correo de Marx 📮

C. Marx

CARTA A ENGELS

En Manchester

 

✔Londres, 16 de abril [de 1856]

...Anteayer se celebró un pequeño banquete con motivo del aniversario de "People's Paper" (1). Esta vez acepté la invitación, pues me pareció oportuno, con mayor motivo por haber sido yo el único (así lo comunicó el periódico) invitado entre toda la emigración. Me correspondió pronunciar el primer brindis. Brindé por la souveraineté du proletariat dans tous les pays (soberanía del proletariado en todos los países). Hice un pequeño speech en inglés, sin embargo, no pienso publicarlo en la prensa . El objetivo que me proponía ha sido logrado. El señor Talandier, que tuvo que pagar por su entrada 2,5 chelines, así como el resto de la banda francesa y demás emigrados, se han convencido de que nosotros somos los únicos aliados «íntimos» de los cartistas y que si nos abstenemos de manifestaciones públicas y dejamos a los franceses coquetear con los cartistas a la vista de todo el mundo, podemos en cualquier momento volver a ocupar el lugar que ya nos corresponde históricamente. Ello se ha hecho tanto más necesario porque en el mitin del 25 de febrero, presidido por Pyat, el (old boy) iletrado alemán Scherzer hizo uso de la palabra y, con un espíritu de espantosa limitación gremial, denunció a los «sabios» alemanes, a los «trabajadores del cerebro», de que han abandonado a los iletrados y les han constreñido a cubrirse de vergüenza ante las demás naciones. Tú, claro está, conoces a Scherzer ya de París. He vuelto a ver unas cuantas veces al amigo Schapper y lo he visto en el papel de pecador muy arrepentido. La vida cerrada que lleva en los últimos dos años parece haber ejercido una influencia bastante benéfica en sus facultades mentales. Comprenderás que, por si acaso, siempre vale la pena tenerle a mano; más importante aún es arrancarle de la influencia de Willich. Schapper está ahora muy furioso contra los alcornoques de Windmill Street (3).

Pasaré tu carta a Steffen. La carta de L. (4) deberías quedártela. Puedes hacer lo mismo con todas las cartas cuya devolución no te pida. Cuanto menos vayan danzando por correos, tanto mejor. Estoy de completo acuerdo con tu juicio acerca de la región del Rin. Lo fatal para nosotros es que, avizorando el futuro, veo asomar allí algo que huele a «traición a la patria». Del giro que tomen las cosas en Berlín dependerá el que nos veamos o no en una posición similar a la de los del Club de Mainz en la vieja revolución (5). Ça sera dur. ¡Nosotros conocemos bien a nuestros bizarros hermanos franceses del otro lado del Rin! En Alemania todo dependerá de la posibilidad de respaldar la revolución proletaria con alguna segunda edición de la guerra campesina. Entonces todo saldrá a pedir de boca...

NOTAS

✔(1)  El 14 de abril de 1856, en un banquete organizado en Londres en honor del cuarto aniversario del periódico cartista "The People's Paper", Marx, haciendo uso del derecho que se le concedía de hablar el primero, pronunció un discurso sobre el papel histórico mundial del proletariado. La participación de Marx en el aniversario de "The People's Paper" fue uno de los ejemplos más brillantes de la conexión de los fundadores del marxismo con los cartistas ingleses, de la aspiración de Marx y Engels de ejercer influencia ideológica en el proletariado inglés y apoyar a los dirigentes cartistas para hacer resurgir el movimiento obrero en Inglaterra sobre una base nueva, marxista.

✔(2)Véase el presente tomo, págs. 513-515 C. Marx & F. Engels,Obras Escogidas,en tres tomos,Moscú, 1974, tomo I.     

✔The People's Paper ("El periódico del pueblo"): semanario cartista que apareció desde mayo de 1852 hasta junio de 1858 en Londres; Marx y Engels colaboraron en él desde octubre de 1852 hasta diciembre de 1856, ayudando también a redactarlo. En junio de 1858, el periódico pasó a manos de unos hábiles negociantes burgueses.-

✔(3) Se refiere a la "Sociedad Londinense de Instrucción de los Obreros Alemanes" que tenía sede, en los años 50 del siglo XIX, en la calle Great-Windmill. Esta sociedad la fundaron en febrero de 1840 C. Schapper, J. Moll y otros afiliados a la Liga de los Justos. Marx y Engels participaron activamente en sus labores en 1849 y 1850. El 17 de septiembre de 1850, ellos y varios adeptos suyos se salieron de esta Sociedad debido a que su mayor parte se puso del lado de la fracción sectaria y aventurera de Willich y Schapper. Cuando en 1864 se fundó la Internacional, esta Sociedad pasó a ser la sección alemana de la Asociación Internacional de los Trabajadores, en Londres. La Sociedad de Instrucción existió hasta 1918, cuando fue clausurada por el Gobierno inglés.

✔(4) Lewi.

