Entrada ¨Lagrimas¨

🔹️"El arte,el artista y otras cuestiones"

🔹️Marcelo Rubéns Balboa《Artista plástico,Montevideo,Uruguay🇺🇾》 En la actualidad,estamos inmersos en un mundo alocadamente globalizado,don...

sábado, 28 de octubre de 2017

'La Tarea'

Ilustración del Camarada J.STALIN ☭

Obra + Detalle 🖌

Arte: #MarceloRubénsBalboa 🖌

'La Tarea '...

"La tarea consiste en crear un bloque revolucionario antiimperialista y en asegurar la hegemonía del proletariado en él."

J.Stalin. ☭

#EntreLápicesYLetrasClarosYOscuros

jueves, 26 de octubre de 2017

🅿️upilas de miel"

Pupilas de miel,
todo un mundo que me observa,
planeta donde no existe la maldad,
galaxia repleta de estrellas que me regalan el mejor de los destellos cuando me miran,amor desde las entrañas mismas del amor.

Pupilas de miel me 
hablan de amor,
sincera alegría,
luz blanca de alas de niño,
lo puro se manifiesta,
lo oscuro cae abatido,
su idioma,único,moviendo 
la cola se expresa.

Ay!  de este amor que quizás,
no merezca,
ay! de ese brillo que me busca
y que me encuentra,
que lo busco,más allá,
y no lo encuentro.

Pupilas de miel,
amigo fiel,
humanidad entre animales...

"humanos" odios,
"humanas" guerras,
"humanas" miserias,
"humanos" poderes,
"humanas" muertes,
"humanas" palabras 
que no dicen nada,
"humanas" respuestas que no responden nada.

Pupilas de miel,
sin odio,
pupilas de miel 
firmando siempre la paz,
pupilas de miel,
sin miseria miserable,
pupilas de miel,
llenas de vida,
pupilas de miel,
sin el poder del más poderoso,
pupilas de miel que hablan 
hasta por los codos,
pupilas de miel,
les hablo,y me responden,
sin preguntarme nada.

(...)

Pupilas de miel...
Ay! de tú mundo...
Ay! de mi mundo.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa✍ 




Fotos📸: 'Ogun' mi perro. 

Lo adoptamos cuando todavía era un bebé,《según su veterinaria,apenas llegaba a un mes de vida.》
Su historia es muy especial,lo encontramos debajo del cerco que delimita mi casa,siendo tan pequeño resistió a una de las noches más frías que recuerde de septiembre,-de un invierno que se resistía a irse- ; 
de allí su nombre que 
 significa "Guerrero",por lo que luchó por su vida con la ayuda de los médicos. 


Hoy tiene 9 años y desde aquel 13 de septiembre es un integrante más de mi familia. 

sábado, 21 de octubre de 2017

'Ramera'

Una noche más,
como tantas,
sombríos caminos que estremecen
tu andar sin rumbo,
el miedo al costado,
labios pintados,
boca sin voz.

Rosal de placeres,
espinas que laceran tu cuerpo,
rosas marchitas caen sobre tu lecho,
luna sin brillo,
ardes en la hoguera de la hipocresía.

El reloj avanza como tus pasos por las calles envejecidas,
el frío en tus entrañas,
sumergido en el dolor sumiso de tu agonía,
ves morir las horas sobre los cuerpos,
rostros que pasan y no te miran.

Se alejan los dedos que ahora te señalan,
tu dignidad oculta detrás de los cúmulos cuenta el metálico brillo,
llueve la tristeza sobre tu cuerpo
que solo sin alma se queda.

Tu corazón sin latido,
monedas pobres,
la pobreza de besos ajenos,
el pecho oprimido,
las pupilas vacías compraron tus caricias,
la madrugada en harapos se ríe de tu desdicha.

Se alzan esas voces escondidas,
retumban en tus oídos las palabras malditas,
te tildan "señoras" y "señores"
desde su conciencia,
burdel barato,
se duermen entre secretos,
se lavan con "agua bendita".

Burlones deseos
desde su miopía te miran,
ramera,te llaman desde su mundo,donde observas desde esa esquina,
hablan,gritan,sin entender nada,
se acuestan en el cuarto oscuro
junto a la pesadilla cómplice de su amante de turno.

Lágrimas caen sobre aguas pasadas,
muñecas con polvo de una inocencia robada,
los juegos como borrones,pasan,
ilusiones de niña,
alas de aves que se han marchado,
como hoy,
hacia un cielo por los dioses olvidado.

