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domingo, 12 de noviembre de 2017
✔XI EL PARTIDO BOLSHEVIQUE EN LA LUCHA POR LA COLECTIVIZACIÓN DE LA AGRICULTURA (1930-1934)☭
✔XI EL PARTIDO BOLSHEVIQUE EN LA LUCHA POR LA COLECTIVIZACIÓN DE LA AGRICULTURA (1930-1934)
1. La situación internacional en los años de 1930 a 1934. - La crisis económica en los países capitalistas. - Ocupación de la Manchuria por el Japón. - Ascenso de los fascistas al poder en Alemania. - Dos focos de guerra. Mientras la U.R.S.S. lograba éxitos importantes en la industrialización socialista del país y desarrollaba con rápido ritmo su industria, en los países del capitalismo se desencadenaba, a fines de 1929, recrudeciéndose en los tres años siguientes, una crisis económica mundial sin precedentes por su fuerza destructora. La crisis industrial se entrelazaba con la crisis de la agricultura, con la crisis agraria, y esto empeoraba todavía más la situación de los países capitalistas. Mientras la industria de la U.R.S.S., durante los tres años de crisis (1930-1933), creció en más del doble, alcanzando en 1933 el 201 por ciento de su nivel de 1929, la industria de los Estados Unidos descendió, a fines de 1933, hasta el 65 por ciento de su nivel de 1929, la de Inglaterra hasta el 86 por ciento, la de Alemania hasta el 66 por ciento y la de Francia hasta el 77 por ciento. Esta circunstancia venía a demostrar una vez más la superioridad del sistema de la Economía socialista sobre el sistema de la Economía capitalista. Ponía de manifiesto que el país del socialismo es el único país del mundo libre de crisis económicas. Como resultado de la crisis económica mundial, fueron lanzados al hambre, a la miseria y al suplicio 24 millones de obreros parados. La crisis agraria condenaba al sufrimiento a decenas de millones de campesinos. La crisis económica mundial vino a agudizar todavía más las contradicciones entre los Estados imperialistas, entre los países vencedores y los países vencidos, entre los Estados imperialistas y los países coloniales y dependientes, entre los obreros y los capitalistas, entre los campesinos y los terratenientes. En su informe ante el XVI Congreso del Partido, el camarada Stalin señaló que la burguesía buscaría la solución a la crisis económica, de una parte, en la represión contra la clase obrera mediante la instauración de la dictadura fascista, es decir, de la dictadura de los elementos más reaccionarios, más chovinistas, más imperialistas del capitalismo, y de otra parte, en el desencadenamiento de la guerra por el reparto de las colonias y de las zonas de influencia a costa de los intereses de los países mal defendidos. Y así fue, en efecto. En 1932, recrudeció el peligro de guerra por parte del Japón. Los imperialistas japoneses, viendo que las potencias europeas y los Estados Unidos se hallaban completamente absorbidos por los asuntos interiores de sus países con motivo de la crisis económica, decidieron aprovechar esta ocasión para intentar lanzarse sobre el territorio chino, mal defendido, someter a su imperio este país y convertirse allí en dueños de la situación. Sin declarar la guerra a China y aprovechándose canallescamente de los "incidentes locales", provocados por ellos mismos, los imperialistas japoneses introdujeron furtivamente sus tropas en Manchuria. Las tropas japonesas se apoderaron completamente de Manchuria, asegurándose allí posiciones favorables para anexionarse el Norte de China y atacar a la U.R.S.S. Con objeto de tener las manos libres, el Japón salió de la Sociedad de Naciones y comenzó a armarse intensivamente. Esta circunstancia empujó a los Estados Unidos, a Inglaterra y a Francia a reforzar sus armamentos navales en el Extremo Oriente. El Japón venía persiguiendo, manifiestamente, el objetivo de someter a su imperio a China y eliminar de allí a las potencias imperialistas europeas y norteamericana. Estas respondieron al golpe, reforzando sus armamentos. Pero el Japón perseguía, además, otra finalidad: apoderarse del Extremo Oriente Soviético. Como es lógico, la U.R.S.S. no podía pasar por alto semejante peligro y comenzó a reforzar intensivamente la capacidad defensiva de la región del Extremo Oriente. Por tanto, gracias a los imperialistas japoneses fascistizados, se creó en el Extremo Oriente el primero foco de guerra. La crisis económica no agudizó las contradicciones del capitalismo solamente en el Extremo Oriente. Las agudizó también en Europa. La pertinaz crisis industrial y agraria, el enorme paro forzoso y la situación cada vez más precaria de las clases desposeídas contribuían a agudizar el descontento de los obreros y campesinos. El descontento fue creciendo hasta convertirse en un estado de indignación revolucionaria de la clase obrera. Este descontento se agudizó especialmente en Alemania, país económicamente agotado por la guerra, por las contribuciones que se le habían impuesto en provecho de los vencedores anglofranceses y por la crisis económica, y donde la clase obrera vivía agobiada bajo el yugo de su propia burguesía y de la burguesía extranjera, anglofrancesa. Testimonio elocuente de esto eran los seis millones de votos obtenidos por el Partido Comunista de Alemania en las últimas elecciones al Reichstag celebradas antes del ascenso de los fascistas al Poder. La burguesía alemana vió que las libertades democráticoburguesas que aun se conservaban en Alemania podían jugarle una mala pasada, que la clase obrera podía aprovecharse de esas libertades para desarrollar el movimiento revolucionario. En vista de esto, decidió que, para mantener en Alemania el Poder de la burguesía, no había más que un solo camino: acabar con las libertades burguesas, reducir a la nada el Parlamento (el Reichstag) e instaurar una dictadura terrorista de tipo nacionalista burgués, capaz de aplastar a la clase obrera y que encontrase su base de sustentación entre las masas pequeñoburguesas influídas por la idea del desquite. Y para esto, llamó al Poder al partido fascista, que para engañar al pueblo se había puesto la etiqueta de Partido nacional-socialista, pues sabía perfectamente que el partido fascista es, en primer lugar, el sector de la burguesía imperialista más reaccionario y más enemigo de la clase obrera y, en segundo lugar, el partido más rabiosamente defensor de la idea del desquite, capaz de arrastra consigo a las masas de millones de hombres de la pequeña burguesía de sentimientos nacionalistas. Ayudaron a la burguesía en esta empresa los traidores a la clase obrera, los dirigentes de la socialdemocracia alemana, que con su política oportunista allanaron el camino al fascismo. Tales fueron las condiciones, gracias a las cuales los fascistas alemanes subieron al Poder en 1933. Analizando los acontecimientos de Alemania, el camarada Stalin dijo en su informe ante el XVII Congreso del Partido: "En el triunfo del fascismo en Alemania no hay que ver solamente un signo de la debilidad de la clase obrera y el fruto de la traición a la clase obrera de la socialdemocracia que desbrozó el camino al fascismo. Hay que ver también en él un signo de la debilidad de la burguesía, un indicio de que ésta no está ya en condiciones de gobernar con los viejos métodos del parlamentarismo y de la democracia burguesa, razón por la cual se ve obligada a recurrir, en política interior, a los métodos terroristas de gobierno..." (Stalin, "Problemas del Leninismo", pág. 545, ed. Rusa). Los fascistas alemanes señalaron su política interior por el incendio del Reichstag, por una represión brutal contra la clase obrera, por la destrucción de las organizaciones del proletariado y la supresión de las libertades democráticoburguesas. Su política exterior, por la salida de la Sociedad de Naciones y la preparación abierta de una guerra encaminada a revisar por la fuerza las fronteras de los Estados europeos en provecho de Alemania. Por tanto, gracias a los fascistas alemanes, se creó en el centro de Europa el segundo foco de guerra. Como es lógico, la U.R.S.S. no podía pasar por alto un hecho tan importante. Y comenzó a seguir atentamente la marcha de los acontecimientos en la Europa occidental, reforzando la capacidad defensiva del país en sus fronteras occidentales.
2. De la política de restricciones contra los elementos kulaks a la política de liquidación de los kulaks como clase. - Lucha contra las deformaciones de la política del Partido en el movimiento coljosiano. - Ofensiva contra los elementos capitalistas en todo el frente. - El XVI Congreso del Partido. La afluencia de los campesinos en masa hacia los coljoses, que se desarrolló en los años de 1929 a 1930, era el resultado de toda la labor anterior del Partido y del Gobierno. El desarrollo de la industria socialista, que comenzó a fabricar en masa tractores y máquinas para la agricultura; la lucha resuelta contra los kulaks durante las campañas de acopios de cereales de los años 1928 y 1929; el desarrollo de la cooperación agrícola, que fue habituando poco a poco al campesino al régimen colectivo; la experiencia positiva de los primeros coljoses y sovjoses: todo contribuyó a preparar el paso a la colectivización total, la afluencia de los campesinos a los coljoses por aldeas, distritos y departamentos enteros. El paso a la colectivización total no se operó mediante la simple afluencia pacífica de las grandes masas campesinas a los coljoses, sino a través de una lucha de masas de los campesinos contra los kulaks. La colectivización total significaba el paso el paso a manos de los coljoses de todas las tierras situadas en la demarcación de una aldea, y una parte considerable de estas tierras se hallaban en manos de los kulaks, por cuya razón los campesinos tenían que arrojar a aquéllos de las tierras, expropiar a los kulaks, arrebatar a éstos el ganado y las máquinas, exigiendo que el Poder Soviético detuviese a los kulaks y los expulsase de la aldea. La colectivización total significaba, pues, la liquidación de los kulaks. Esto era la política de liquidación de los kulaks como clase, sobre la base de la colectivización total. Por aquel entonces, la U.R.S.S. contaba ya con una base material suficientemente fuerte para acabar con los kulaks, vencer su resistencia, liquidarlos como clase y sustituir su producción por la de los coljoses y sovjoses. Todavía en 1927, los kulaks producían más de 9.828.000 toneladas de trigo, de los cuales lanzaban al mercado unos dos millones de toneladas. Los coljoses y sovjoses, en cambio, sólo lograron producir, en 1927, 573.000 toneladas para el mercado. En 1929, gracias al rumbo firme emprendido