✔(5)  Después de la toma de Maguncia por el ejército revolucionario francés, los demócratas republicanos alemanes fundaron en octubre de 1792 en esta ciudad un club denominado de los amigos de la igualdad y la fraternidad. Los miembros de este club de Maguncia hacían propaganda en pro de la destrucción del viejo sistema feudal, de la instauración del régimen republicano y de la incorporación de la orilla izquierda del Rin a la Francia revolucionaria. Sus opiniones no contaron con la simpatía ni el apoyo de la población urbana ni de los campesinos. En julio de 1793, cuando los prusianos tomaron Maguncia, cesó la actividad de los miembros de este club.


martes, 26 de septiembre de 2017

✔Cómo Entiende la Socialdemocracia la Cuestión Nacional《Por José Stalin》☭

Cómo Entiende la Socialdemocracia la Cuestión Nacional 
por José Stalin 
(1904) 

Todo cambia... Cambia la vida social, y con ella cambia también la «cuestión nacional». En diferentes épocas salen a la palestra diferentes clases, y cada clase entiende a su manera la «cuestión nacional». Por consiguiente, la «cuestión nacional» sirve en las distintas épocas a distintos intereses y adopta distintos matices según la clase que la promueve y la época en que se promueve.

Existió, por ejemplo, en nuestro país, la llamada «cuestión nacional» de la nobleza, cuando --después de la «incorporación de Georgia a Rusia»-- la nobleza georgiana sintió lo desventajoso que era para ella perder los viejos privilegios y el poderío que tenía bajo los reyes georgianos, y, considerando que la condición de «simples súbditos» era afrentosa para su dignidad, anheló la «liberación de Georgia». ¡Con ello quería colocar al frente de «Georgia» a reyes y a nobles georgianos, entregándoles, de ese modo, los destinos del pueblo georgiano! Era un «nacionalismo» monarco-feudal.

Ese «movimiento» no dejó ninguna huella visible en la vida de los georgianos y, si se prescinde de unas cuantas conjuraciones de los nobles georgianos contra los gobernantes rusos del Cáucaso, no contó con un solo hecho que le proporcionase alguna gloria. Bastó que los acontecimientos de la vida social afectaran ligeramente a este «movimiento», ya de por sí débil, para destruirlo hasta los cimientos.

En efecto: el desarrollo de la producción mercantil, la abolición del régimen de la servidumbre, la fundación del Banco de la nobleza, la agudización de los antagonismos de clase en la ciudad y en el campo, el movimiento creciente de los campesinos pobres, etc. asestaron un golpe mortal a la nobleza georgiana y, junto con ella, al «nacionalismo monarco-feudal». La nobleza georgiana se escindió en dos grupos. Uno de ellos renunció a todo «nacionalismo» y tendió la mano a la autocracia rusa, para, a cambio, recibir de ella puestos lucrativos, crédito barato y aperos de labranza, para que el gobierno la defendiese de los «revoltosos» del campo, etc. El otro grupo de la nobleza georgiana, más débil, se alió con los obispos y archimandritas georgianos y, de este modo, cobijó su «nacionalismo», desechado por la vida, bajo el ala del clericalismo. Ese grupo se dedica con gran entusiasmo a restaurar las iglesias georgianas derruidas, «monumentos de la pasada grandeza» (¡ése es el punto principal de su «programa»!), y espera con fervor el milagro llamado a realizar sus «anhelos» monarco-feudales.

De ese modo, el nacionalismo monarco-feudal adoptó, en los últimos instantes de su vida, una forma clerical.

Al mismo tiempo, la vida social moderna planteó en nuestro país la cuestión nacional de la burguesía. Cuando la joven burguesía georgiana vio lo difícil que era para ella la libre concurrencia con los capitalistas «extranjeros», comenzó a balbucear, por boca de los nacional-demócratas georgianos, la reivindicación de una Georgia independiente. La burguesía georgiana quería proteger el mercado georgiano con una barrera aduanera, expulsar de este mercado por la fuerza a la burguesía «extranjera», elevar artificialmente los precios de las mercancías y enriquecerse por medio de semejantes manejos «patrióticos».

Tal ha sido y continúa siendo el objetivo del nacionalismo de la burguesía georgiana. Huelga decir que, para alcanzar ese objetivo, hacía falta una fuerza, y la fuerza radicaba en el proletariado.

Sólo el proletariado podía infundir vida al castrado «patriotismo» de la burguesía. Había que ganarse al proletariado: y aquí aparecieron en escena los «nacional-demócratas». Mucha fue la pólvora que gastaron en rebatir el socialismo científico, mucho lo que injuriaron a los socialdemócratas; aconsejaban a los proletarios georgianos que se apartaran de ellos, ensalzaban al proletariado georgiano y procuraban convencerlo de que, «en interés de los propios obreros», fortaleciese de alguna manera a la burguesía georgiana. Suplicaban insistentemente a los proletarios georgianos: no arruinéis a «Georgia» (¿o a la burguesía georgiana?), olvidad las «discrepancias internas», haced amistad con la burguesía georgiana, etc.

