La permanente injerencia de los Estados Unidos,con amenazas de sanciones más duras e incluso con insinuaciones de intervención militar,es una muestra clara de la estrategia imperialista que aún guía a Washington.
Venezuela,con sus vastas reservas energéticas y su peso político en América Latina,es vista como una pieza clave para mantener la hegemonía estadounidense sobre la región.
Sin embargo,el mundo del siglo XXI no es ya el mismo que aquel en el que EE.UU. imponía su voluntad sin contrapesos.
Hoy asistimos al surgimiento de un orden multipolar,donde potencias como Rusia,
China e incluso bloques regionales comienzan a desafiar la supremacía norteamericana.
En este escenario,Venezuela no está sola:
el respaldo de Rusia y otros aliados ha impedido que Washington concrete una ofensiva abierta y ha fortalecido la resistencia del pueblo venezolano frente al asedio imperialista.
Donald Trump,durante su presidencia,demostró ser un dirigente incapaz de comprender las dinámicas estratégicas globales.
Sus gestos bruscos,discursos de fuerza y políticas erráticas no lograron consolidar victorias para los intereses de EE. UU.,sino que,por el contrario,aceleraron la pérdida de influencia y desgastaron la credibilidad del liderazgo estadounidense.
Trump pretendía mostrarse como un negociador audaz,pero en el tablero geopolítico terminó actuando como
un jugador torpe,sin visión de largo plazo.
En contraste,Vladimir Putin ha sabido colocarse en el centro de esta reconfiguración mundial. Con una estrategia paciente,astuta y coherente,el presidente ruso ha tejido alianzas militares,diplomáticas y energéticas que hoy sostienen el avance del mundo multipolar.
Sus jugadas en Siria,su firme apoyo a Venezuela y su capacidad para disputar espacios a Occidente lo han posicionado como el político más inteligente y decisivo de nuestro tiempo.
La guerra global,entendida no solo en términos militares,sino como una pugna por la hegemonía económica,cultural y política,está inclinándose a favor de quienes desafían al viejo orden unipolar.
Y en esa batalla,Washington ya no tiene las cartas ganadoras que solía poseer.
El mundo,inevitablemente,cambiará en los próximos años.
La era de la supremacía estadounidense se extingue,y con ella se abre paso a una nueva configuración internacional en la que países como Rusia,China y sus aliados están marcando la agenda.
Vladimir Putin emerge,en este contexto,no solo como el arquitecto de esa transformación,sino como el estadista más influyente e inteligente del planeta.
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️