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domingo, 12 de octubre de 2025

•"La diferencia entre ser de izquierda y ser comunista" ☭ •La izquierda “woke”: el espejismo progresista del capitalismo• 🅿️or Marcelo Rubéns Balboa✍️ ↪️🅰️punte importante: "El verdadero comunismo y las luchas colectivas" 🔸

En tiempos donde las palabras se desgastan de tanto usarlas sin contenido,es necesario volver a poner las cosas en su lugar. 
No es lo mismo ser “de izquierda” que ser comunista. 
Aunque muchos intenten confundir los términos,o usarlos como sinónimos,entre ambos existe una distancia ideológica,política y moral profunda.

Ser “de izquierda” hoy,
en la mayoría de los casos,
se ha convertido en una etiqueta cómoda,
un gesto simbólico,un barniz progresista que no cuestiona las estructuras de poder. 
Es una posición que acepta las reglas del sistema capitalista,que busca “humanizarlo”,hacerlo más amable,pero sin tocar su esencia: la explotación del hombre por el hombre. Muchos gobiernos que se autodenominan de izquierda terminan administrando el mismo orden burgués que dicen combatir,maquillando la injusticia con discursos inclusivos y reformas superficiales.

El comunista,en cambio, 
no busca reformar el capitalismo,sino superarlo. No se conforma con mitigar sus consecuencias,sino que lucha por erradicar sus causas. 
El comunista entiende que mientras existan clases sociales,mientras la riqueza de unos pocos se construya sobre la miseria de las mayorías,no habrá justicia ni libertad verdaderas. 
La lucha comunista no es de gestos ni de modas: es de conciencia,organización y transformación profunda.

La izquierda “progresista” se ha vuelto,muchas veces,el refugio del conformismo político. 
Habla de derechos,pero evita hablar de poder. Defiende ciertas causas populares,pero se alinea con el capital cuando se siente amenazada. 
Prefiere el consenso a la confrontación,el diálogo a la revolución,la tibieza al compromiso total. 
El comunismo,por el contrario,no teme nombrar al enemigo: el imperialismo,el capital,la burguesía. 
No teme hablar de lucha de clases,porque reconoce que sin esa lucha no habrá emancipación.

Por eso,el comunismo no se mide por la cantidad de consignas que uno repite,sino por la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. 
Ser comunista implica asumir una ética del compromiso,una disciplina del trabajo colectivo,una moral revolucionaria. Implica entender que la transformación no es un acto individual ni una moda electoral,sino un proceso histórico donde el pueblo organizado se convierte en protagonista de su destino.

En definitiva,ser de izquierda puede ser una postura; ser comunista es una convicción. 
La izquierda busca suavizar el sistema; el comunismo,abolirlo. 
La izquierda intenta convivir con el capitalismo; el comunismo lucha por enterrarlo. 
Y mientras unos se acomodan en los márgenes del poder,los otros siguen creyendo,con firmeza y esperanza,que otro mundo —sin explotadores ni explotados— es posible y necesario.

Porque el comunismo no es una palabra del pasado. 
Es,aún hoy,el nombre del futuro.

(...)

•La izquierda “woke”: 
el espejismo progresista del capitalismo•


En los últimos años ha surgido una corriente que se autoproclama como la nueva “izquierda moderna”: la llamada izquierda woke. 
Se presenta como progresista,inclusiva, diversa,sensible a las minorías y a los derechos individuales. 
Pero detrás de ese discurso aparentemente emancipador se esconde un profundo vaciamiento político. 
La izquierda woke es,en realidad,una versión domesticada y funcional al sistema que dice combatir.

El término woke —que originalmente significaba “despierto” frente a las injusticias— ha sido absorbido por la lógica del mercado y convertido en una marca,en un producto más del consumo simbólico. Ya no se trata de transformar la realidad material,sino de gestionar las apariencias,de parecer “consciente” en redes sociales mientras nada cambia en el fondo. 
Es la izquierda del hashtag,del eslogan vacío,del gesto moral que reemplaza a la acción colectiva.