Una noche más,
el mismo amanecer se despierta,
las monedas calmaran el hambre,
un día más,con mucho diablo,
sin nada,ni nadie,
tus manos se bañan,
las uñas arrancan de tu piel la miseria.

Una noche más,
dispuesta a matar sin piedad...

las pocas estrellas que te quedan.

Marcelo Rubéns Balboa✒

viernes, 20 de octubre de 2017

✔Discurso del Che en la concentración ante el Palacio Presidencial ✔26 de octubre de 1959☄

✔VIII EL PARTIDO BOLSHEVIQUE DURANTE EL PERÍODO DE LA INTERVENCIÓN MILITAR EXTRANJERA Y DE LA GUERRA CIVIL (1918-1920)☭

✔VIII EL PARTIDO BOLSHEVIQUE DURANTE EL PERÍODO DE LA INTERVENCIÓN MILITAR EXTRANJERA Y DE LA GUERRA CIVIL (1918-1920)

☞1. Comienza la intervención militar extranjera. - Primer período de la guerra civil. La firma de la paz de Brest-Litovsk y el afianzamiento del Poder Soviético, como resultado de la serie de medidas de tipo económico-revolucionario adoptadas por él,en los momentos en que la guerra seguía en si apogeo en los frentes occidentales, provocaron una alarma muy grande entre los imperialistas de la Europa occidental y, sobre todo, entre los de la Entente. Los imperialistas del campo de la Entente temían que la paz entre Alemania y Rusia aliviase la situación militar de Alemania, empeorando con ello, por lo tanto, la situación de las tropas de la Entente. Temían, además, que la firma de la paz entre Rusia y Alemania acentuase el anhelo de paz en todos los países y en todos los frentes, quebrantando de este modo la causa de la guerra, la causa de los imperialistas. Temían, finalmente, que la existencia del Poder Soviético en un territorio tan enorme como el de Rusia y los éxitos logrados por él dentro del país, después del derrocamiento del Poder de la burguesía, fuesen un ejemplo contagioso para los obreros y soldados de los países occidentales, en los que fermentaba un profundo descontento contra aquella guerra interminable y que -siguiendo el ejemplo de los rusos- podían llegar a volver las bayonetas contra sus amos y opresores. Por todas estas razones, los gobiernos de la Entente decidieron lanzarse a la intervención militar contra Rusia, con el fin de derribar el Poder Soviético e instaurar un Poder burgués que restableciese el régimen capitalista dentro del país, anulase el tratado de paz con los alemanes y rehiciese el frente de guerra contra Alemania y Austria. Los imperialistas de la Entente se embarcaron alegremente en esta tenebrosa aventura, convencidos como estaban de la inestabilidad del Poder Soviético y seguros de que, a poco que sus enemigos se esforzasen, su caída sería inevitable y rápida. Mayor era aún la alarma que los éxitos del Poder Soviético y su afianzamiento infundían en las filas de las clases derrocadas -entre los terratenientes y los capitalistas-, en las filas de los partidos derrotados -kadetes, mensheviques, socialrevolucionarios, anarquistas y nacionalistas burgueses de todas las calañas- y en las filas de los generales blancos, de la oficialidad cosaca, etc. Desde los primeros días del triunfo de la Revolución de Octubre, todos estos elementos enemigos gritaban a pleno pulmón que el Poder Soviético no podía echar raíces en Rusia, que estaba condenado a morir, que se hundiría forzosamente al cabo de una, o dos semanas, a la vuelta de un mes, o a lo sumo, de dos o tres meses. Y como el Poder Soviético, a pesar de los exorcismos de sus adversarios, seguía existiendo y afianzándose, los enemigos del Poder Soviético dentro de Rusia viéronse obligados a reconocer que el nuevo Poder era mucho más fuerte de lo que ellos habían pensado y que para derribarlo era necesario desplegar esfuerzos muy serios y desencadenar una rabiosa lucha de todas las fuerzas de la contrarrevolución. En vista de esto, decidieron desarrollar una amplia labor sediciosa y contrarrevolucionaria encaminada a agrupar las fuerzas de la contrarrevolución, a reclutar cuadros militares y a organizar la sublevación, sobre todo, en las regiones de cosacos y de kulaks. Y así, ya en la primera mitad del año 1918, se formaron de un modo definido dos grupos de fuerzas dispuestas a luchar por el derrocamiento del Poder Soviético: en el extranjero, los imperialistas de la Entente, y, dentro de Rusia, la contrarrevolución. Ninguna de estas dos fuerzas contaba con elementos suficientes para lanzarse por sí solas a conseguir el objetivo apetecido. La contrarrevolución interior disponía de algunos cuadros militares, así como también de cierta cantidad de hombres, reclutados principalmente entre los cosacos acomodados