por el Partido bolshevique hacia el desarrollo de los sovjoses y coljoses y a los éxitos de la industria socialista que había dotado a la aldea de tractores y maquinaria agrícola, los coljoses y sovjoses se convirtieron en una fuerza considerable. Ya en este año, los coljoses y sovjoses produjeron más de 6 millones de toneladas de trigo, de los cuales lanzaron al mercado más de 2 millones de toneladas; es decir, más que los kulaks en el año 1927. En 1930, los coljoses y sovjoses tenían que lanzar, y lanzaron efectivamente, al mercado más de 6 millones y medio de toneladas de trigo, o sea incomparablemente más que los kulaks en 1927. Por tanto, el desplazamiento de las fuerzas de clase en la Economía del país y la existencia de la base material necesaria para sustituir la producción de trigo de los kulaks por la producción de trigo de los coljoses y sovjoses, permitían al Partido bolshevique pasar de la política de restricciones contra los kulaks a la nueva política, a la política de liquidación de los kulaks como clase, sobre la base de la colectivización total. Hasta 1929, el Poder Soviético siguió la política de restricciones contra los kulaks. El Poder Soviético sometía a los kulaks a un elevado impuesto, les obligaba a vender al trigo al Estado a precios de tasa, restringía hasta cierto punto el disfrute de la tierra por los kulaks, con arreglo a la ley sobre los arriendos de tierras, limitaba las proporciones de las explotaciones de los kulaks, mediante la ley sobre empleo del trabajo asalariado por los campesinos individuales. Pero no seguía aún la política de liquidación de los kulaks, pues las leyes sobre los arriendos de tierras y el empleo de trabajo asalariado permitían la existencia de los kulaks y la prohibición de expropiar a los kulaks daba una cierta garantía en este sentido. Esta política servía para contener el desarrollo de los kulaks, para desalojar y arruinar a ciertas capas aisladas de kulaks que no podían hacer frente a estas restricciones. Pero no obstruía las bases económicas de los kulaks como clase no conducía a su liquidación. Era una política de restricción, pero no de liquidación de los kulaks. Esta política fue necesaria hasta llegar a un determinado momento, mientras los coljoses y los sovjoses eran aún débiles y no podían sustituir la producción de trigo de los kulaks por la suya propia. A fines de 1929, cuando ya los coljoses y los sovjoses se fueron desarrollando, el Poder Soviético dio un rápido viraje, abandonando aquella política, para pasar a la política de liquidación, a la política de destrucción de los kulaks como clase. Derogó las leyes sobre los arriendos de tierras y el empleo del trabajo asalariado, privando con ello a los kulaks de tierras y de jornaleros. Abolió la prohibición de expropiar a los kulaks. Permitió a los campesinos incautarse del ganado, las máquinas y los aperos de labranza de los kulaks, en provecho de los coljoses. Se procedió a la expropiación de los kulaks. Estos fueron expropiados ni más ni menos que lo habían sido los capitalistas, en 1918, en el terreno industrial, aunque con la diferencia de que los medios de producción de los kulaks no pasaban a manos del Estado, como allí, sino a manos de los campesinos asociados, a manos de los coljoses. Fue ésta una profundísima transformación revolucionaria, un salto del viejo estado cualitativo de la sociedad a un nuevo estado cualitativo, equivalente por sus consecuencias a la transformación revolucionaria operada en Octubre de 1917. El rasgo peculiar de esta revolución consistía en que se había operado desde arriba, por iniciativa del Poder del Estado, con la ayuda directa desde abajo, por parte de la masa de millones de campesinos que luchaba contra el avasallamiento de los kulaks y por una vida coljosiana libre. Esta revolución venía a resolver de golpe tres problemas fundamentales de la edificación socialista: a) Acababa con la clase explotadora más numerosa del País Soviético, con la clase de los kulaks, que era el baluarte para la restauración del capitalismo; b) Apartaba a la clase trabajadora más numerosa del País Soviético, a la clase campesina, de la senda de las explotaciones individuales, fuente del capitalismo, para llevarla a la senda de la economía colectiva, coljosiana, socialista; c) Daba al País Soviético una base socialista en la esfera más vasta y más vitalmente necesaria, que era también la más atrasada de la Economía nacional: la agricultura. De este modo, se cegaban las últimas fuentes de restauración del capitalismo dentro del país, a la par que se creaban las nuevas y decisivas condiciones necesarias para la edificación de una Economía nacional de tipo socialista. Fundamentando la política de liquidación de los kulaks como clase y registrando los resultados del movimiento de masas de los campesinos por la colectivización total, el camarada Stalin escribía, en 1929: "Se hunde y se hace añicos la última esperanza de los capitalistas de todos los países, que sueñan con restaurar en la U.R.S.S. el capitalismo: el "sacrosanto principio de la propiedad privada". Los campesinos, a quienes ellos consideran como el material que abona el terreno para el capitalismo, abandonan en masa la tan ensalzada bandera de la "propiedad privada" y pasan a los cauces del colectivismo, a los cauces del socialismo. Se hunde la última esperanza de restauración del capitalismo" (Stalin, "Problemas del Leninismo", pág. 296, ed. rusa). La política de liquidación de los kulaks como clase se aseguró con el histórico acuerdo del Comité Central del P.C. (b) de la U.R.S.S., del 5 de enero de 1930, "Sobre el ritmo de la colectivización y las medidas del Estado para ayudar al movimiento coljosiano". En este acuerdo, se tenían en cuenta perfectamente las diversas condiciones existentes en las distintas regiones de la U.R.S.S., el nivel desigual de preparación para la colectivización que existía en las diversas regiones de la Unión Soviética. Se establecieron diversos ritmos de colectivización. El Comité Central dividió las regiones de la U.R.S.S., desde el punto de vista de los ritmos de colectivización, en tres grupos. En el primero grupo se incluyeron las regiones cerealistas más importantes, las que estaban mejor preparadas para la colectivización, las que disponían de más tractores y contaban con mayor número de sovjoses y mayor experiencia en la lucha contra los kulaks durante las anteriores campaña de acopios de cereales: el Cáucaso Norte (el Kubán, el Don y el Térek), la región central del Volga y la región del bajo Volga. El Comité Central dispuso que en este grupo de regiones cerealistas la colectivización debía estar terminada, en lo fundamental, para la primavera de 1931. El segundo grupo de regiones cerealistas, del que formaban parte Ucrania, la región central de las Tierras Negras, Siberia, el Ural, Kazajstán y otras regiones productoras de cereales, podría terminar la colectivización, en lo fundamental, para la primavera de 1932. Las restantes regiones, territorios y Repúblicas (la región de Moscú, Transcaucasia, las Repúblicas del Asia Central, etc.) podrían prolongar el plazo para la colectivización hasta fines del Plan Quinquenal, es decir, hasta el año 1933. El Comité Central del Partido reconocía, en relación con el ritmo creciente de la colectivización, la necesidad de acelerar más aún la construcción de fábricas de tractores, de máquinas combinadas, de aperos para enganchar los tractores, etc. Al mismo tiempo, exigía que se saliese "enérgicamente al paso de la tendencia a menospreciar la importancia de la tracción animal en la fase actual del movimiento coljosiano, tendencia que conduce a la dilapidación y a la venta del ganado de labor". Los créditos abiertos a los coljoses en el año de 1929-1930 excedían del doble de los concedidos anteriormente (llegando hasta 500 millones de rublos). Se disponía que se garantizase a los coljoses la aplicación de las leyes agrarias por cuenta del Estado. En este acuerdo, se trazaba la norma importantísima de que la forma fundamental del movimiento coljosiano en aquella etapa concreta era el artel agrícola, en el que solamente se colectivizan los medios básicos de producción. El Comité Central precavía muy seriamente a las organizaciones del Partido "contra toda pretensión de imponer "por decreto", desde arriba, el movimiento coljosiano, que pudiera implicar un peligro de suplantar la verdadera emulación socialista en la organización de coljoses por el intento de jugar a la colectivización" ("Resoluciones del P.C. (b) de la U.R.S.S.", parte II, pág. 662). Esta disposición del Comité Central vino a infundir claridad a la aplicación de la nueva política del Partido en el campo. Sobre la base de la política de liquidación de los kulaks y de la aplicación de la colectivización total, se desplegó un potente movimiento coljosiano. Los campesinos de aldeas y distritos enteros afluían a los coljoses, barriendo de su camino a los kulaks y librándose de las garras de esto. Pero, a la par con los formidables éxitos conseguidos en la colectivización, pronto comenzaron a revelarse también deficiencias en la actuación práctica de los activistas del Partido, deformaciones de la política del Partido en cuanto al movimiento coljosiano. A pesar de que el Comité Central había precavido a sus militantes que no perdiesen la cabeza ante los éxitos de la colectivización, muchos activistas del Partido comenzaron a forzar artificialmente este movimiento, sin tener en cuenta las condiciones de lugar y tiempo, sin tener en cuenta el grado de preparación de los campesinos para entrar en los coljoses. Se comprobó que se faltaba al principio de la voluntariedad en la organización de coljoses. En una serie de comarcas, se obligaba a los campesinos a entrar en los coljoses, bajo la amenaza de "expropiarlos", de privarlos de los derechos electorales, etc. En una serie de comarcas, la labor preparatoria y de esclarecimiento paciente de los fundamentos de la política del Partido en materia de colectivización se suplantaba por el procedimiento burocrático, curialesco, de decretar desde arriba cifras desmesuradas de coljoses que se aparentaba crear, hinchando artificialmente el porcentaje de la colectivización. Faltando a la norma del Comité Central, según la cual el eslabón fundamental del movimiento coljosiano era el artel agrícola, en el que solamente se colectivizan los medios básicos de producción, había una serie de localidades en las que atolondradamente se saltaba, por encima del artel, a la comuna y se implantaba la colectivización de las viviendas, del ganado