Esta nueva izquierda ha desplazado el eje de la lucha: en lugar de enfrentar la raíz del problema —la explotación de clase,el poder del capital,el imperialismo— se concentra en disputas superficiales del lenguaje,en conflictos de identidad o en batallas simbólicas donde el enemigo es una palabra o un gesto,pero nunca el sistema económico. 
Hablan de inclusión,
pero no de expropiación; 
de derechos,pero no de propiedad; de igualdad formal,pero no de justicia material.

El capitalismo,astuto como siempre,la ha adoptado con gusto. 
Las grandes corporaciones ondean banderas del arcoíris,publican mensajes de diversidad y contratan consultores de género,mientras continúan explotando a millones de trabajadores y destruyendo el planeta. 
La izquierda woke sirve así de coartada moral para un capitalismo que se disfraza de progresista. 
Es la revolución sin riesgo,la rebeldía sin consecuencias.

Pero lo más grave es que esta corriente fragmenta la conciencia de clase. 

Al poner el acento en las identidades individuales,en lugar de en la unidad del proletariado,debilita el poder colectivo de los pueblos. 
Divide en lugar de unir. Mientras los obreros del mundo deberían reconocerse como hermanos en una misma lucha,la izquierda woke los separa en categorías,en etiquetas,en luchas parciales que nunca cuestionan el sistema en su conjunto.

Ser verdaderamente de izquierda no es cambiar el lenguaje,es cambiar las relaciones de poder. 
No es crear “espacios seguros”,es crear sociedades justas. 
No es “visibilizar” la opresión,es abolirla. 
La izquierda woke ha olvidado que sin lucha de clases no hay emancipación posible,que sin organización no hay revolución,y que sin revolución no hay justicia.

El comunismo,en cambio,sigue siendo la única corriente que no se deja domesticar por la moda ni por el marketing. 
No se arrodilla ante el capital,no busca likes,no hace del dolor una consigna rentable. 
El comunismo no “pospone” la lucha por respeto al lenguaje: la enfrenta,la asume,la organiza.

En tiempos donde muchos se despiertan solo para posar ante el espejo de su propia corrección,los comunistas seguimos despiertos de verdad: con los pies en la tierra,con los ojos en el horizonte y con el corazón puesto en la transformación total de la sociedad.

Porque la izquierda woke se acomoda; el comunismo se levanta.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️ 

🅰️punte: El verdadero comunismo y las luchas colectivas:


El verdadero comunismo no está en contra de los distintos colectivos ni de las luchas por el reconocimiento de derechos.
Todo lo contrario: comprende que cada opresión específica —sea de género,raza,orientación sexual o cultura— tiene raíces en la estructura de clase que sostiene al capitalismo. 
El comunismo no niega esas luchas; las sitúa en su contexto histórico y material,y las une bajo una misma causa: la emancipación de toda la humanidad.

El núcleo del asunto es unir,no dividir. 
Mientras el sistema promueve identidades fragmentadas que compiten entre sí por pequeñas conquistas,el comunismo busca la unidad consciente de los oprimidos. 
La lucha de clases no excluye las demás luchas: las contiene,las explica y las proyecta hacia su resolución real. 
Porque sin transformar las relaciones de propiedad y poder,ninguna igualdad es completa.

En todos los colectivos existen también personas que,aunque marchen bajo consignas justas,no tienen la menor intención de entregar sus privilegios. Son aquellos empresarios, figuras mediáticas o sectores acomodados que se declaran “aliados” pero no quieren cambiar las condiciones materiales que sostienen su estatus. 
En el fondo,defienden su lugar dentro del sistema,aunque lo adornen con discursos progresistas.

Por eso el comunismo no se deja encandilar por las formas: va al fondo. 
No se detiene en el color de la bandera,sino en quién la sostiene. 
No se pregunta solo por la identidad,sino por la clase. Porque el objetivo no es sustituir una élite por otra más “inclusiva”,sino acabar con toda forma de dominación.

Todas las luchas son,en esencia,luchas de clases.
Y solo cuando los pueblos comprendan esto,podrán vencer realmente al enemigo común que los divide y los explota.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️