y los kulaks, con los que necesitaba contar para desencadenar la insurrección contra el Poder Soviético. Pero carecía de dinero y de armas. En cambio, los imperialistas extranjeros tenían dinero y armas, pero no podían "asignar" a la intervención la cantidad necesaria de tropas, no sólo porque las necesitaban para hacer la guerra contra Alemania y Austria, sino porque, además, estas tropas podían resultar poco seguras para la lucha contra el Poder Soviético. Las condiciones de lucha contra los Soviets imponían la unificación de ambas fuerzas antisoviéticas, las del extranjero y las del interior. Y esta unificación se llevó a cabo, en efecto, en la primera mitad del año 1918. Así fue cómo se forjó la intervención armada extranjera contra el Poder Soviético, apoyada por las sediciones contrarrevolucionarias de los enemigos de los Soviets dentro de Rusia. Con esto, terminaba la tregua y comenzaba la guerra civil en Rusia, la guerra de los obreros y campesinos de los pueblos de Rusia contra los enemigos exteriores e interiores del Poder Soviético. Los imperialistas de Inglaterra, Francia, el Japón y los Estados Unidos comenzaron su intervención militar sin previa declaración de guerra, a pesar de que esta intervención no era sino una guerra desencadenada contra Rusia, y una guerra, además, de la peor especie. Estos bandoleros "civilizados" extendieron su zarpa y desembarcaron sus tropas en el territorio ruso subrepticiamente, como unos rateros. Las tropas anglofrancesas desembarcaron en el Norte de Rusia, ocuparon Arjanguelsk y Murmansk, apoyando a la sublevación de guardias blancos organizada en este región, derribaron el Poder de los Soviets y crearon el llamado "gobierno del Norte de Rusia", gobierno faccioso de guardias blancos. Las tropas japonesas desembarcaron en Vladivostok, se apoderaron de la provincia marítima, disolvieron los Soviets y apoyaron a los guardias blancos facciosos, que después se encargaron de restaurar el régimen burgués. En el Cáucaso del Norte, los generales Kornilov, Alexeiev y Denikin, apoyados por los ingleses y los franceses, organizaron un "ejército voluntario" de guardias blancos, desencadenaron una sublevación de cosacos ricos y abrieron la campaña contra los Soviets. En la región del Don, los generales Krasnov y Mármontov, apoyados secretamente por los imperialistas alemanes (el tratado de paz entre Alemania y Rusia les impedía prestarles un apoyo franco), desencadenaron la sublevación de los cosacos del Don, ocuparon la región bañada por este río y abrieron también la campaña contra los Soviets. En la región central del Volga y en Siberia los anglofranceses intrigaron para organizar la sublevación del cuerpo de ejército checoslovaco. Este cuerpo de ejército, compuesto por prisioneros de guerra, había sido autorizado por el Gobierno Soviético para regresar a su país por Siberia y el Extremo Oriente. Por el camino, los socialrevolucionarios y los ingleses y franceses le indujeron a sublevarse contra el Poder Soviético. La sublevación de este cuerpo de ejército fue la señal para el alzamiento sedicioso de los "kulaks" del Volga y de Siberia y de los obreros de las fábricas de Votkinsk e Izhevsk influenciados por los socialrevolucionarios. En la región del Volga fue instaurado un gobierno de guardias blancos y socialrevolucionarios, con residencia en Samara. En Omsk, se estableció el gobierno de los guardias blancos de Siberia. Alemania no tomó ni podía tomar parte en esta campaña de intervención del bloque anglo-francés-japonés-norteamericano, entre otras cosas, por la sencilla razón de que se hallaba en guerra contra este bloque. Pero, a pesar de esto y de la existencia de un tratado de paz entre Alemania y Rusia, ningún bolshevique abrigaba la menor duda de que el gobierno alemán del káiser era un enemigo tan feroz del País Soviético como los intervencionistas ingleses, franceses, japoneses y norteamericanos. Y, en efecto, los imperialistas alemanes hicieron lo posible y lo imposible por aislar, quebrantar y hundir al País de los Soviets. Separaron a Ucrania de la Rusia Soviética -cierto es que a base de un "tratado" con la Rada ucraniana-, introdujeron sus tropas en Ucrania, a petición de la Rada ucraniana de los guardias blancos, y comenzaron a saquear y oprimir ferozmente al pueblo ucraniano, prohibiéndole mantener el menor el menor contacto con la Rusia Soviética. Separaron de ésta a la Transcaucasia, introdujeron en su territorio, a petición de los nacionalistas georgianos y azerbaidzhanos, tropas