Sentada en el brazo de un manzano,
mirando en perspectiva sus recuerdos,
la que no tiene nombre,pero si un apellido,deshoja los azhares.
Con cincuenta inviernos en su espalda,sigue soñando alas que vuelan,pero su nido es cada vez menos nido,y sus manzanas caen a sus pies,verdes,
de tanto madurar en su árbol.
Elige vivir bajo una bandera,
donde la patria no es ella,
y los jirones a contra viento flamean
en un cielo cubierto de cúmulos
que llueven en un micro mundo privado.
Abren sus manos el libro de siempre,
viejos versos,aprendidos de memoria,
porque el poeta es un joven reloj detenido,y sus letras,su suspiro de vida.
En el andén de trenes perdidos,
agita pañuelos con lágrimas,
sobreviviendo a despedidas,
la melancolía la abraza.
Imaginando futuros de semillas,
mira crecer la flores que la animan,
su beso se plasma en el espejo,
con tantas canas no tiradas al aire,
canta y baila,jugando con sus nietos.
(...)
El manzano resiste inviernos,
y en sus brazos se sientan otras historias,sigue aromando con azhares del pasado,pero sus manzanas,ahora,son rojas y dulces,
primavera de un pecado,valiente,
bebe,sin miedo,su néctar bendito.
Marcelo Rubéns Balboa ✒
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