¡Pero fue en vano! Los cuentos zalameros de los publicistas burgueses no lograron adormecer al proletariado georgiano. Los ataques implacables de los marxistas georgianos --y, sobre todo, las potentes acciones de clase, que fundieron en un solo destacamento socialista a los proletarios rusos, armenios, georgianos y de otras nacionalidades--, asestaron a nuestros nacionalistas burgueses un golpe demoledor y los expulsaron del campo de la lucha.

«Para rehabilitar su desprestigiado nombre», nuestros patriotas fugitivos tuvieron que «cambiar, por lo menos, de color», que disfrazarse, por lo menos, de socialistas, ya que no podían asimilar las ideas socialistas. Y en escena apareció, efectivamente, un órgano clandestino... nacionalista burgués, el órgano «socialista» --con perdón sea dicho-- Sakartvelo.

¡Así querían seducir a los obreros georgianos! ¡Pero ya era tarde! Los obreros georgianos, que habían aprendido a distinguir lo negro de lo blanco, se dieron cuenta fácilmente de que los nacionalistas burgueses «sólo habían cambiado el color», pero no el contenido de sus ideas, que «Sakartvelo» era socialista tan sólo de nombre. ¡Los obreros comprendieron esto y se burlaron de los «salvadores» de Georgia! ¡Las esperanzas de los quijotes del Sakartvelo se vieron defraudadas!

Por otra parte, nuestro desarrollo económico va tendiendo poco a poco un puente entre los círculos avanzados de la burguesía georgiana y «Rusia», va estableciendo vínculos económicos y políticos entre estos círculos y «Rusia» y socava así las bases ya minadas del nacionalismo burgués. ¡Y ése es el segundo golpe asestado al nacionalismo burgués!

En la arena de la lucha interviene una nueva clase, el proletariado, y con él surge una nueva «cuestión nacional», la «cuestión nacional» del proletariado. La misma diferencia que separa al proletariado de la nobleza y de la burguesía, separa la «cuestión nacional» que plantea el proletariado de la «cuestión nacional» de la nobleza y de la burguesía.

Hablemos ahora de este «nacionalismo».

¿Cómo entiende la socialdemocracia la «cuestión nacional»?

Hace tiempo que el proletariado de Rusia comenzó a hablar de la lucha. Como es sabido, la finalidad de toda lucha es la victoria. Mas, para que el proletariado alcance la victoria, hay que unir a todos los obreros, sin distinción de nacionalidad. Es evidente que la destrucción de las barreras nacionales y la unión estrecha de los proletarios rusos, georgianos, armenios, polacos, judíos, etc. es condición indispensable para la victoria del proletariado de Rusia.

Tales son los intereses del proletariado de Rusia.

Pero la autocracia rusa, enemigo jurado del proletariado de Rusia, se opone constantemente a la unión de los proletarios. La autocracia persigue de una manera bandidesca la cultura nacional, la lengua, las costumbres y las instituciones de las nacionalidades «alógenas» de Rusia. Las priva de los derechos cívicos indispensables, las oprime en todos los sentidos, siembra entre ellas de una manera farisaica la desconfianza y el encono, las instiga a choques sangrientos, demostrando con ello que la única finalidad de la autocracia rusa es enemistar a las naciones que pueblan Rusia, exacerbar entre ellas las discordias nacionales, reforzar las barreras nacionales y desunir así con más éxito a los proletarios, atomizar con más éxito a todo el proletariado de Rusia, dividiéndolo en pequeños grupos nacionales, y cavar de este modo una tumba para la conciencia de clase de los obreros, para su unión de clase.

Tales son los intereses de la reacción rusa, tal es la política de la autocracia rusa.

Es evidente que, tarde o temprano, los intereses del proletariado de Rusia tenían que chocar inevitablemente con la política reaccionaria de la autocracia zarista. Así sucedió, en efecto, y precisamente sobre este terreno surgió en la socialdemocracia la «cuestión nacional».

¿Cómo se pueden derribar las barreras nacionales levantadas entre las naciones, cómo se puede destruir el aislamiento nacional para acercar más entre sí a los proletarios de Rusia, para unirlos más estrechamente?

Tal es el contenido de la «cuestión nacional» en la socialdemocracia.

Separándose en diferentes partidos nacionales y formando con ellos una «alianza libre» --responden los socialdemócratas federalistas.

Lo mismo repite con insistencia la «Organización Obrera Socialdemócrata Armenia».
Como puede verse, no se nos aconseja que nos unamos en un partido único para toda Rusia, con un centro único a la cabeza, sino que nos dividamos en varios partidos con varios centros dirigentes. ¡Y todo ello para fortalecer la unidad de clase!