lechero y menor no destinado al mercado, de las aves de corral, etc. Los militantes dirigentes de algunas comarcas, embalados por los primeros éxitos de la colectivización, faltaban a las normas directas del Comité Central sobre los ritmos y plazos a que aquella había de sujetarse. La región de Moscú, en su batida por conseguir cifras hinchadas, comenzó a orientar sus actividades hacia la terminación de la campaña de colectivización en la primavera de 1930, a pesar de que disponía aún de cerca de tres años (hasta fines de 1932). Y aun eran más graves las infracciones que se cometían en Transcaucasia y en el Asia Central. Los kulaks y sus portavoces se aprovechaban de estos excesos para fines de provocación, formulaban propuestas en el sentido de organizar comunas en vez de artels, de pasar directamente a la colectivización de las viviendas, del ganado menor y de las aves de corral. Al mismo tiempo, los kulaks hacían agitación para que se matase el ganado antes de entrar en los coljoses, convenciendo a los campesinos de que en el coljos "se lo quitaría, de todos modos". El enemigo de clase especulaba con la idea de que los excesos y los errores cometidos por las organizaciones locales en cuanto a la colectivización irritarían a los campesinos y provocarían sublevaciones contra el Poder Soviético. Resultado de los errores, cometidos por las organizaciones del Partido, y de los actos de franca provocación de los enemigos de clase, fue que en la segunda quincena de febrero de 1930, sobre el fondo de los éxitos generales e indiscutibles conseguidos por la colectivización, se manifestasen en algunas comarcas síntomas peligrosos de un serio descontento por parte de los campesinos. El alguno que otro sitio, los kulaks y sus agentes lograron incluso que los campesinos se dejasen llevar directamente a manifestarse contra el Poder Soviético. El Comité Central, al que llegaban una serie de señales alarmantes sobre las deformaciones de la línea del Partido, que amenazaban dar al traste con la colectivización, puso inmediatamente manos a la obra para encauzar la situación y comenzó a hacer que los cuadros del Partido corrigiesen sin pérdida de tiempo los errores cometidos. El 2 de marzo de 1930 se publicó por acuerdo del Comité Central el artículo del camarada Stalin titulado: "Los éxitos se nos suben a la cabeza". En este artículo, se amonestaba a todos los que, dejándose arrastrar por los éxitos de la colectivización, caían en graves errores y se desviaban de la línea del Partido; a todos los que intentaban llevar a los campesinos por el camino coljosiano mediante medidas de coacción administrativa. En este artículo se subraya vigorosamente el principio de la voluntariedad en la organización de coljoses y se indicaba la necesidad de tener en cuenta la diversidad de condiciones existentes en las distintas regiones de la U.R.S.S. al determinar los ritmos y métodos de colectivización. El camarada Stalin recordaba que el eslabón fundamental del movimiento coljosiano era el artel agrícola, en el que solamente se colectivizan los medios básicos de producción, principalmente en la producción de cereales, dejando al margen el huerto, la vivienda, una parte del ganado lechero, el ganado menor, las aves de corral, etc. El artículo del camarada Stalin tuvo una importancia política grandísima. Este artículo ayudó a las organizaciones del Partido a corregir sus errores y asestó el más rudo golpe a los enemigos del Poder Soviñetico, que confiaban en que aquellos excesos les darían la base para sublevar a los campesinos contra el Poder de los Soviets. Las grandes masas campesinas pudieron convencerse de que la línea del Partido bolshevique no guardaba la menor relación con los excesos "izquierdistas" y atolondrados, que se habían cometido en algunos sitios. Este artículo tranquilizó a las masas campesinas. Con el fin de llevar a término la obra de corrección de los excesos y errores, iniciada con el artículo del camarada Stalin, el Comité Central del P.C. (b) de la U.R.S.S. decidió atacar nuevamente estos errores, publicando el 15 de marzo de 1930 una disposición "Sobre la lucha contra las deformaciones de la línea del Partido en el movimiento coljosiano". En esta disposición, se analizaban minuciosamente los errores que se habían cometido y que eran el resultado del abandono de la línea leninista-stalinista del Partido, el resultado de la infracción directa de las normas trazadas por el Partido. El Comité Central señalaba que la actuación práctica de los que incurrían en aquellos excesos "izquierdistas" significaba una ayuda directa prestada al enemigo de clase. "Los activistas que no sepan o no quieran mantener una lucha resuelta contra las deformaciones de la línea del Partido -disponía el Comité Central- serán separados de sus puestos y sustituidos por otros" ("Resoluciones del P.C. (b) de la U.R.S.S.", parte II, pág. 663). El Comité Central cambió la dirección de algunas organizaciones regionales y territoriales del Partido (la de la región de Moscú y la de Transcaucasia), que habían cometido errores políticos y no habían sabido corregirlos. El 3 de abril de 1930, se publicó el artículo del camarada Stalin titulado "Respuesta a los camaradas coljosianos". En él se ponían al desnudo la raíz de los errores cometidos en el problema campesino y los principales errores en el movimiento coljosiano: la falsa manera de abordar a los campesinos medios, la infracción del principio leninista de la voluntariedad en la organización de coljoses, la infracción del principio leninista que obligaba a tener en cuenta la diversidad de condiciones existentes en las distintas regiones de la U.R.S.S. y el paso directo a la comuna, saltando por encima del artel. Como resultado de todas estas medidas, el Partido consiguió acabar con los excesos cometidos en una serie de distritos por los activistas locales. Sin la formidable firmeza del Comité Central y su capacidad para marchar contra la corriente, no se habría conseguido volver al buen camino, a su debido tiempo, a la parte considerable de cuadros del Partido que, seducidos por los éxitos, habían ido rodando hacia abajo y desviándose de la línea del Partido. El Partido logró acabar con las deformaciones de su línea en el movimiento coljosiano. Esta fue la base sobre la que se afianzaron los éxitos del movimiento coljosiano. Esta fue la base sobre la que se desarrolló un nuevo y potente auge del movimiento coljosiano. Antes de que el Partido pasase a la política de liquidación de los kulaks como clase, la ofensiva más importante contra los elementos capitalistas, encaminada a su liquidación, era la que se desarrollaba, fundamentalmente, en la ciudad, en el terreno de la industria. Por el momento, la agricultura, el campo, iban a la zaga de la industria, de la ciudad; por eso, la ofensiva presentaba un carácter desigual, y no un carácter general, completo. Pero ahora, que ya comenzaba a pasar a la historia el atraso de la aldea, se mostró en toda su evidencia la lucha de los campesinos por la liquidación de los kulaks, y el Partido pasó a la política de la liquidación de estos elementos; la ofensiva contra los elementos capitalistas adquirió un carácter general y la ofensiva parcial se convirtió en una ofensiva en todo el frente. En el momento de convocarse el XVI Congreso del Partido, se había desplegado ya en toda la línea la ofensiva general contra los elementos capitalistas. El XVI Congreso del Partido se reunió el 26 de junio de 1930. Asistieron a él 1.268 delegados con voz y voto y 891 con voz solamente, representando a 1.260.874 afilados y a 711.609 aspirantes. El XVI Congreso del Partido ha pasado a la historia de éste como "el Congreso de la ofensiva desplegada del socialismo en todo el frente, de la liquidación de los kulaks como clase y de la realización de la colectivización total" (Stalin). En el informe político del Comité Central, el camarada Stalin puso de relieve los grandes triunfos logrados por el Partido bolshevique mediante el desarrollo de la ofensiva socialista. En el terreno de la industrialización socialista, se había conseguido que el peso específico de la industria, dentro del volumen global de la producción de la Economía nacional, superase al peso específico de la agricultura. En el año económico de 1929-1930, la proporción de la industria llegaba ya al 53 por 100 del volumen global de la producción de toda de la Economía nacional, y la de la agricultura sólo era de un 47 por 100, aproximadamente. Hacia la época del XV Congreso, en el año de 1926-1927, el volumen global de la producción de toda la industria sólo era de 102,5 por 100 del nivel de antes de la guerra; hacia la época del XVI Congreso, o sea el 1929-1930, era ya del 180 por 100, aproximadamente, del nivel de anteguerra. La industria pesada -la producción de medios de producción, la construcción de maquinaria- se iba fortaleciendo cada vez más. "...Nos encontramos en vísperas de la transformación de un país agrario en un país industrial" -declaró el camarada Stalin entre los aplausos entusiastas de todo el Congreso. Sin embargo, explicaba el Camarada Stalin, no hay que confundir el ritmo intensivo de desarrollo de la industria con el nivel de este desarrollo. A pesar de que la industria socialista se desarrollaba con un ritmo sin precedente, en cuanto al nivel del desarrollo industrial el País Soviético iba muy a la zaga de los países capitalistas más adelantados. Así ocurría con la producción de energía eléctrica, no obstante los éxitos gigantescos logrados en la U.R.S.S. en materia de electrificación. Así ocurría con la producción de metales. A fines de 1929-1930, la U.R.S.S. debía producir, según el plan, 5 millones y medio de toneladas de fundición de hierro, mientras que Alemania había producido, en 1929, 13,4 millones de toneladas y Francia, 10,45 millones. Para poder liquidar el brevísimo tiempo este atraso técnico-económico, era necesario seguir acelerando el ritmo de desarrollo de la industria soviética, era necesario luchar del modo más resuelto contra los oportunistas, que aspiraban a amortiguar el ritmo de desarrollo de la industria socialista. "...Los charlatanes que hablan de la necesidad de amortiguar el ritmo de desarrollo de nuestra industria son enemigos del socialismo, agentes de nuestros enemigos de clase", -señalaba el camarada Stalin ("Problemas del Leninismo", pág. 369, ed. rusa). Después de cumplir con éxito y sobrepasar el plan del primer año del primer Plan quinquenal, surgió entre las masas la consigna de "ejecutar el Plan quinquenal en cuatro años". En una serie