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sábado, 22 de noviembre de 2025

🇻🇳🔸Ho Chi Minh,la memoria incómoda y la cobardía política en Uruguay🔸🇻🇳


Resulta profundamente revelador que,en pleno siglo XXI,en Montevideo —una ciudad que se precia de plural,progresista y abierta al diálogo con las luchas emancipadoras del mundo— se haya producido un rechazo hacia la instalación de una estatua de Ho Chi Minh,uno de los líderes más trascendentales de la liberación antiimperialista en el siglo XX.
El hecho no es menor: sintetiza una discusión más amplia sobre qué voces,qué símbolos y qué memorias son legítimas en el espacio público,y cuáles deben ser silenciadas para no incomodar al orden dominante.

Ho Chi Minh dedicó su vida entera a la liberación nacional,a la unidad de su pueblo y al proyecto de construir una sociedad libre de toda dominación colonial y capitalista. 
Fue un dirigente que vivió frugalmente,que rechazó los privilegios personales y cuyo legado continúa siendo,en Vietnam y en gran parte del mundo,un ejemplo de coherencia revolucionaria.
Esa coherencia es,justamente,lo que aterra a ciertos sectores uruguayos.

🔸1) La estatua que incomoda: el problema no es Ho Chi Minh,sino lo que representa:

Quienes hoy se escandalizan ante la idea de homenajear a Ho Chi Minh no lo hacen por desconocimiento. 
Saben perfectamente lo que su figura simboliza:
la resistencia de un pueblo pequeño contra un imperio gigantesco; la voluntad inquebrantable frente a la ocupación extranjera;la defensa del socialismo como proyecto histórico;el ejemplo de un líder que jamás se arrodilló ante los poderosos.

Ese conjunto de valores confronta directamente con la cultura política dominante en Uruguay,una cultura que,bajo discursos progresistas o republicanos,mantiene una profunda sumisión simbólica e ideológica al orden norteamericano y europeo occidental.
Por eso un monumento a Ho Chi Minh descoloca: porque recuerda que la dignidad existe,que la historia ofrece ejemplos de resistencia real y que otros pueblos sí fueron capaces de romper las cadenas que aquí muchos consideran naturales.

🔸2) La hipocresía de quienes hablan de “derechos humanos selectivos”:

Los detractores de la estatua recurren al repertorio clásico:“régimen”, “autoritarismo”,“violaciones a los derechos humanos”.
La acusación resulta paradójica viniendo de sectores que jamás levantaron la voz contra las masacres en Vietnam cometidas por Estados Unidos,contra los bombardeos de alfombra, contra la tortura,contra los millones de muertos civiles,contra el agente naranja que hasta hoy envenena tierras y cuerpos.

Ese silencio no fue casual. Fue ideológico.

La defensa de los derechos humanos,en estos casos,no es más que una excusa para proteger el privilegio occidental y para deslegitimar cualquier victoria antiimperialista. 
Condenan a Vietnam por haber resistido,por haber vencido,por no haberse rendido nunca.
Pero cuando el agresor es una potencia occidental, entonces miran hacia otro lado. 
Es el doble rasero de siempre.

🔸3) Montevideo,una ciudad que vacía su identidad internacionalista:

Durante décadas,la izquierda uruguaya cultivó un discurso de solidaridad con los pueblos del mundo: con la lucha antifascista,con la resistencia española,con la independencia africana,con Cuba,con Palestina y con Vietnam.
Esa tradición internacionalista fue parte del ADN de la sociedad civil uruguaya y de muchos de sus movimientos populares.

Sin embargo,negar una estatua a Ho Chi Minh no solo implica un gesto de cobardía política,sino también una renuncia a esa herencia internacionalista.
Es aceptar que la ciudad ya no se posiciona del lado de los que luchan por la liberación,sino del lado de quienes administran el statu quo global.

Ese retroceso tiene nombres propios: pequeñez moral,temor a la presión estadounidense,comodidad política y una enorme dosis de ignorancia histórica.

🔸4) Un país que tolera monumentos a opresores,pero no a liberadores:

La contradicción es flagrante. 
Montevideo tiene calles,plazas y monumentos dedicados a figuras cuya historia está manchada de colonialismo,racismo o dominación económica.
Allí no hay polémica.
Allí no hay debates televisivos.
Allí no hay indignación moral.

Pero cuando se propone homenajear a un líder que dedicó su vida a expulsar al colonialismo,entonces la sociedad “bienpensante” reacciona ofendida.
¿Por qué?
Porque Ho Chi Minh no representa un poder pasado: representa un desafío presente. 
Recuerda que es posible vivir sin arrodillarse frente al capital extranjero. 
Evoca la memoria de los pueblos capaces de derrotar al invasor. 
Y eso es intolerable para quienes custodian los intereses de las élites mundiales.

🔸5) La dignidad ausente en quienes se oponen:

🗣️-Los que hoy le niegan una estatua en Montevideo no tienen ni un átomo de su dignidad.-
Esa afirmación es tan dura como justa.
Ho Chi Minh vivió en la más absoluta austeridad,rechazó todo privilegio personal, trabajó incansablemente por la unidad nacional y jamás se enriqueció con el poder.
Su grandeza no se explica por su cargo,sino por su conducta.