Queremos acercar entre sí a los proletarios de las diferentes naciones. ¿Qué debemos hacer para lograrlo? -- ¡Alejad a los proletarios unos de otros y alcanzaréis el objetivo! --responden los socialdemócratas federalistas. Nosotros queremos unir a los proletarios en un solo partido. ¿Qué debemos hacer para lograrlo? -- ¡Atomizad al proletariado de Rusia en diferentes partidos y alcanzaréis el objetivo! --responden los socialdemócratas federalistas.

Queremos derribar las barreras nacionales. ¿Qué medidas debemos tomar para lograrlo? -- ¡Reforzad las barreras nacionales con barreras de organización y alcanzaréis el objetivo! --responden ellos.

¡Y todo eso se nos aconseja a nosotros, proletarios de Rusia, que luchamos en idénticas condiciones políticas y que tenemos el mismo enemigo!

En una palabra, se nos dice: ¡actuad para mayor alegría de los enemigos y enterrad con vuestras propias manos vuestra objetivo común!

Pero convengamos por un momento con los socialdemócratas federalistas y sigámosles: ¡veamos a dónde nos conducen! Como suele decirse, persigue al mentiroso hasta el umbral de su mentira.

Admitamos que hemos seguido el consejo de nuestros federalistas y hemos fundado diversos partidos nacionales. ¿Cuáles serán las consecuencias?

No es difícil comprenderlo. Si hasta ahora, mientras éramos centralistas, concentrábamos nuestra atención principalmente en las condiciones comunes a la situación de los proletarios, en la unidad de sus intereses, y sólo hablábamos de sus «diferencias nacionales» por cuanto esto no contradecía sus intereses comunes; si hasta ahora el problema primordial para nosotros era saber en qué coinciden los proletarios de las nacionalidades de Rusia, qué hay de común entre ellos, para construir sobre la base de esos intereses comunes un partido centralizado de los obreros de toda Rusia, en el momento actual, cuando «nos» hemos convertido en federalistas, un nuevo problema primordial atrae nuestra atención, a saber: en qué se distinguen entre sí los proletarios de las nacionalidades de Rusia, en qué consiste esta diferencia, para construir sobre la base de la «diferencia nacional» diversos partidos nacionales. De este modo, las «diferencias nacionales», secundarias para el centralista, se convierten para el federalista en el fundamento de los partidos nacionales.

De seguir por ese camino, nos veremos forzados, tarde o temprano, a llegar a la conclusión de que las «diferencias nacionales» y de cualquier género que distinguen, por ejemplo, al proletario armenio, son idénticas a las que distinguen a la burguesía armenia; que las costumbres y el carácter del proletario armenio y del burgués armenio son los mismos; que ambos constituyen un solo pueblo, una sola «nación» indivisible.

De ahí no hay más que un paso al «terreno único de la acción conjunta» en que habrían de colocarse el burgués y el proletario, tendiéndose amistosamente la mano como miembros de la misma «nación».

En ese caso, la política farisaica del zar autocrático puede parecer una «nueva» prueba a favor de esa amistad, mientras que cuanto se diga sobre los antagonismos de clase parecerá un «doctrinarismo fuera de lugar». Y tal vez alguna mano poética pulse «con más audacia» las fibras puramente nacionales que todavía existen entre los proletarios de las nacionalidades de Rusia y las haga vibrar en el tono deseado. Se dará crédito al charlatanismo chovinista; los amigos parecerán enemigos; y los enemigos, amigos; sobrevendrá la confusión, y la conciencia de clase del proletariado de Rusia se perderá en pequeñeces.

De ese modo, en lugar de derribar las barreras nacionales, nosotros, por obra y gracia de los federalistas, las reforzaremos más aún con barreras de organización; en lugar de impulsar adelante la conciencia de clase del proletariado, la haremos retroceder y la someteremos a pruebas peligrosas. Y «se le alegrará el corazón» al zar autocrático, puesto que nunca podría conseguir unos auxiliares gratuitos como nosotros.

¿Era esto lo que nos proponíamos?

Por último, en los momentos en que necesitamos un partido único, flexible y centralizado, cuyo Comité Central pueda en un instante poner en pie a los obreros de toda Rusia y conducirlos al ataque decisivo contra la autocracia y la burguesía, ¡se nos quiere imponer una «unión federal» descoyuntada y atomizada en partidos aislados! En lugar de un arma bien afilada, se nos da una enmohecida, asegurándosenos: ¡con esto acabaréis más fácilmente con vuestros mortales enemigos!

¡He ahí a dónde nos llevan los socialdemócratas federalistas!

Pero como no nos proponemos «fortalecer las barreras nacionales», sino destruirlas; como lo que necesitamos no es un arma enmohecida, sino una bien afilada, para arrancar de cuajo la injusticia actual; como no queremos proporcionarle alegrías al enemigo, sino amarguras; como queremos destruirlo por completo; resulta evidente que nuestra obligación es volver la espalda a los federalistas y hallar una respuesta mejor para resolver la «cuestión nacional».

II

Hasta ahora hemos hablado de cómo no se ha de resolver la «cuestión nacional». Ahora hablaremos de cómo debe ser resuelta esta cuestión, es decir, de cómo la ha resuelto el Partido Obrero Socialdemócrata.