de ramas adelantadas de la industria (petróleo, turba, construcción de maquinaria general y agrícola, industria electrotécnica), la ejecución del plan se desarrollaba con tanto éxito, que en estas ramas se pudo llegar incluso a cumplir el programa trazado por el Plan quinquenal en dos y medio a tres años. Esto confirmaba la plena realidad de la consigna del "Plan quinquenal en cuatro años" y desenmascaraba el oportunismo de los incrédulos que dudaban de la posibilidad de su realización. El XVI Congreso encargó al Comité Central del Partido que "asegurase también para lo sucesivo los impetuosos ritmos bolsheviques en la edificación socialista, para conseguir realmente ejecutar el Plan quinquenal en cuatro años". Hacia la época del XVI Congreso del Partido, se operó un viraje formidable en el desarrollo de la agricultura de la U.R.S.S. Las grandes masas campesinas se orientaron hacia el socialismo. El 1º de mayo de 1930, en las regiones cerealistas más importantes, el sector colectivizado abarcaba ya del 40 al 50 por 100 de las explotaciones campesinas (en la primavera de 1928, sólo ascendía al 2 o al 3 por 100). La superficie de siembra de los coljoses englobaba 36 de millones de hectáreas. Por tanto, se había sobrepasado el ambicioso programa trazado en el acuerdo del Comité Central de 5 de enero de 1930 (30 millones de hectáreas). En cuanto al Plan quinquenal de organizaciones de coljoses, su programa para dos años fue ejecutado en más de 150 por 100. En tres años, la producción de los coljoses para el mercado creció en más de 40 veces. En 1930, los coljoses, sin contar los sovjoses, daba ya al Estado más de la mitad de toda la producción de trigo para el mercado producida por el país. Esto significaba que, en lo sucesivo, los destinos de la agricultura del País Soviético ya no los trazarían las explotaciones campesinas individuales, sino los coljoses y los sovjoses. Si hasta que los campesinos comenzaron a afluir en masa a los coljoses el Poder Soviético se apoyaba, fundamentalmente, en la industria socialista, desde ahora empezó a apoyarse también en el sector socialista de la agricultura, que se extendía rápidamente, en los coljoses y en los sovjoses. Los campesinos coljosianos se convirtieron, como señalaba el XVI Congreso en uno de sus acuerdos, "en un verdadero y firme puntal del Poder Soviético". 3. El Partido se orienta hacia la reconstrucción de todas las ramas de la economía nacional. - El papel de la técnica. - Sigue desarrollándose el movimiento coljosiano. - Las secciones políticas de las estaciones de máquinas y tractores. - Balance de la ejecución del Plan quinquenal en cuatro años. - El triunfo del socialismo en todo el frente. - El XVII Congreso del Partido. Después de comprobar que la industria pesada, y sobre todo la de construcción de maquinaria, no sólo se había creado y afianzado, sino que, además, se seguía desarrollando con ritmo bastante rápido, se planteó ante el Partido la tarea inmediata de reconstruir todas las ramas de la Economía nacional sobre la base de la nueva técnica moderna. Era necesario proveer a la industria del combustible, a la metalurgia, a la industria ligera, a la industria de la alimentación, a la industria forestal, a la industria de guerra, al transporte y a la agricultura, de técnica nueva, moderna, de nuevas herramientas y nueva maquinaria. En vista del aumento gigantesco de la demanda de productos agrícolas y artículos industriales, hacíase necesario duplicar o triplicar la producción en todas las ramas de la Economía nacional. Pero esto no podía conseguirse más que dotando a las fábricas y empresas industriales, a los sovjoses y coljoses, de máquinas y herramientas modernas en cantidad suficiente, pues su viejo instrumental no estaba en condiciones de hacer frente a semejante desarrollo de la producción. Sin reconstruir las ramas básicas de la Economía nacional, era imposible satisfacer las nuevas y cada vez mayores exigencias del país y de su Economía. Sin esta obra de reconstrucción, era imposible llevar a término la ofensiva del socialismo en todo el frente, pues a los elementos capitalistas de la ciudad y del campo había que darles la batalla y dejarlos fuera de combate, no sólo con una nueva organización del trabajo y de la propiedad, sino también con una nueva técnica, con la superioridad de la técnica propia. Sin esta obra de reconstrucción, era imposible alcanzar y sobrepasar en el terreno técnico-económico a los países capitalistas más adelantados, pues, si bien desde el punto de vista del ritmo de desarrollo de su industria, la U.R.S.S. superaba a los países capitalistas, desde el punto de vista del nivel de su desarrollo industrial, desde el punto de vista del volumen de producción, la U.R.S.S. marchaba todavía muy a la zaga de ellos. Para poder acabar con este atraso, era necesario pertrechar a toda la Economía nacional soviética con una nueva técnica, era necesario reconstruir todas las ramas de la economía nacional sobre la base de una nueva técnica, de la técnica moderna. La técnica había adquirido, por tanto, una importancia decisiva. El obstáculo con que se tropezaba en este terreno no era tanto la escasez de nuevas máquinas y herramientas -pues la industria de construcción de maquinaria estaba en condiciones de poder producir nuevo instrumental- como la actitud equivocada, ante la técnica, de los militantes destacados en el sector de la Economía, su menosprecio de la importancia de la técnica en el periodo de la reconstrucción, su actitud desdeñosa hacia la técnica. Los administradores de las empresas soviéticas entendían que la técnica era incumbencia de los "especialistas", una cuestión secundaria, encomendada a los "técnicos burgueses", que los comunistas que trabajaban en el sector económico no tenían por qué inmiscuirse en la técnica de la producción, que su misión no era ocuparse de problemas técnicos, sino de cuestiones más importantes, a saber: de la dirección de la producción "en general". Se dejaba, pues, que los "especialistas" burgueses manejasen a su arbitrio los asuntos de la producción, mientras los comunistas que trabajaban en las organizaciones económicas se encargaban de dirigir la producción "en general", es decir, de firmar papeles. Huelga demostrar que, con esta actitud que se adoptaba ante el problema, lo que se llamaba dirigir la producción "en general" tenía que degenerar necesariamente en charlatanería sobre la dirección "en general", firma estéril de papeles, en puro papeleo. Es evidente que, con aquella actitud desdeñosa hacia la técnica, que adoptaban los comunistas responsables de las organizaciones económicas, el País Soviético jamás habría podido no ya sobrepasar, sino ni siquiera alcanzar a los países capitalistas más adelantados. Semejante actitud en punto a la técnica, sobre todo en el periodo de la reconstrucción, condenaba al País Soviético al atraso, a que se amortiguara el ritmo de desarrollo de su Economía. En el fondo, esta actitud ante la técnica ocultaba, encubría el deseo secreto de una parte de los comunistas destacados en las organizaciones económicas de amortiguar el ritmo de desarrollo de la industria, de hacerlo descender y de disfrutar de una "posición tranquila", descargando sobre los "especialistas" la responsabilidad en cuanto a la producción. Era necesario conseguir que los comunistas, que trabajaban en las organizaciones económicas, se preocupasen de la técnica, que tomasen gusto por ésta, hacerles ver que los bolsheviques destacados en el sector económico tenían el deber fundamental de dominar la nueva técnica, que sin dominar la nueva técnica se corría el riesgo de condenar a la Patria Soviética al atraso y al estancamiento. Sin resolver este problema, no era posible seguir avanzando. En este terreno, tuvo una importancia muy grande el discurso del camarada Stalin en la primera conferencia de activistas de la industria, celebrada en febrero de 1931. "A veces, se pregunta -dijo el camarada Stalin, en este discurso- si no se debería amortiguar algo el ritmo, contener el movimiento. ¡No, no es posible, camaradas! ¡No se debe disminuir el ritmo!... Amortiguar el ritmo significa quedarse atrás. Y los que se quedan atrás son derrotados. Y nosotros no queremos ser derrotados. ¡No, no queremos! La historia de la vieja Rusia consistía, entre otras cosas, en que era constantemente derrotada por su atraso. La derrotaron los Khanes mongoles. La derrotaron los Beys turcos. La derrotaron los "panis" de Polonia y de Lituania. La derrotaron los capitalistas de Inglaterra y Francia. La derrotaron los barones del Japón. La derrotaron todos, por su atraso... Marchábamos 50 ó 100 años detrás de los países más adelantados. En diez años, tenemos que ganar este terreno. O lo hacemos, o nos aplastan... En un máximum de diez años debemos ganar el terreno que nos separa de los países capitalistas más adelantados. En nuestro país, se dan todas las posibilidades "objetivas" para ello. Lo único que nos hace falta es el saber aprovechar verdaderamente estas condiciones. Y esto depende de nosotros y solamente de nosotros. Es hora ya de que aprendamos a aprovechar estas posibilidades. Es hora ya de acabar con ese punto de vista podrido de no inmiscuirse en la producción. Es hora ya de adoptar otro punto de vista, un punto de vista nuevo, en armonía con el periodo actual: el de inmiscuirse en todo. El director de una fábrica debe intervenir en todos los asuntos, escrutarlo todo, no perder de vista nada, aprender y aprender siempre. Los bolsheviques deben dominar la técnica. Es hora ya de que los bolsheviques se conviertan ellos mismos en técnicos. La técnica, en el periodo de la reconstrucción, lo decide todo" (Stalin, "Problemas del Leninismo", pág. 444-446, ed. rusa). La importancia histórica de este discurso del camarada Stalin consistió en que puso fin a la actitud despectiva de los comunistas destacados en las organizaciones económicas hacia la técnica, en que hizo que afrontasen la técnica y en que abrió una nueva etapa de lucha por el dominio de la técnica con las fuerzas de los propios bolsheviques, facilitando con ello el desarrollo de la reconstrucción de la Economía nacional. Desde entonces, la técnica dejó de ser monopolio de los "especialistas" burgueses para convertirse en un interés vital de los propios bolsheviques destacados en el sector económico, y el nombre despectivo de "especialista" se convirtió en un título de honor del bolshevique familiarizado con la técnica. En adelante, habrían de revelarse -como, en efecto, se revelaron más tarde- destacamentos enteros, millares