El cielo africano está llenito de estrellas,
de tambores de lunas plateadas
y también de soles ardientes.
En cada boca los cuerpos,
cuentan historias,
las voces danzan,
se entrelazan los besos.
Al ritmo de sus palmas
el llanto llama a las ausencias,
que inhumanos de otros cielos quemaron,
con sus cruces espadas,
con las llamas de su impuro credo.
Fundadores de miseria,
en donde todo era riqueza,
¡malditos entre malditos!
ladrones con látigo,
¡África en carne viva!
El cielo africano se parte en rayos y centellas,sus tambores de paz comprendieron en otras tierras,
que sus lonjas ancestrales también deben ser de guerra,
y sus pies,descalzos,en los campos,rompieron las cadenas impuestas.
(...)
Al ritmo de la muerte surge la vida,
aquellos asesinos han perdido su guerra,descendientes de pechos de ébano,siguen floreciendo en nuestra América,
patria hermana,
de su patria negra.
Dioses paganos alzan sus tradiciones,
hacen retumbar su cultura jamás olvidada,
se abrazan en su templo a cielo abierto,
donde no caben mezquindades,
ni oscuros terratenientes.
El cielo africano está llenito de estrellas,algunas pequeñitas,
otras con sus siglos encima,
con sus alas iluminan la noche,
cuando un mundo duerme
en su altar endiablado,
la corona de aquellos reyes,
ahora,son de espinas.
Se despierta su mundo,
se escucha el estrépito del trueno,
despejan las nubes el corazón moreno,
su poder habita en su balanza equilibrada,
donde todos son iguales,
las manos blancas se estrechan...
con las libertarias manos negras.
Marcelo Rubéns Balboa ✒