Comparar esa coherencia con la liviandad moral de quienes hoy lo rechazan produce una distancia abismal.
Los opositores no temen a Ho Chi Minh: temen a lo que revela sobre ellos mismos.
Temen al espejo.
Temen a su propia falta de coraje,a su tradición de acomodarse al viento y a su incapacidad de sostener una posición que incomode a los centros de poder.

🔸6) La lucha por la memoria también es lucha de clases:

El debate sobre la estatua no es estético,ni urbanístico,ni administrativo. Es ideológico.
Es una disputa por el sentido del espacio público.
Es la pregunta por quiénes pueden ocupar el centro de la ciudad y quiénes deben permanecer relegados al margen.
Es,en última instancia,un capítulo más de la lucha de clases en el terreno simbólico.

Una ciudad que niega a Ho Chi Minh es una ciudad que intenta negar la vigencia de la lucha antiimperialista.
Es una ciudad que prefiere limpiar su espacio público de símbolos que cuestionen la hegemonía capitalista.
Es una ciudad que prefiere volverse dócil antes que crítica.

🔸7) Recuperar la dignidad histórica:

La crítica no es solo un lamento: es también un llamado.
La izquierda uruguaya necesita recuperar su tradición antiimperialista,su identidad solidaria con las luchas del mundo,su capacidad de honrar a quienes dieron su vida por la libertad de sus pueblos.
No se trata de levantar una estatua por levantarla: se trata de defender un principio.
El principio de que la memoria de quienes lucharon por la liberación merece un lugar en el espacio público y en la conciencia colectiva.

Los comunistas no podemos permitir que borren nuestra historia internacionalista para agradar a los guardianes del orden global.
Una estatua a Ho Chi Minh no sería un gesto de nostalgia: sería un gesto de dignidad.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️

*Nota: -Cuando me refiero a la sociedad "bienpensante"me estoy refiriendo a la clase política y principalmente al gobierno.-

•La humanidad dividida: la verdad que muchos prefieren ignorar•🅿️or Marcelo Rubéns Balboa ✍️


La historia de la humanidad es,en esencia,la historia de la división entre quienes poseen y quienes producen; entre quienes acumulan y quienes sobreviven; entre los que mandan y los que obedecen. 
Esta fractura no es un detalle menor ni un accidente pasajero: es el eje estructural sobre el cual se ha levantado cada sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción.

Hablar de “humanidad” como si se tratara de un cuerpo homogéneo es,por tanto,una abstracción cómoda. 
Es una forma de diluir el conflicto real que atraviesa la vida cotidiana de miles de millones de personas. 
La humanidad no es una unidad armónica: 
está partida en dos grandes campos irreconciliables. 
Por un lado,una minoría que concentra riquezas,recursos,tierras y capitales; por otro,una mayoría que sólo posee su fuerza de trabajo para sobrevivir. 
Esta división no es moral ni sentimental: 
es material,concreta,visible en cada fábrica,oficina,barrio obrero o conglomerado financiero.

Los ricos no son ricos por casualidad,ni los pobres lo son por mala suerte. 
Las fortunas se construyen a partir del trabajo de otros,mediante la apropiación del excedente social producido por quienes no poseen nada más que su tiempo y su esfuerzo. 
Llamar “explotación” a este mecanismo no es ideología: es precisión conceptual. Ignorar este antagonismo —hacer de cuenta que todos tienen “las mismas oportunidades",que “el mérito” define el destino de cada uno— es cerrar los ojos frente a la estructura que define el mundo contemporáneo.

Quienes piden “unidad” sin conflicto,“paz social” sin justicia o “consenso” sin transformación omiten que no puede haber armonía donde hay intereses opuestos. 
El propietario necesita obtener más ganancia; el trabajador necesita mejores salarios y condiciones. 
El capital exige flexibilidad,precarización y reducción de costos; la clase obrera exige estabilidad,derechos y dignidad. 
Estas demandas no son compatibles por naturaleza. Así nace la lucha de clases: no como un deseo ideológico,sino como el resultado inevitable de vivir en un sistema donde las necesidades de uno chocan frontalmente con las del otro.

No comprender esta división fundamental,o pretender que puede evaporarse con discursos moralistas,significa abstraerse de la realidad misma. 
Significa desarmar políticamente a los explotados y dar ventaja a quienes ya dominan. 
La burguesía siempre supo que su poder depende de ocultar el conflicto; por eso invierte tanto en propaganda,en “sentido común”,en discursos que culpabilizan al pobre y santifican al rico.

Reconocer la existencia de esta división no es fomentar odio,sino asumir la verdad histórica que permite transformar la sociedad. 
Porque sólo quienes comprenden la raíz del problema pueden luchar por una solución real. 
Y la solución —como demostraron todos los procesos emancipatorios— jamás vendrá de arriba,sino de la organización consciente,combativa y solidaria de quienes viven del trabajo.

La humanidad podrá algún día ser realmente una sola,pero eso sólo será posible cuando desaparezca la división entre explotadores y explotados; cuando la riqueza que producimos colectivamente pertenezca también de forma colectiva; cuando la vida deje de estar subordinada al lucro. 
Hasta que ese día llegue,la claridad es un deber: el antagonismo existe,nos atraviesa,y reconocerlo es el primer paso hacia la justicia social.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️