y decenas de millares de especialistas rojos, familiarizados con la técnica y capacitados para dirigir la producción. Era una nueva generación, una generación soviética de intelectuales, técnicos de la producción, salidos de la clase obrera y de los campesinos, que constituyen hoy la fuerza fundamental en la dirección de la Economía soviética. Todo esto tenía necesariamente que facilitar, y, en efecto, facilitó, el desarrollo de la obra de reconstrucción de la Economía nacional. El desarrollo de la obra de reconstrucción no afectaba solamente a la industria y al transporte. Su ritmo era aún más intenso en el terreno de la agricultura. Y es lógico que fuese así, pues la agricultura disponía de menos máquinas que las demás ramas de la Economía nacional y estaba, por tanto, más necesitada de nueva maquinaria. Y el dotar intensivamente de nueva maquinaria a la agricultura respondía a una necesidad especialmente grande ahora, ante el desarrollo que la organización de coljoses adquiría por meses y por semanas, lo que representaba una demanda de nuevos miles y miles de tractores y de nueva maquinaria agrícola. El año 1931 imprimió un nuevo impulso al movimiento coljosiano. En la regiones cerealistas más importantes, se agrupaban ya en los coljoses más de 80 por 100 de todas las explotaciones campesinas. Aquí, la colectivización total estaba ya conseguida, en lo fundamental. En las regiones cerealistas menos importantes y en las regiones de cultivos industriales, la colectivización afectaba a más del 50 por 100 de las explotaciones. Entre 200.000 coljoses y 4.000 sovjoses, cultivaban ya las dos terceras partes de la superficie total de siembra, quedando para los campesinos individuales la tercera parte solamente. Esto representaba un triunfo formidable del socialismo en el campo. Pero el movimiento coljosiano no se desarrollaba todavía en profundidad, sino en extensión, no en el sentido de mejorar la calidad del trabajo de los coljoses y de sus cuadros, sino en el sentido de aumentar la cantidad de coljoses y de extender el movimiento coljosiano a nuevos y nuevos distritos. La explicación de esto está en que los activistas coljosianos, los cuadros coljosianos, no aumentaban con la misma rapidez con que aumentaban la cantidad de coljoses. Esto hacía que los nuevos coljoses no siempre trabajasen satisfactoriamente y que los coljoses siguiesen siendo, por el momento, organismos débiles, no robustecidos. Contribuían también a amortiguar el fortalecimiento de los coljoses, hechos como la escasez en las aldeas de personas con un mínimum de cultura que los coljoses necesitaban para sus trabajos (para los puestos de contables, administradores y secretarios) y la inexperiencia total de los campesinos en cuanto al régimen de las grandes explotaciones colectivas. Los coljosianos de hoy eran los campesinos individuales de ayer. Tenían experiencia en cuanto al modo de explotar pequeñas parcelas, pero aun no habían aprendido a dirigir las grandes explotaciones coljosianas. Para que pudiesen adquirir esta experiencia, tenía que pasar tiempo. Estas circunstancias hicieron que durante los primeros tiempos se manifestasen deficiencias importantes en el funcionamiento de los coljoses. Se vió que en los coljoses el trabajo estaba aún mal organizado y que la disciplina en el trabajo era floja. En muchos coljoses, los ingresos no se repartían con arreglo a las jornadas de trabajo, sino por cabeza. Y se daba con frecuencia el caso de que los haraganes obtenían mayor cantidad de trigo que los coljosianos más honrados y laboriosos. Estas deficiencias de dirección de los coljoses hacían que los coljosianos sintiesen decaer su interés por el trabajo, que dejasen a menudo de acudir a las faenas hasta en las época de mayor ajetreo, que una parte de las tierras de labor de los coljoses quedasen sin recolectar hasta que llegaba la época de las nieves, o que las faenas de la recolección se hiciesen de mala gana, perdiendo enromes cantidades de trigo. La ausencia de responsabilidad personal por las máquinas y el ganado de labor, así como en el trabajo, hacía que flaquease la causa coljosiana y disminuyeran sus ingresos. En los distritos en que los antiguos kulaks y sus voceros habían logrado escalar puestos de dirección en los coljoses, la situación era especialmente mala. No pocas veces, los kulaks expropiados se desplazaban a otros distritos, donde no les conocían, y se deslizaban en los coljoses para sabotear y entorpecer su funcionamiento. A veces los kulaks, aprovechándose de la falta de vigilancia por parte de los activistas del Partido y de los Soviets, se deslizaban incluso en los coljoses de su propio distrito. A facilitar la entrada subrepticia de los antiguos kulaks en los coljoses, contribuía el hecho de que, en la lucha contra los coljoses, aquéllos habían cambiado bruscamente de táctica. Antes, los kulaks luchaban abiertamente contra los coljoses, mantenían una lucha encarnizada contra los activistas coljosianos y los coljosianos que más se destacaban, asesinándolos a la vuelta de una esquina, pegando fuego a sus casas y graneros, etc. Con esto, los kulaks pretendían asustar a los campesinos, no dejarlos entrar en los coljoses. Pero ahora, viendo que la lucha abierta contra los coljoses había fracasado, cambiaron de táctica. Ahora, ya no tiraban con sus trabucos, sino que se hacían pasar por personas tranquilas, pacíficas, dóciles, perfectamente adaptadas a los Soviets. Deslizábanse en los coljoses, los saboteaban mediante su trabajo de zapa, a la chita callando. Esforzábanse por todas partes en descomponer los coljoses desde dentro, en relajar la disciplina del trabajo coljosiano, en embrollar las cuentas de la cosecha y las del trabajo. Los kulaks especulaban con el plan de exterminación del ganado caballar de los coljoses y se las arreglaban para ocasionar la muerte de gran número de caballos. Les contagiaban a sabiendas el muermo, la sarna y otras enfermedades, y los dejaban morirse sin atenderlos, etc. Al mismo tiempo, averiaban los tractores y la maquinaria agrícola. Los kulaks lograban engañar a los coljosianos y perpetrar impunemente sus actos de sabotaje, porque los coljoses eran aún débiles e inexpertos, y los cuadros coljosianos no habían logrado todavía fortalecerse. Para poner fin al sabotaje de los kulaks en los coljoses y acelerar el fortalecimiento de éstos, era necesario prestar a los coljoses una ayuda rápida y seria por medio de hombres, de consejos y de dirección. Esta ayuda fue prestada por el Partido bolshevique. En enero de 1933, el Comité Central del Partido tomó el acuerdo de organizar en las estaciones de máquinas y tractores, puestas al servicio de los coljoses, seccione políticas. Fueron enviados al campo, para trabajar en estas secciones políticas, como ayuda a los coljoses, 17.000 activistas del Partido. Era ésta una ayuda seria. En dos años (1933 y 1934), las secciones políticas de las estaciones de máquinas y tractores consiguieron realizar una gran labor de eliminación de las deficiencias que se observaban en el funcionamiento de los coljoses, de educación de los cuadros coljosianos, de fortalecimiento de los coljoses y en pro de su depuración de elementos enemigos, kulaks y saboteadores. Las secciones políticas cumplieron con honor la tarea que les había sido encomendada: fortalecieron los coljoses en el terreno económico y de organización, forjaron nuevos cuadros coljosianos, organizaron la dirección económica de los coljoses y elevaron el nivel político de las masas coljosianas. En la elevación de la actividad de las masas coljosianas para la lucha por el fortalecimiento de los coljoses, tuvieron una importancia inmensa el primer Congreso de coljosianos de choque de toda la U.R.S.S. (celebrado en febrero de 1933) y el discurso pronunciado en él por el camarada Stalin. Comparando en su discurso el viejo régimen reinante en la aldea antes de los coljoses con el nuevo régimen coljosiano, el camarada Stalin dijo: "Bajo el régimen antiguo, los campesinos trabajaban individualmente, trabajaban con los viejos métodos de sus abuelos y con las viejas herramientas de trabajo, trabajaban para los terratenientes y capitalistas, para los kulaks y especuladores, trabajaban sin lograr matar nunca el hambre y enriqueciendo a otros. Bajo el nuevo régimen, bajo el régimen coljosiano, los campesinos trabajan unidos, colectivamente, en artel, trabajan con ayuda de nuevos instrumentos, de tractores y de máquinas agrícolas, trabajan para ellos mismos y sus coljoses, viven sin capitalistas ni terratenientes, sin kulaks ni especuladores, trabajan para mejorar de día en día su situación material y cultural (Stalin, "Problemas del Leninismo", pág. 528, ed. rusa). En su discurso, el camarada Stalin puso de manifiesto los que salía ganando prácticamente el campesino al abrazar la senda coljosiana. El Partido bolshevique ayudaba a las masas de millones de campesinos pobres a entrar en los coljoses, a librarse de las garras de los kulaks. Entrando en los coljoses y disfrutando en ellos de mejor tierra y de mejores instrumentos de producción, las masas de millones de campesinos pobres, que antes vivían al borde del hambre, se elevaban ahora, dentro de los coljoses, hasta el nivel de los campesinos medios, se convertían en hombres con una situación asegurada. Este era el primer paso, la primera conquista lograda en el camino del movimiento coljosiano. El segundo paso, decía el camarada Stalin, consistirá en elevar todavía más el nivel de los coljosianos -tanto el de los antiguos campesinos pobres como el de los antiguos campesinos medios-, convirtiendo a todos los coljosianos en hombres acomodados y a todos los coljoses en coljoses bolsheviques. "Para ser coljosianos acomodados -decía el camarada Stalin- sólo se requiere una cosa: trabajar honradamente en el coljos, utilizar bien los tractores y las máquinas, saber cuidar el ganado, trabajar bien la tierra y cuidar la propiedad coljosiana" (Obra citada, págs. 532-533). El discurso del camarada Stalin se grabó fuertemente en la conciencia de millones de coljosianos, se convirtió en el programa práctico, en el programa de lucha de los coljoses. A fines de 1934, los coljoses se habían convertido en una fuerza sólida e invencible. Por esta época, agrupaban ya a cerca de las tres cuartas partes de todas las explotaciones campesinas de la U.R.S.S. y englobaban cerca del 90 por 100 de la superficie total de siembra. En 1934, trabajaban ya en la agricultura de la U.R.S.S. 281.000 tractores y 32.000 máquinas combinadas. La siembra de primavera del año 1934 se terminó 