Es unas de esas noches donde la luna apenas se deja ver,escondida detrás de los plomizos cúmulos,observa no alumbra.
El desconsuelo cae de rodillas en el bosque gris,desterrado corazón,
alma sin alas,espíritu rendido.
Sus ojos cerrados ven imágenes,demonios que hablan en el silencio,pesadillas,heridas abiertas drenando vida.
Vestida para la ocasión,la noche huele a perfume barato,a demasiadas mentiras,
a pocas verdades,la realidad cobra una de sus tarifas más caras,la muerte acecha,agazapada detrás de los fantasmales árboles,brisa fría,sentencia asumida.
Al segundo final lo detiene un ave,
llega aleteando con todas sus ganas de apresurarse,se posa en sus muslos,
toma la palabra.
(...)
Levanta la cabeza,los párpados se abren, sus pupilas reconocen otro mundo,
sus oídos escuchan,su mente expulsa la escoria,las cicatrices se cierran dejando la marca indeleble de la memoria,para que no exista olvido,para que el recuerdo le diga todos los días,
¡que hay que luchar! que hay cosas,
por las que no vale la pena morir.
Solo ella sabe lo que le dijo esa ave,
pero sopló la brasa,encendió la vida,
le prestó sus alas y juntos volaron hacia ese mundo,donde la noche es estrellada, la luna encantada y los días amanecen con el cálido suspiro del sol...
que alumbra el futuro.
Marcelo Rubèns Balboa✒
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