☭ La política contemporánea suele explicarse bajo un esquema de polaridades: izquierda y derecha.
Este eje,que alguna vez permitió comprender alineamientos ideológicos con relativa claridad,hoy es insuficiente para describir la complejidad de los proyectos políticos y,sobre todo,las aspiraciones transformadoras que desbordan tales categorías.
En ese contexto,afirmarse comunista,bajo la tradición teórica y práctica inaugurada por Lenin,no constituye un mero gesto retórico:
es situarse en un horizonte distinto,uno que no busca encajar en los moldes del sistema,sino superarlos.
☭ El comunismo,en su sentido profundo,no se limita a ser un programa económico alternativo ni una etiqueta partidaria.
Se trata de una concepción integral de la sociedad y del ser humano.
A diferencia de las propuestas de centro-izquierda,que suelen apostar a la reforma progresiva dentro de los marcos del capitalismo,y de las corrientes de derecha,que buscan preservar los privilegios asociados al mercado y la propiedad privada,el comunismo plantea una ruptura: la construcción de una organización social en la que la explotación desaparezca y el trabajo se conciba como una actividad creadora y colectiva.
Lenin,figura central en este camino,ha sido objeto de múltiples lecturas y distorsiones. Reducir su legado a un mito,ya sea laudatorio
o demonizador,es empobrecer el análisis.
Su verdadero aporte radica en haber comprendido la política como un terreno de acción concreta,donde las ideas se ponen a prueba en la historia y donde la organización consciente de las masas resulta decisiva para cualquier transformación profunda.
En un mundo signado por crisis recurrentes, desigualdad creciente y concentración obscena de la riqueza en unos pocos,la vigencia de esa perspectiva es difícil de ignorar.
Reivindicar hoy el comunismo no significa abrazar dogmas inmutables ni reproducir de manera acrítica las experiencias del siglo XX.
Más bien implica rescatar una brújula ética y estratégica capaz de orientar las luchas presentes hacia horizontes emancipadores.
Es reconocer que la humanidad no está condenada a la lógica del capital y que otra forma de vida común —más justa,más libre y más solidaria— es posible.
Por ello,frente a la disyuntiva convencional de ser “de izquierda” o “de derecha”,la afirmación comunista adquiere un carácter disruptivo.
No responde a un juego de etiquetas dentro del mismo tablero,sino que propone cambiar el tablero mismo.
Y en esa decisión resuena aún la herencia de Lenin: no como reliquia histórica,sino como un llamado vivo a pensar y a actuar en favor de una sociedad distinta.
(...)
☭ Conclusión:
🚩1️⃣ En la discusión política actual,la mayoría de los debates parecen girar en torno a un eje binario: izquierda contra derecha.
Este esquema,repetido hasta el cansancio,no logra dar cuenta de los proyectos que buscan transformar de raíz la estructura social.
En este escenario,declararse comunista —en la tradición del partido de Lenin— no es una nostalgia ni un eslogan: es una toma de posición frente al presente y un horizonte de futuro.
2️⃣ El legado de Lenin: política como acción transformadora ☭
Lenin es,sin duda,una de las figuras más influyentes del siglo XX.
Su aporte no debe entenderse como dogma, sino como ejemplo de praxis revolucionaria: comprender el contexto,organizar a las masas y convertir las ideas en hechos históricos.
Esta perspectiva conserva una vigencia que incomoda al orden establecido.
3️⃣ Comunismo hoy: brújula, no dogma ☭
Reivindicar el comunismo en el siglo XXI no implica repetir acríticamente experiencias pasadas. Significa rescatar un horizonte ético y político que afirma que la explotación no es un destino inevitable y que la humanidad puede organizarse de un modo más justo.
Es,en definitiva,volver a plantear la pregunta incómoda: ¿qué mundo queremos construir y para quién?
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️
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