Creyeron que el mundo se rendiría ante la lógica del mercado,la competencia salvaje y la desigualdad estructural.
Sin embargo,más de treinta años después,los hechos se encargan de demostrar lo contrario:
la restauración de un proyecto socialista a escala soviética no solo es posible,sino que se vuelve una necesidad histórica frente al fracaso del modelo neoliberal global.
Primero,porque las causas que dieron origen a la Unión Soviética no desaparecieron:
la explotación,la pobreza,
el dominio imperialista y la desigualdad entre naciones y clases siguen intactas.
La caída del socialismo real no eliminó la lucha de clases; la agudizó.
Millones de ciudadanos en el espacio postsoviético recuerdan que,pese a los errores,en tiempos soviéticos había trabajo, educación gratuita,vivienda,cultura y dignidad. Hoy,tras décadas de “democracia de mercado”, se enfrentan a la desintegración social,la corrupción endémica y la pobreza extendida.
En segundo lugar,porque el capitalismo mundial atraviesa una crisis estructural profunda.
Las guerras por recursos,
la concentración obscena de la riqueza y el colapso ecológico son síntomas de un sistema agotado.
Frente a ese caos,vuelve a surgir la nostalgia por un orden basado en la cooperación y la planificación,donde la economía sirva al pueblo y no a las corporaciones.
Esa nostalgia no es mero sentimiento: es conciencia histórica.
Es memoria de una época donde la palabra “futuro” no significaba resignación,sino esperanza.
En tercer lugar,porque el mundo multipolar que emerge abre espacio para nuevas formas de integración socialista. Eurasia,América Latina, África e incluso sectores progresistas de Occidente buscan alternativas al dominio imperial estadounidense.
En ese contexto,una restauración de la Unión Soviética no tiene por qué ser una simple repetición del pasado,sino una síntesis superior: una Unión renovada,socialista,
humanista,democrática y profundamente internacionalista.
La restauración de la Unión Soviética será posible cuando el pueblo trabajador vuelva a confiar en sus propias fuerzas,cuando comprenda que la historia no terminó y que el socialismo no fue un error,sino una experiencia truncada por el sabotaje,
la traición y el oportunismo.
El futuro no pertenece a los oligarcas ni a los burócratas:
pertenece a los pueblos que se levantan.
Porque,en definitiva,la Unión Soviética no fue solo un Estado: fue una idea.
Y las ideas —cuando encarnan la justicia— no mueren. Renacen.
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️
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