Ante todo, es necesario tener presente que el Partido Socialdemócrata que actúa en Rusia se ha denominado `Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia' (y no `ruso'). Es evidente que con ello ha querido demostrarnos que va a agrupar bajo su bandera no sólo a los proletarios rusos, sino también a los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia, y que, por lo tanto, adoptará todas las medidas precisas para derribar las barreras nacionales levantadas entre ellos.

Además, nuestro Partido ha limpiado la «cuestión nacional» de la niebla que la envolvía y le daba un aspecto misterioso; ha descompuesto esa cuestión en sus diferentes elementos, ha dado a cada uno de ellos el carácter de una reivindicación de clase y los ha expuesto en el programa en forma de artículos distintos.

Así el Partido nos ha demostrado claramente que los llamados «intereses nacionales» y las «reivindicaciones nacionales» no tienen por sí solos ningún valor especial; que esos «intereses» y esas «reivindicaciones» sólo merecen atención por cuanto impulsan o pueden impulsar adelante la conciencia de clase del proletariado, su desarrollo de clase.

Con todo esto, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia señala claramente el camino emprendido y la posición adoptada por él en cuanto a la solución de la «cuestión nacional».

¿De qué partes consta la «cuestión nacional»?

¿Qué exigen los señores socialdemócratas federalistas?

1) ¿«La igualdad civil para las nacionalidades de Rusia»?

¿Os inquieta la desigualdad civil que impera en Rusia? ¿Queréis devolver a las nacionalidades de Rusia los derechos cívicos de que han sido privadas por el gobierno y exigís en consecuencia la igualdad civil para estas nacionalidades? Pero, ¿acaso nosotros estamos en contra de esta reivindicación? Nosotros comprendemos perfectamente la gran importancia que tienen para los proletarios los derechos cívicos. Los derechos cívicos son un arma de lucha; arrebatar dichos derechos significa arrebatar un arma; y ¿quién ignora que los proletarios inermes no pueden luchar bien? Pero el proletariado de Rusia necesita que los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia luchen bien, ya que cuanto mejor luchen estos proletarios, mayor será su conciencia de clase, y cuanto mayor sea su conciencia de clase, más estrecha será la unidad de clase del proletariado de Rusia. ¡Sí, todo eso lo sabemos, y por eso luchamos y lucharemos con todas nuestras fuerzas por la igualdad civil de las nacionalidades de Rusia! Leed el artículo 7 del programa de nuestro Partido, en el que el Partido habla de «plena igualdad de derechos de todos los ciudadanos sin distinción de sexo, religión, raza y nacionalidad», y veréis que el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia se encarga de llevar a la práctica estas reivindicaciones.

¿Qué más exigen los socialdemócratas federalistas?

2) ¿«La libertad de idioma para las nacionalidades de Rusia»?

¿Os inquieta el hecho de que a los proletarios de las nacionalidades «extrañas» de Rusia casi les esté prohibido estudiar en su idioma materno, emplear el idioma materno en los organismos públicos, del Estado y otros? Efectivamente, ¡hay de qué inquietarse! El idioma es un instrumento de desarrollo y un arma de lucha. Distintas naciones poseen distintos idiomas. Los intereses del proletariado de Rusia exigen que los proletarios de las nacionalidades de Rusia tengan pleno derecho a emplear el idioma en que mejor puedan obtener la instrucción y con el que mejor puedan luchar contra los enemigos en las asambleas, en los organismos públicos, del Estado y otros. Como tal es reconocido el idioma materno. A los proletarios de las nacionalidades «extrañas» se les priva del uso de su idioma materno; y ¿cómo podemos callar?, dicen ellos. Pero, ¿qué respuesta da al proletariado de Rusia el programa de nuestro Partido? Leed el artículo 8, en el que el Partido exige: «El derecho de la población a recibir la instrucción en el idioma materno, que se asegurará por la creación --a cuenta del Estado y de los organismos de la administración autónoma-- de las escuelas necesarias para ello; el derecho de cada ciudadano a expresarse en el idioma materno en las asambleas; el empleo del idioma materno a la par con el idioma oficial del Estado en todos los organismos locales públicos y del Estado». Leed todo esto y os convenceréis de que el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia se encarga también de llevar a la práctica esta reivindicación.

¿Qué más exigen los socialdemócratas federalistas?

3) ¿La autonomía administrativa para las nacionalidades de Rusia?