15 ó 20 días antes que en 1933 y 30 ó 40 días antes que en 1932, y el plan de abastecimiento de trigo fue ejecutado 3 meses antes que en 1932. Así fue como en un plazo de dos años se fortalecieron los coljoses, gracias a la formidable ayuda que les prestaron el Partido y el Estado obrero y campesino. El sólido triunfo del régimen coljosiano y el florecimiento de la agricultura determinado por él dieron al Poder Soviético la posibilidad de abolir el sistema de racionamiento del pan y de otros artículos e implantar el sistema de la venta libre para los productos alimenticios. Una vez que las secciones políticas de las estaciones de máquinas y tractores, creadas como órganos políticos provisionales, hubieron cumplido su misión, el Comité Central tomó el acuerdo de transformarlas en órganos normales del Partido, fundiéndolas con los Comités de distrito existentes. Todos estos éxitos, lo mismo los logrados en el terreno de la agricultura que los conseguidos en la esfera de la industria fueron conquistados gracias a la ejecución victoriosa del Plan quinquenal. A comienzos de 1933, se evidenció que el primer Plan quinquenal estaba ya cumplido y cumplido antes del plazo, en el término de cuatro años y tres meses. Fue éste un triunfo grandioso, un triunfo de alcance histórico mundial, de la clase obrera y de los campesinos de la U.R.S.S. En el informe pronunciado por él en el Pleno de Comité Central y de la Comisión de Control del Partido, celebrado en enero de 1933, el camarada Stalin hizo el balance del primer Plan quinquenal. Según se puso de manifiesto en este informe, el Partido y el Poder Soviético habían conseguido durante el periodo que acababa de transcurrir, durante el periodo del primer Plan quinquenal, los siguientes resultados fundamentales: a) La U.R.S.S. se había convertido de un país agrario en un país industrial, puesto que el peso específico de la producción industrial dentro del volumen de la producción de toda la Economía nacional había aumentado hasta el 70 por ciento. b) El sistema socialista de la Economía había acabado con los elementos capitalistas en la industria, y se había convertido en el único sistema económico imperante en el terreno industrial. c) El sistema socialista de la Economía había acabado con los kulaks como clase en la agricultura, y se había convertido en la fuerza dominante de la Economía agraria. d) El régimen coljosiano había acabado con la miseria, con la pobreza en el campo, elevando a decenas de millones de campesinos pobres al nivel de hombres con una vida asegurada. e) El sistema socialista de la industria había acabado con el paro forzoso, mantenido la jornada de ocho horas en una serie de ramas de producción, implantado la jornada de siete horas en la inmensa mayoría de la empresas industriales e introducido la jornada de seis horas en las empresas nocivas para la salud. f) El triunfo del socialismo en todas las ramas de la Economía nacional había acabado con la explotación del hombre por el hombre. La importancia de estas conquistas logradas por el primer Plan quinquenal consistía, ante todo, en que habían liberado definitivamente a los obreros y campesinos del yugo de la explotación, abriendo a todos los trabajadores de la U.R.S.S. el camino para asegurarse una vida acomodada y culta. En enero de 1934, se reunió el XVII Congreso del Partido. Tomaron parte en él 1.225 delegados con voz y voto y 736 con voz solamente, representando a 1.874.488 afiliados y 935.298 aspirantes. El Congreso hizo el balance de la labor del Partido durante el periodo que acababa de transcurrir, registró los éxitos decisivos alcanzados por el socialismo en todas las ramas de la Economía y de la cultura y comprobó que la línea general del Partido había triunfado plenamente. El XVII Congreso del Partido ha pasado a la historia con el nombre de "Congreso de los vencedores". En su informe ante el Congreso, el camarada Stalin señaló las transformaciones radicales que se habían operado en la U.R.S.S. durante el periodo de referencia: "Durante este periodo, la U.R.S.S. se ha transformado radicalmente, perdiendo su fisonomía de atraso y de medievalismo. Se ha convertido de un país agrario en un país industrial. Se ha convertido de un país de pequeñas explotaciones agrícolas individuales en un país de grandes explotaciones agrícolas colectivas y mecanizadas. Se ha convertido -mejor dicho, se está convirtiendo-de un país oscurantista, analfabeto e inculto en un país instruido y culto, cubierto con una red formidable de escuelas superiores, medias y elementales, que enseñan en las lenguas de las diversas nacionalidades de la U.R.S.S." (Stalin, "Problemas del Leninismo", pág. 553, ed. rusa). Por esta época, la industria socialista constituía ya el 99 por ciento de toda la industria del país. La agricultura socialista -los coljoses y los sovjoses- englobaban cerca del 90 por ciento de la superficie total de siembra del país. Por lo que se refiere a la circulación de mercancías, habían sido desalojados totalmente del comercio los elementos capitalistas. Al implantar la nueva política económica, Lenin había dicho que en el País Soviético se daban elementos propios de cinco formaciones económico-sociales. La primera formación era la de la Economía patriarcal, que es, en un grado considerable, una Economía de tipo natural, es decir, que apenas mantiene relaciones comerciales. La segunda formación era la de la pequeña producción de mercancías, formada por la mayoría de los propietarios campesinos que se dedicaban a la venta de productos agrícolas y por los artesanos. En los primeros años de la NEP, esta formación económica comprendía a la mayoría de la población. La tercera formación era la del capitalismo privado, que comenzó a salir de su postración en los primeros tiempos de la NEP. La cuarta formación era la del capitalismo de Estado, formado principalmente por las concesiones, que no lograron adquirir un desarrollo de alguna importancia. La quinta formación era la del socialismo, la industria socialista, que, por aquel entonces, era aún débil, los sovjoses y coljoses, que al comienzo de la NEP sólo ocupaban un lugar insignificante en la Economía nacional, y el comercio del Estado y las cooperativas, que en los primeros tiempos de la NEP eran también bastantes débiles. Lenin señalaba que era la formación socialista la que habría de predominar entre todas estas formaciones. La nueva política económica se orientaba hacia el triunfo completo de las formas socialistas de la Economía. Al celebrarse el XVII Congreso del Partido, esta aspiración era ya una realidad. "Ahora, podemos decir -manifestaba a este propósito el camarada Stalin- que la primera, la tercera y la cuarta formaciones económico-sociales ya no existen, que la segunda formación económico-social ha sido relegada a segundo plano, y que la quinta formación económico-social, la formación socialista, es la única dominante, la única fuerza de mando de toda la Economía nacional" (Obra citada, pág. 555). En el informe del camarada Stalin ocupaban un lugar importante los problemas de dirección ideológico-política. El camarada Stalin advertía al Partido que, si bien es cierto que los enemigos del Partido, los oportunistas de todas las calañas y los portavoces de las desviaciones nacionalistas de todos los matices, habían sido derrotados, los vestigios de su ideología vivían aún en las cabezas de algunos miembros del Partido y se manifestaban no pocas veces. Las supervivencias del capitalismo en la Economía y, sobre todo, en la conciencia de los hombres, eran el terreno propicio que podía infundir nueva vida a la ideología de los grupos antileninistas derrotados. La conciencia de los hombres va, en su desarrollo, a la zaga de su situación económica. Por eso, aunque el capitalismo estuviese liquidado en la Economía, en las cabezas de los hombres se mantenían y seguían manteniéndose aún supervivencias de las ideas burguesas. Además, no había que perder de vista que el cerco capitalista, contra el cual había que estar siempre alerta, se esforzaba en reavivar y apoyar estas supervivencias. El camarada Stalin deteníase a examinar, entre otras cosas, las supervivencias del capitalismo en la conciencia de los hombres en lo tocante al problema nacional, donde conservaban una vitalidad especialmente grande. El Partido bolshevique luchaba en dos frentes, tanto contra la desviación del chovinismo gran ruso como contra la desviación del nacionalismo localista. En una serie de Repúblicas (Ucrania, Bielorrusia y otras), las organizaciones del Partido habían cejado en la lucha contra el nacionalismo localista, dejándole desarrollarse, hasta soldarse con las fuerzas enemigas, con los intervensionistas, hasta convertirse en un peligro para el Estado. Contestando a la pregunta de cuál desviación en punto al problema nacional constituía el peligro más importante, el camarada Stalin decía: "El peligro más importante lo constituye aquella desviación contra la que se ha dejado de luchar, permitiendo de este modo que se desarrolle hasta convertirse en un peligro para el Estado" (Obra citada, pág. 587). El camarada Stalin incitaba al Partido a reforzar su labor ideológico política, a desenmascarar sistemáticamente la ideología y los vestigios ideológicos de las clases enemigas y de las corrientes hostiles al leninismo. El camarada Stalin señalaba, asimismo, en su informe, que el hecho de tomar decisiones acertadas no bastaba para garantizar el éxito de la causa. Para garantizar el éxito de la causa, era necesario situar acertadamente a los hombres capaces de llevar a la práctica las decisiones de los órganos dirigentes, y organizar el control de la ejecución de estas decisiones. Sin estas medidas de organización, las decisiones corrían el peligro de quedar reducidas a disposiciones sobre el papel, desligadas de la realidad. En este punto, el camarada Stalin se remitía a la conocida tesis de Lenin, según la cual lo fundamental en el trabajo de organización es la selección de los hombres y el control de la ejecución. Además, subrayaba que la falta de continuidad entre las decisiones adoptadas y el trabajo de organización para llevarlas a la práctica y controlar su ejecución era el defecto fundamental de nuestra actuación práctica. Con el fin de perfeccionar el control de la ejecución de las decisiones del Partido y del Gobierno, el XVII Congreso del Partido creó -en sustitución de la Comisión Central de Control y de la Inspección Obrera y Campesina, que había cumplido ya su misión desde los tiempos del XII Congreso del Partido- la Comisión de Control del