alemanas y turcas, empezaron a mandar como amos y señores en Tiflis y en Bakú, y ayudaron por todos los medios, aunque por debajo de cuerda, ciertamente, con armas y provisiones al general Krasnov, sublevado en el Don contra el Poder Soviético. La Rusia Soviética veíase, de este modo, aislada de las regiones que eran sus fuentes básicas de abastecimiento, de materias primas y de combustibles. La vida en la Rusia Soviética, durante este periodo, fue terriblemente dura. Escaseaba el pan. Escaseaba la carne. El hambre atenaceaba a los obreros. Los obreros de Moscú y Petrogrado recibían una ración de un octavo de libra de pan cada dos días. Había días en que no se repartía ni un pedazo de pan. Las fábricas estaban paradas o trabajaban muy poco tiempo, pues no había materias primas ni combustible. Pero la clase obrera no se amilanaba, ni se amilanaba tampoco el Partido bolshevique. Las increíbles dificultades de este periodo y la lucha desesperada contra ellas revelaron cuán inagotables son las energías que atesora la clase obrera y cuán grande e inconmensurable es la fuerza de la autoridad del Partido bolshevique. El Partido proclamó al país un campamento de guerra y reconstruyó su vida económica, política y cultural en consonancia con esto. El Gobierno Soviético declaró que "la patria socialista estaba en peligro" y llamó al pueblo a la defensa revolucionaria. Lenin lanzó la consigna de "¡Todo para el frente!", y cientos de miles de obreros y campesinos se enrolaron como voluntarios en el Ejército Rojo y se fueron al frente. Cerca de la mitad del total de afiliados al Partido y a las Juventudes Comunistas marcharon a ocupar su puesto en los frentes de lucha. El Partido puso al pueblo en pie para la guerra de salvación de la Patria contra la invasión de las tropas de los intervencionistas extranjeros y contra la sublevación de las clases explotadoras derrocadas por la revolución. El Consejo de la Defensa obrera y campesina, organizado por Lenin, dirigía el envío de hombres, víveres, equipos y armas a los frentes. El paso del sistema del voluntariado al servicio militar obligatorio llevó a las filas del Ejército Rojo a centenares de miles de hombres de refuerzo, y en poco tiempo el Ejército Rojo se convirtió en un ejército de un millón de combatientes. A pesar de la durísima situación del país y de la juventud del Ejército Rojo, que no había logrado fortalecerse todavía, las medidas de defensa adoptadas no tardaron en acarrear los primeros éxitos. El general Krasnov fue repelido de Tsaritsin, cuya toma daba por segura, y rechazado más allá del Don. Las andanzas del general Denikin quedaron localizadas dentro de una región reducida del Cáucaso Norte, y el general Kornilov fue muerto en combate contra el Ejército Rijo. Los checoslovacos y las bandas de socialrevolucionarios y guardias blancos fueron desalojados de Kazán, Simbirsk y Samara y arrojados a los Urales. La sublevación del guardia blanco Savinkov en Yaroslavl, organizada por el jefe de la Misión inglesa en Moscú, Lockhart, fue aplastada y Lockhart detenido. Los socialrevolucionarios, que habían asesinado a los camaradas Uritski y Volodarski y perpetrado el atentado criminal contra la vida de Lenin, fueron sometidos al terror rojo en respuesta al terror blanco desencadenado por ellos contra los bolsheviques, siendo aplastados en todos los puntos más a menos importantes de la Rusia central. En estos combates contra los enemigos se templó y se hizo fuerte y vigoroso el joven Ejército Rojo. Los comisarios comunistas que actuaron durante este periodo en el Ejército Rojo desempeñaron un papel decisivo en la obra de fortalecimiento del Ejército, en la obra de su educación política, en la obra de reforzamiento de su capacidad combativa y de su disciplina. Pero el Partido bolshevique comprendía que esto éxitos del Ejército Rojo no resolvían el problema, que no eran más que los éxitos iniciales. Comprendía que le aguardaban nuevos combates, aun más encarnizados, y que el país sólo podría recobrar las regiones perdidas, que eran sus fuentes de abastecimiento de materias primas y de combustible, a fuerza de una larga y dura lucha contra sus enemigos. Por eso, los bolsheviques comenzaron a prepararse intensivamente para una larga guerra y decidieron poner a toda la retaguardia al servicio del frente. El Gobierno Soviético implantó el comunismo de guerra. El Poder de los Soviets puso bajo su control, además de la gran industria, la industria pequeña y mediana, con el fin de acumular los artículos de