¿Queréis decir con esto que las mismas leyes no pueden ser aplicadas de la misma manera en las diversas regiones del Estado ruso que se distinguen por sus peculiares condiciones de vida y por la composición de la población? ¿Queréis decir que se conceda a estas regiones el derecho a adaptar las leyes generales del Estado a sus condiciones peculiares? Si es así, si tal es la esencia de vuestra reivindicación, hay que exponerla entonces en forma adecuada, hay que desechar toda vaguedad nacionalista y toda confusión y llamar a las cosas por su nombre. Y si seguís ese consejo, os convenceréis de que no tenemos nada en contra de esa reivindicación. Para nosotros no hay ninguna duda de que las diversas regiones del Estado ruso que se distinguen por sus condiciones peculiares de vida y por la composición de la población, no pueden aplicar de la misma manera la Constitución del Estado; que es necesario concederles el derecho a aplicar la Constitución general del Estado en la forma más provechosa para ellos, en la forma que les permita desarrollar más plenamente las fuerzas políticas existentes en el pueblo. Así lo exigen los intereses de clase del proletariado de Rusia. Y si releéis el artículo 3 de nuestro programa, en el que el Partido exige «amplia autonomía administrativa local; autonomía regional para aquellos lugares que se distinguen por sus condiciones particulares de vida y por la composición de la población», veréis que el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia depura primero esa reivindicación de toda vaguedad nacionalista, y luego se encarga de su realización.

4) ¿Nos señaláis la autocracia zarista, que persigue con ferocidad la «cultura nacional» de las nacionalidades «alógenas» de Rusia; que se inmiscuye de una manera bandidesca en su vida interna y las oprime en todos los sentidos; que bárbaramente ha destruido (y sigue destruyendo) las instituciones culturales de los finlandeses; que se apoderó como un bandido del patrimonio nacional armenio, etc.? ¿Exigís garantías contra las violencias bandidescas de la autocracia? Pero ¿acaso nosotros no vemos las violencias de la autocracia zarista, acaso no hemos luchado siempre contra ellas?! Hoy día, todo el mundo ve claramente cómo el actual gobierno oprime y ahoga a las nacionalidades «extrañas» de Rusia? Tampoco cabe duda de que esa política del gobierno corrompe día tras día y somete a pruebas peligrosas la conciencia de clase del proletariado de Rusia. Por lo tanto, nosotros lucharemos siempre y en todas partes contra la política de corrupción del gobierno zarista. Por lo tanto, defenderemos siempre y en todas partes contra la violencia policíaca de la autocracia no sólo los organismos útiles, sino incluso los organismos inútiles de dichas nacionalidades, ya que los intereses del proletariado de Rusia nos indican que únicamente las nacionalidades mismas tienen derecho a suprimir o desarrollar tales o cuales aspectos de su cultura nacional.

Pero leed el artículo 9 de nuestro programa. ¿No es, acaso, de eso de lo que trata el artículo 9 del programa de nuestro Partido, artículo que, por cierto, ha despertado no pocas habladurías tanto entre nuestros enemigos como entre nuestros amigos?

Pero aquí se nos interrumpe y se nos aconseja que no sigamos hablando del artículo 9. ¿Por qué? --preguntamos nosotros. «Porque --responden ellos-- ese artículo de nuestro programa «está en flagrante contradicción» con los artículos 3, 7 y 8 del mismo programa, pues, si se otorga a las nacionalidades el derecho a organizar según su deseo todos sus asuntos nacionales (v. art. 9), entonces no caben en el citado programa los artículos 3, 7 y 8; y, por el contrario, si estos artículos quedan en el programa, entonces debe eliminarse indudablemente del programa el artículo 9. Algo por el estilo dice, sin duda, Sakartvelo, cuando con la ligereza que le caracteriza pregunta: «¿Qué lógica encierra decir a una nación: te concedo la autonomía administrativa regional, recordándole al mismo tiempo que tiene derecho a organizar todos sus asuntos nacionales tal como estime necesario?» (v. Sakartvelo, núm. 9). «Por lo visto», en el programa se ha deslizado una contradicción lógica; «por lo visto», para suprimir esa contradicción, ¡es necesario eliminar del programa uno o varios artículos! Sí, es «absolutamente» necesario eliminarlos. ¿No veis que la misma lógica protesta por boca del ilógico Sakartvelo?

Eso nos hace recordar un antiguo relato. Érase una vez un «sabio anatómico». Tenía a su disposición «todo lo necesario» para ser un «verdadero» anatómico: título, local, instrumentos e inconmensurables pretensiones. No le faltaba más que un pequeño detalle: conocer la anatomía. Un día le pidieron que explicase cómo se articulaban las piezas de un esqueleto diseminadas por él sobre la mesa de disección. Era una buena oportunidad para que nuestro «famoso sabio» pudiera lucirse. El «sabio» puso manos a la «obra» con gran pompa y solemnidad. Pero, ¡oh desgracia! no entendía ni una palabra de anatomía, no sabía qué partes debía unir para reconstruir el esqueleto. Mucho fue lo que trabajó el pobre, mucho lo que sudó, ¡pero en vano! Por último, cuando se le embrolló todo, sin lograr ningún resultado, cogió unas cuantas piezas del esqueleto y las arrojó a un rincón, amonestando filosóficamente a los «malintencionados» que, según él, habían colocado sobre su mesa piezas que no correspondían al esqueleto. Como es natural, los presentes se burlaron del «sabio anatómico».