Partido, adscrita al Comité Central del P.C. (b) de la U.R.S.S., y la Comisión de Control Soviético, adscrita al Consejo de Comisarios del Pueblo de la U.R.S.S. El camarada Stalin formulaba así las tareas de organización del Partido en la nueva etapa: 1) Ajustar el trabajo de organización a las exigencias de la línea política del Partido; 2) Elevar la dirección organizativa al nivel de la dirección política; 3) Conseguir que la dirección organizativa garantice plenamente la realización de las consignas políticas y de las decisiones del Partido. El camarada Stalin puso fin a su informe advirtiendo que, si bien los éxitos del socialismo eran grandes y producían un sentimiento de legítimo orgullo, no había que dejarse seducir por los éxitos alcanzados, no había que "vanagloriarse" ni adormecerse sobre los laureles. "...No hay que adormecer al Partido, sino desarrollar en él el espíritu de vigilancia; no hay que arrullarlo, sino mantenerlo en pie de guerra; no hay que desarmarle, sino armarle; no hay que desmovilizarlo, sino mantenerlo en estado de movilización para la ejecución del segundo Plan quinquenal" -indicaba el camarada Stalin (Obra citada, pág. 596). Los camaradas Molotov y Kuibyshev informaron ante el XVII Congreso del Partido sobre el segundo Plan quinquenal de desarrollo de la Economía nacional. Las tareas del segundo Plan quinquenal eran todavía más grandiosas que las del primero. Hacia el final del segundo Plan quinquenal, en 1937, la producción industrial habría de ser, aproximadamente, ocho veces mayor que la de antes de la guerra. El segundo Plan quinquenal preveía, en toda la Economía nacional, obras básicas por valor de 133.000 millones de rublos, contra los 64.000 y pico millones de rublos destinados a estos rubros en el primer Plan quinquenal. Este gigantesco volumen de obras básicas garantizaba la total renovación del equipo técnico de todas las ramas de la Economía nacional. El segundo Plan quinquenal había de llevar a cabo, en lo fundamental, la mecanización de la agricultura. La potencia total de los tractores en todo el país aumentaría de 2.250.000 caballos de fuerza, en 1932, a 8 millones y pico, en 1937. Y se preveía la vasta implantación de un sistema de medidas de técnica agraria (una acertada rotación de cultivo, siembra con semillas seleccionadas, labores de otoño, etc). Se proyectaba una gran labor para la reconstrucción técnica de los transportes y comunicaciones. Se trazaba un vasto programa encaminado a seguir elevando el nivel material y cultural de los obreros y campesinos. El XVII Congreso consagró gran atención a los problemas de organización y tomó, sobre la base del informe del camarada Kaganovich acuerdos especiales sobre los problemas referentes a la obra del desarrollo del Partido y de los organismos soviéticos. El problema de organización adquiría una importancia aún mayor al triunfar la línea general del Partido, al ser probada en la vida misma la política del Partido mediante la experiencia de millones de obreros y campesinos. Las nuevas y complejas tareas que se trazaba el segundo Plan quinquenal exigían que se elevase la calidad del trabajo en todos los órdenes. "Las tareas fundamentales del segundo Plan quinquenal -la liquidación definitiva de los elementos capitalistas, la superación de las supervivencias del capitalismo en la economía y en la conciencia de los hombres, el remate de la obra de reconstrucción de toda la Economía nacional sobre la base de la técnica más moderna, la asimilación de la nueva técnica y de la dirección de las nuevas empresas, la mecanización de la agricultura y la elevación de su productividad- plantea con toda su fuerza el problema de elevar la calidad del trabajo en todos los órdenes y, en primer lugar, la calidad de la dirección práctica en materia de organización" decíase en los acuerdos del Congreso sobre los problemas de organización ("Resoluciones del P.C. (b) de la U.R.S.S.", parte II, pág. 591). En el XVII Congreso, se aprobaron los nuevos estatutos del Partido, que se diferencian de los antiguos, ante todo, en que contienen una parte de introducción. En ésta, se da una breve definición del Partido Comunista, de su significación para la lucha del proletariado y del puesto que ocupa dentro del sistema de los órganos de la dictadura proletaria. Los nuevos estatutos enumeran detalladamente los deberes de los afiliados. En ellos se estipulan normas más severas para el ingreso al Partido y un punto sobre los grupos de simpatizantes. En estos estatutos, se expone más en detalle el problema de la estructura orgánica del Partido y son formulados de un modo nuevo los puntos sobre las antiguas células del Partido u organizaciones primarias de éste, como se vienen llamando desde el XVII Congreso. También aparecen formulados de un modo nuevo en estos estatutos los puntos referentes a la democracia interna y a la disciplina de Partido. 4. Los bujarinistas degeneran en falsarios políticos. - Los falsarios trotskistas degeneran en una banda de asesinos y espías guardias blancos. - Infame asesinato de S. M. Kirov. - Medidas del Partido para reforzar la vigilancia de los bolsheviques. Los éxitos del socialismo en el País Soviético llenaban de alegría, no solamente al Partido, a los obreros y a los coljosianos. Llenaban de alegría también a todos los intelectuales soviéticos, a todos los ciudadanos honrados de la U.R.S.S. Los restos de las clases explotadoras derrotadas no compartían esta alegría, sino que, lejos de ello, su irritación crecía cada vez más. Estos éxitos hacían estremecerse de rabia a los portavoces de las clases derrotadas, a los míseros restos de los bujarinistas y los trotskistas. Estos señores no enfocaban las conquistas de los obreros y los coljosianos desde el punto de vista de los intereses del pueblo, que acogía con entusiasmo cada uno de estos éxitos, sino desde el punto de vista de los intereses de su mísero grupo fraccional, grupo desligado de la realidad y podrido hasta la médula. Como los éxitos del socialismo en el País Soviético significaban el triunfo de la política del Partido y la bancarrota definitiva de la política de aquellos señores, éstos, en vez de allanarse a la evidencia y de sumarse a la obra común, comenzaron a vengarse en el Partido y en el pueblo de su propio fracaso, de su propia bancarrota, comenzaron a entorpecer y sabotear la obra de los obreros y los coljosianos, a derrumbar minas, a incendiar fábricas, a cometer actos de sabotaje en los coljoses y en los sovjoses, con el fin de socavar las conquistas de los obreros y coljosianos y de provocar el descontento del pueblo contra el Poder Soviético. Pero, para preservar en esta labor a su mísero grupo contra el peligro de ser desenmascarado y aplastado, se pusieron la careta de hombres fieles al Partido, comenzaron a hacer cada vez mayores reverencias ante éste, a glorificar al Partido y a prosternarse ante él, mientras en la práctica proseguían a escondidas su labor de zapa contra obreros y campesinos. En el XVII Congreso, Bujarin, Rykov y Tomski pronunciaron discursos de arrepentimiento, ensalzando al Partido y poniendo por las nubes sus éxitos. Pero el Congreso percibió el tono insincero y falso de sus discursos, pues lo que el Partido pide a sus afiliados no es que ensalcen y canten loas a sus éxitos, sino que trabajen honradamente en el frente del socialismo, que era precisamente lo que hacía mucho tiempo que no se veía en los bujarinistas. El partido comprendió que, en realidad, los farisaicos discursos de estos señores eran señas cambiadas con sus adeptos no presentes en el Congreso, enseñándoles el camino de la falsía e incitándolos a no deponer las armas. En el XVII Congreso, intervinieron también los trotskistas Zinoviev y Kamenev, flagelándose hasta la exageración por sus errores y ensalzando al Partido -también hasta la exageración- por sus éxitos. Pero el Congreso no pudo dejar de advertir que, tanto aquella nauseabunda flagelación como aquel empalagoso ensalzamiento del Partido, no eran más que el reverso de la conciencia sucia e intranquila de estos señores. Sin embargo, el Partido aun no sabía no sospechaba siquiera que, al mismo tiempo que pronunciaban sus melifluos discursos en el Congreso, estos individuos se ocupaban de la preparación del infame asesinato de S. M. Kirov. El 1 de diciembre de 1934, Sergio Mironovich Kirov fue vilmente asesinado en Leningrado, en el Smolny, de un tiro de revólver. El asesino, apresado en el lugar del crimen, resultó ser miembro del grupo contrarrevolucionario clandestino que había sido organizado por algunos de los componentes del grupo zinovievista antisoviético de Leningrado. El asesinato de S. M. Kirov, figura querídisima del Partido y de la clase obrera, provocó la más furiosa cólera y el más profundo dolor entre los trabajadores del País Soviético. En el sumario abierto se comprobó que, en el año de 1933 a 1934, había sido constituido en Leningrado, por algunos antiguos componentes de la oposición zinovievista, un grupo terrorista contrarrevolucionario clandestino, al frente del cual figuraba el llamado "centro de Leningrado". Este grupo habíase trazado como objetivo asesinar a los dirigentes del Partido Comunista. La primera víctima que había de caer era S. M. Kirov. Por las declaraciones de los encartados en este grupo contrarrevolucionario, se comprobó que estaban en relación con representantes de Estados capitalistas extranjeros, de quienes habían recibido dinero. Convictos y confesos, los copartícipes de esta organización fueron condenados por la Sala Militar del Tribunal Supremo de la U.R.S.S. a la última pena, al fusilamiento. Poco después, se comprobó la existencia de la organización contrarrevolucionaria clandestina llamada "centro de Moscú". El sumario y la vista del proceso pusieron de manifiesto el infame papel desempeñado por Zinoviev, Kamenev, Ievdokimov y otros dirigentes de esta organización en la obra de inculcar a sus correligionarios las ideas terroristas y de preparar el asesinato de los miembros del Comité Central y del Gobierno Soviético. La doblez y la vileza de estos individuos llegaban a tal punto, que Zinoviev -uno de los organizadores e inspiradores del asesinato de S. M. Kirov, que había apremiado al asesino para que perpetrase cuanto antes el crimen- escribió una necrología elogiosísima de Kirov, exigiendo su publicación. Fingiendo, en la vista del proceso, que se arrepentían de sus crímenes, los zinovievistas siguieron dando prueba de falsía hasta en este momento. Ocultaron sus relaciones con Trotskis. Ocultaron que, en unión de los