Una "humanidad" sedienta bebe poder en copa fina,casi sin respirar,frenética se embriaga.
La moral y el instinto de subsistencia bailan al compás de imperativos,
canalizadando la lastimosa voluntad de acumular.
Grandes gladiadores se enfrentan en la arena,se debaten en fiera batalla,
la historia sin fin,
el débil abastece al poderoso,simplemente porque lo supera el grito.
Gotea por las fauces la avaricia,
la alienación de las sociedades que complementa a un sistema donde los poderosos en disputa son cuatro,
tal vez cinco,
y el resto espera,son espectadores de un film marcial donde el ganador se pierde
en la densa mezquindad.
Ese hombre desnaturalizado desconoce su propia humanidad,
infrahumano que deambula,
decadente,su dignidad se la ha arrebatado el dinero,el triunfar sobre aquellos que quieren la paz,busca,elimina a quien sea,toma impulso y salta al vacío sofocando su propia conservación.
(...)
Seguimos viaje en nuestra nave llamada Planeta Tierra...
No se trata de aprobar lo que acontece,
ni quedarse en esa butaca indiferente,
si no de repudiar,
proponer el cambio,
y ese cambio debe surgir desde la constitución de la sociedad.
La otra humanidad,
que desarmará pieza por pieza esa ideología del terror,y rearmará lo perdido,con toda esa rebeldía qué,
de una vez por todas ponga un hasta aquí! al culto a Hades.
Marcelo Rubèns Balboa
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