Una «aventura» parecida le sucedió a Sakartvelo. Se le ocurrió analizar el programa de nuestro Partido, pero resultó que no sabía qué representa nuestro programa ni cómo hay que analizarlo; no comprendió cuál es la relación existente entre los distintos artículos del citado programa ni lo que representa en sí cada uno de dichos artículos. Y he aquí que nos aconseja «filosóficamente»: en vista de que yo no he podido entender tales y tales artículos de vuestro programa, es necesario por ello que los excluyáis del mismo.

Pero yo no quiero poner en ridículo al ya de por sí ridículo Sakartvelo, pues, como dicen, ¡al caído no se le pega! Al contrario, estoy incluso dispuesto a prestarle ayuda para hacerle comprender nuestro programa, pero a condición de que: 1) reconozca por su propia boca su ignorancia, 2) me escuche atentamente y 3) se ponga a bien con la lógica.

He aquí el asunto. Los artículos 3, 7 y 8 de nuestro programa surgieron sobre la base del centralismo político. Cuando el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia introdujo dichos artículos en su programa, lo hizo guiado por la idea de que la llamada solución «definitiva» de la «cuestión nacional», es decir, la «liberación» de las nacionalidades «alógenas» de Rusia, es, en general, imposible mientras el dominio político se encuentre en manos de la burguesía.

Eso se debe a dos causas: en primer lugar, el actual desarrollo económico va tendiendo poco a poco un puente entre las «nacionalidades alógenas» y «Rusia», va estableciendo vínculos cada día mayores entre ellas y engendra así sentimientos de amistad entre los círculos dirigentes de la burguesía de estas nacionalidades, lo que priva de base a sus aspiraciones de «liberación nacional»; en segundo lugar, y en términos generales, el proletariado no apoyará el movimiento llamado de «liberación nacional», puesto que hasta ahora todo movimiento de este género se ha realizado en provecho de la burguesía y ha servido para corromper y deformar la conciencia de clase del proletariado. Esas consideraciones dieron origen a la idea del centralismo político y a los artículos 3, 7 y 8 del programa de nuestro Partido, que son su expresión.

Pero esto, como se ha dicho antes, es un concepto general.

Sin embargo, eso no excluye que puedan darse condiciones económicas y políticas en que los círculos avanzados de la burguesía de las nacionalidades «alógenas» deseen la «liberación nacional».

Puede ocurrir también que un movimiento de esa naturaleza resulte útil para el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado.

¿Cómo deberá proceder entonces nuestro Partido?

Precisamente para estos posibles casos ha sido incluido en nuestro programa el artículo 9; previendo precisamente la posibilidad de tales circunstancias, se concede a las nacionalidades el derecho de procurar resolver sus asuntos nacionales de acuerdo con sus deseos (como, por ejemplo, «liberarse» completamente, separarse).

Nuestro Partido, un partido que se propone ser el dirigente del proletariado en lucha de toda Rusia, debe hallarse preparado para tales casos, posibles en la vida del proletariado, y precisamente por ello tenía que introducir ese artículo en su programa.

Así es como debe proceder todo partido precavido y previsor.

Sin embargo, resulta que a los «sabios» de Sakartvelo, así como a algunos socialdemócratas federalistas, no les satisface semejante sentido del artículo 9. Exigen una respuesta «categórica» y «directa» a la pregunta: ¿es o no ventajosa para el proletariado la «independencia nacional»?.

Eso me recuerda a los metafísicos rusos de los años del 50 del siglo pasado, que acosaban a los dialécticos de aquella época con la pregunta de si la lluvia era útil o perjudicial para la cosecha y exigían una respuesta «categórica». A los dialécticos no les fue difícil demostrar que semejante planteamiento de la cuestión era totalmente anticientífico; que en distintas épocas se debe responder de distinta manera a tales preguntas; que, durante la sequía, la lluvia es útil, mientras que, en épocas de lluvias abundantes, es inútil e incluso perjudicial, y que, por tanto, el exigir una respuesta «categórica» a tal pregunta es una necedad manifiesta.

Sin embargo, esos ejemplos no le han servido de nada a «Sakartvelo».

Los adeptos de Bernstein exigían de los marxistas una respuesta igualmente «categórica» a la pregunta de si son útiles o perjudiciales para el proletariado las cooperativas (es decir, las asociaciones de consumo y de producción). A los marxistas no les fue difícil demostrar la inconsistencia de semejante planteamiento de la cuestión. En una forma por demás simple, explicaron que todo depende del tiempo y del lugar; que allí donde la conciencia de clase del proletariado ha alcanzado el debido nivel de desarrollo, donde los proletarios están unidos en un partido político fuerte, las cooperativas pueden ser de gran utilidad para el proletariado, siempre y cuando sea el partido el que se encargue de su organización y dirección; en cambio, donde no se dan estas condiciones, las cooperativas son perjudiciales para el proletariado, pues crean entre los obreros tendencias de pequeño mercantilismo y de aislamiento gremial, desvirtuando así su conciencia de clase.