trotskistas, se habían vendido a los servicios de espionaje fascistas, ocultaron sus actos de espionaje y sabotaje. Los zinovievistas silenciaron ante el Tribunal sus relaciones con los bujarinistas, la existencia de una banda unificada trotskista-bujarinista de servidores a sueldo del fascismo. El asesinato del camarada Kirov había sido perpetrado, como se demostró más tarde, por esta banda unificada de trotskistas y bujarinistas. Ya entonces, en 1935, era evidente que el grupo zinovievista constituía una organizaciójn encubierta de guardias blancos, cuyos componentes no merecían ser tratados más que como tales guardias blancos. Un año después, se supo que los organizadores auténticos, directos y efectivos del asesinato de Kirov y de las medidas preparatorias, encaminadas al asesinato de los miembros del Comité Central habían sido Trotski, Zinoviev, Kamenev y sus cómplices. Fueron entregados a los tribunales Zinoviev, Kamenev, Bakaiev, Ievdokimov, Pikel, I. N. Smirnov, Mrachkovski, Tervaganián, Reingold y otros. Los criminales, cogidos con las manos en la masa, no tuvieron más remedio que reconocer públicamente, ante sus jueces, que no sólo habían organizado el asesinato de Kirov, sino que preparaban también el de todos los demás dirigentes del Partido y del Gobierno. El sumario puso de manifiesto, además, que estos desalmados se dedicaban también a la organización de actos diversivos y de espionaje. En la vista del proceso, celebrado en Moscú en 1936, se puso al desnudo toda la monstruosa abyección moral y política de estos individuos, toda su repugnante bajeza y traición, que venían encubriendo con hipócritas declaraciones de lealtad al Partido. El principal inspirador y organizador de toda esta banda de asesinos y espías era el judas Trotski. Le servían de auxiliares y ejecutores de sus órdenes contrarrevolucionarias Zinoviev, Kamenev y sus satélites trotskistas. Preparaban la derrota de la U.R.S.S. para cuando fuese atacada por los imperialistas, habían abrazado el camino del derrotismo con respecto al Estado obrero y campesino y se habían convertido en servidores y agentes despreciables de los fascistas alemanes y japoneses. La enseñanza fundamental que las organizaciones del Partido debían sacar de los procesos seguidos en la causa por el alevoso asesinato de S. M. Kirov consistía en acabar en acabar con su propia ceguera política, en acabar con su despreocupación política, en reforzar su vigilancia y la de todos los afiliados al Partido. En la carta dirigida a las organizaciones del Partido por el Comité Central con motivo del infame asesinato de S. M. Kirov, se decía: a) "Es necesario acabar con esa benignidad oportunista que parte del supuesto erróneo de que, a medida que se desarrollan nuestras fuerzas, el enemigo se hace más dócil y más inofensivo. Este supuesto es radicalmente falso. Es un eructo de la desviación derechista consistente en asegurar a todo el mundo que los enemigos se deslizarán suavemente hacia el socialismo y acabarán siendo, en fin de cuentas, verdaderos socialistas. No es propio de bolsheviques dormirse sobre los laureles y pensar en las musarañas. Lo que necesitamos no es benignidad, sino vigilancia, una verdadera vigilancia revolucionaria, bolshevique. No hay que olvidar que cuando más desesperada sea la situación de nuestros enemigos, de mejor grado recurrirán a los "medios extremos", como los únicos de que disponen gentes fatalmente condenadas al fracaso en su lucha contra el Poder Soviético. Hay que tener presente esto y permanecer vigilantes". b) "Es necesario conceder la debida importancia a la enseñanza de la historia del Partido entre sus afiliados, al estudio de todos y cada uno de los grupos antibolsheviques de que nos habla la historia de nuestro Partido, de sus métodos de lucha contra la línea del Partido, de su táctica, y, más aún, la estudio de la táctica y los métodos de lucha de nuestro Partido contra los grupos antibolsheviques, táctica y métodos de lucha que permitieron a nuestro Partido vencer y aplastar a estos grupos. Es necesario que los afiliados al Partido conozcan, no solamente cómo nuestro Partido combatió y derrotó a los kadetes, a los socialrrevolucionarios, a los mensheviques, a los anarquistas, sino también cómo ha combatido y derrotado a los trotskistas, a los "centralistas democráticos", a la "oposición obrera", a los zinovievistas, a los portavoces de desviaciones derechistas, a los monstruos derechistas-"izquierdistas", etc. No se debe olvidar que el conocimiento y la comprensión de la historia de nuestro Partido constituyen un medio importantísimo, necesario para asegurar plenamente la vigilancia revolucionaria de los afiliados al Partido". En este periodo, tuvieron una importancia inmensa la depuración de las filas del Partido de los elementos maquillados y extraños, depuración que comenzó en 1933, y, sobre todo, la escrupulosa revisión de los documentos acreditativos de la condición de miembro del Partido y la sustitución de los antiguos por otros nuevos, operación que se emprendió después del infame asesinato de S. M. Kirov. Hasta que se llevó a cabo esta revisión, en muchas organizaciones del Partido reinaban la arbitrariedad y el descuido respecto a los carnets de afiliados. En una serie de organizaciones locales, se descubrió un estado absolutamente intolerable de caos en punto al registro de afiliados al Partido, de lo que se aprovechaban los enemigos para sus sucios fines, utilizando el carnet del Partido como pantalla para actos de espionaje y de sabotaje, etc. Muchos dirigentes de organizaciones del Partido confiaban todo lo referente a los ingresos en el Partido y a la entrega de carnets a personas de tercera fila, y, a veces, a afiliados sin garantía alguna. En una carta especial dirigida el 13 de mayo de 1935 a todas las organizaciones acerca del registro de afiliados y de la entrega y custodia de los carnets, el Comité Central disponía que en todas las organizaciones se procediese a revisar escrupulosamente los documentos acreditativos de la condición de comunista, "poniendo un orden bolshevique en nuestra propia casa, en el Partido". La revisión de los documentos del Partido encerraba una gran importancia política. En la resolución votada por el Pleno del Comité Central del Partido el 25 de diciembre de 1935, en base al informe del Secretario del C.C., camarada Ezhov, sobre los resultados de la revisión de documentos efectuada, se decía que esta revisión era una medida política y de organización de enorme importancia para el afianzamiento de las filas del P. C. (b) de la U.R.S.S. Después de llevarse a cabo la revisión y el canje de los documentos acreditativos de la condición de comunista, se reanudó el ingreso de nuevos afiliados. Pero el C. C. Exigió que las filas del Partido se completasen -no dando el ingreso en bloque, sino sobre la base del examen rigurosamente individual de cada caso- "con los hombres realmente avanzados y realmente entregados a la causa de la clase obrera, con los mejores hombres de nuestro país, sobre todo, obreros, pero también campesinos e intelectuales trabajadores, probados en los diversos sectores de la lucha por el socialismo". Al reanudarse la admisión de nuevos afiliados, el Comité Central señaló a las organizaciones del Partido el deber en que estaban de no olvidar que también en lo sucesivo intentarían los elementos enemigos deslizarse en las filas del P. C. (b) de la U.R.S.S. Por tanto, "es deber de toda organización del Partido reforzar por todos los medios la vigilancia bolshevique, mantener en alto la bandera del Partido leninista y garantizar al Partido que no se deslizaran en sus filas elementos extraños, enemigos ni fortuitos" (Disposición del P.C. (b) de la U.R.S.S. del 29 de septiembre de 1936, publicado en el núm. 270 de la "Pravda", año 1936). Depurando y fortaleciendo sus filas, destruyendo a los enemigos del Partido y luchando implacablemente contra las deformaciones de su línea, el Partido bolshevique reforzó todavía más su cohesión en torno al Comité Central, bajo cuya dirección el Partido y el país de los Soviets marchaban hacia la nueva etapa, hacia la etapa en que se pondría remate a la edificación de la sociedad sin clases, de la sociedad socialista. RESUMEN En los años de 1930 a 1934, el Partido bolshevique resolvió la tarea histórica más difícil de la revolución proletaria, después de la conquista del Poder: la de llevar a millones de pequeños propietarios campesinos a la senda de los coljoses, a la senda del socialismo. La liquidación de los kulaks, como clase explotadora más numerosa, y el encauzamiento de las grandes masas campesinas por la senda de los coljoses condujeron a la destrucción de las últimas raíces del capitalismo en el país, al triunfo total del socialismo en la agricultura y a la consolidación definitiva del Poder Soviético en el campo. Después de vencer una serie de dificultades de organización, los coljoses se afianzaron definitivamente y comenzaron a marchar por la senda de una vida próspera. Como resultado de la ejecución del primer Plan quinquenal, se levantaron en el País Soviético los cimientos inconmovibles de la Economía socialista: se construyó una industria pesada socialista de primera clase y una agricultura colectiva mecanizada, se acabó con el paro forzoso y con la explotación del hombre por el hombre, y se crearon las condiciones necesarias para el mejoramiento ininterrumpido de la situación material y cultural de los trabajadores de la Patria socialista. Estos éxitos gigantescos fueron logrados por la clase obrera, por los coljosianos y por todos los trabajadores del País Soviético, gracias a la política intrépida, revolucionaria y sabia del Partido y del Gobierno. El cerco capitalista, aspirando a debilitar y minar la potencia de la Unión Soviética, reforzó su "trabajo" encaminado a organizar dentro de la U.R.S.S. bandas de asesinos, saboteadores y de espías. La actividad hostil contra la U.R.S.S. del cerco capitalista recrudeció especialmente después del ascenso al Poder de los fascistas en Alemania y el Japón. Los trotskistas y los zinovievistas entraron al servicio del fascismo, como criados leales, dispuestos a cometer actos de espionaje, de sabotaje, de terrorismo y de diversionismo, dispuestos a laborar por la derrota de la U.R.S.S., todo en nombre de la restauración del capitalismo. El Poder Soviético castigó con mano férrea a estos abortos del género humano y les dio implacablemente su merecido, como a verdaderos enemigos del pueblo y traidores a la patria.
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