Tampoco ese ejemplo les ha servido de nada a los del Sakartvelo. Con más insistencia aún, siguen preguntando: ¿es útil o perjudicial para el proletariado la independencia nacional? ¡Pedimos una respuesta categórica!

Pero nosotros vemos que las circunstancias susceptibles de engendrar y desarrollar el movimiento de «liberación nacional» entre la burguesía de las nacionalidades «alógenas» no existen por ahora, ni son tan ineludibles en el futuro; han sido admitidas por nosotros sólo como posibles. Además, por el momento no se puede saber en qué grado de desarrollo se encontrará entonces la conciencia de clase del proletariado ni lo útil o perjudicial que será para él este movimiento. ¿Sobre qué base vamos a construir entonces la respuesta «categórica» a esa cuestión? ¿De dónde vamos a sacarla? ¿No es una necedad exigir en tal situación una respuesta «categórica»?

Es evidente que la solución de ese problema se debe dejar a cargo de las mismas nacionalidades «alógenas»; lo que a nosotros nos incumbe es conquistar para ellas el derecho de resolver esta cuestión. Que sean las mismas nacionalidades las que decidan, cuando llegue el momento, si es útil o perjudicial para ellas la «independencia nacional»; y, en caso de ser útil, en qué forma debe llevarse a cabo. ¡Sólo ellas pueden resolver esta cuestión!

De esa manera el artículo 9 concede a las nacionalidades «alógenas» el derecho de resolver sus asuntos nacionales según sus deseos; y nosotros, en virtud de este mismo artículo, estamos obligados a procurar que los deseos de esas nacionalidades tengan un carácter genuinamente socialdemócrata, que partan de los intereses de clase del proletariado, para lo cual es necesario educar a los proletarios de estas nacionalidades en el espíritu socialdemócrata y someter a una severa crítica socialdemócrata ciertos usos, costumbres e instituciones «nacionales» de carácter reaccionario, lo que, por otra parte, no nos impedirá defender dichos usos, costumbres e instituciones contra las violencias policíacas.

Tal es la idea esencial del artículo 9.

Adviértese fácilmente la profunda conexión lógica que existe entre dicho artículo de nuestro programa y los principios de la lucha proletaria de clase. Y como todo nuestro programa se basa en tal principio, es de por sí evidente la conexión lógica del artículo 9 con todos los demás artículos del programa de nuestro Partido.

El obtuso Sakartvelo es denominado «sabio» órgano de prensa precisamente porque no digiere ideas tan sencillas.

¿Qué queda, pues, de la «cuestión nacional»?

5) ¿«La defensa del espíritu nacional y de sus peculiaridades»?

Pero, ¿qué son ese «espíritu nacional y sus peculiaridades»? La ciencia, por boca del materialismo dialéctico, demostró hace tiempo que no existe ni puede existir ningún «espíritu nacional». ¿Ha refutado alguien este punto de vista del materialismo dialéctico? La historia nos dice que nadie lo ha refutado. Por lo tanto, estamos obligados a aceptar el indicado punto de vista de la ciencia y a repetir, con ella, que no existe ni puede existir ningún «espíritu nacional». Y si esto es así, si no existe ningún «espíritu nacional», es de por sí evidente que toda defensa de lo que no existe constituye una necedad lógica, que acarrearía inevitablemente las correspondientes consecuencias (indeseables) históricas.

Hablar de semejantes necedades «filosóficas» sólo es propio de Sakartvelo, «órgano del partido revolucionario de los social-federalistas georgianos» (v. Sakartvelo, núm. 9).

Esto es lo que ocurre con la cuestión nacional.

Como puede verse, nuestro Partido ha dividido esta cuestión en sus distintos elementos, ha separado sus jugos vitales y los ha inyectado en las venas de su programa, demostrando con todo esto cómo debe ser resuelta la «cuestión nacional» en el seno de la socialdemocracia, a fin de destruir por completo las barreras nacionales, sin apartarnos ni un momento de nuestros principios.

¿Para qué hacen falta, pues, diferentes partidos nacionales? ¿Dónde está la «base» socialdemócrata sobre la que deben erigirse los conceptos de organización y políticos de los socialdemócratas federalistas? Esa «base» no se ve, no existe. Los socialdemócratas federalistas penden en el aire.

De situación tan incómoda pueden salir de dos maneras: o bien deben abandonar definitivamente el punto de vista del proletariado revolucionario y adoptar el principio del fortalecimiento de las barreras nacionales (oportunismo en forma federalista), o bien deben renunciar a todo federalismo en la organización del Partido, enarbolar con audacia la bandera de la destrucción de las barreras nacionales y unirse estrechamente en el campo indiviso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

✔Publicado sin firma el 1 de septiembre de 1904 en el nº 7 del periódico Proletariatis Brdzola