primera necesidad para abastecer de ellos al ejército y al campo. Implantó el monopolio del comercio del trigo, prohibió el comercio privado de cereales e introdujo el sistema de la contingentación de productos agrícolas, con objeto de movilizar todo el sobrante de los productos recolectados por los campesinos, formar un stock de trigo y abastecer de víveres al Ejército y a los obreros. Finalmente, implantó el trabajo obligatorio, extensivo a todas las clases de la población. Esta incorporación de la burguesía al trabajo físico obligatorio permitía utilizar a los obreros para otros trabajos más importantes con vistas al frente, y con ella el Partido ponía en práctica el principio de "el que no trabaja, no come". Todo este sistema de medidas impuestas por las condiciones extraordinariamente difíciles en que había que organizar la defensa del país, tenía carácter provisional y se englobaba bajo el nombre de comunismo de guerra. El país se preparaba para una larga y dura guerra civil contra los enemigos exteriores e interiores del Poder Soviético. A fines del año 1918, hubo necesidad de triplicar el contingente del ejército. Este ejército exigía que se acumulasen los medios necesarios para abastecerlo. He aquí cómo se expresaba Lenin, por aquellos días: "Hemos decidido tener un ejército de un millón de hombres para la primavera; ahora, necesitamos un ejército de tres millones de hombres. Podemos tener este ejército y lo tendremos". 2. Derrota militar de Alemania. - La revolución alemana. - Fundación de la Tercera Internacional. - El VIII Congreso del Partido. Mientras el País Soviético se preparaba para nuevos combates contra los intervencionistas extranjeros, en el Occidente, en la retaguardia y en los frentes de los países beligerantes, producíanse acontecimiento decisivos. Alemania y Austria iban quedándose exhaustas entre los tormentos de la guerra y de la crisis de subsistencias. Mientras Inglaterra, Francia y los Estados Unidos movilizaban nuevos y nuevas reservas, Alemania y Austria estrujaron las últimas y exiguas reservas de que podían disponer. Tal como estaba la cosa, Alemania y Austria, agotadas hasta más no poder, tenían que ser derrotadas sin tardanza. Entretanto, iba fermentando dentro de estos países la indignación del pueblo contra aquella guerra interminable y aniquiladora y contra los gobiernos imperialistas de estos países que habían llevado al pueblo al agotamiento y al hambre. También aquí se revelaba la formidable influencia revolucionaria de la Revolución de Octubre, de actos de confraternización entre los soldados soviéticos y los soldados austro-alemanes en el frente ya antes de la paz de Brest-Litovsk y, después de ésta, la influencia de la misma cesación de la guerra contra la Rusia Soviética y de la paz concertada con ella. El ejemplo de Rusia, donde el pueblo había logrado poner fin a la guerra mediante el derrocamiento de su gobierno imperialista, no podía menos de servir de enseñanza a los obreros austro-alemanes. Y los soldados alemanes del frente oriental que habían sido desplazados al frente occidental, después de la paz de Brest, tenían forzosamente que contribuir a descomponer el ejército alemán, destacado allí con sus relatos acerca de los actos de confraternización con los soldados soviéticos y acerca del modo cómo éstos habían sabido desembarazarse de la guerra. En cuanto al ejército austriaco, había comenzado a descomponerse ya antes que el alemán, como resultado de las mismas causas. Todas estas circunstancias contribuyeron a acrecentar en las tropas alemanas el anhelo de paz, a hacer que no diesen ya pruebas de la misma combatividad de antes y a que comenzasen a retroceder ante el empuje de las tropas de la Entente; en el interior de Alemania, estalló, en noviembre de 1918, la revolución, derribando al káiser y a su gobierno. Alemania vióse obligada a reconocer su derrota y a pedir la paz a la Entente. De este modo, Alemania, potencia de primer rango, quedaba reducida de pronto a la situación de una potencia de segundo orden. Desde el punto de vista de la situación del Poder Soviético, este hecho ejerció cierta influencia negativa, ya que convertía a los Estados de la Entente, organizadores de la intervención contra el Poder Soviético, en la fuerza dominante de Europa y Asia, dándoles la posibilidad de acentuar la intervención y de organizar el bloqueo del País Soviético, apretando todavía más las mallas en torno al Poder de los Soviets. Y esto fue, en efecto, lo que ocurrió, como veremos adelante. Pero, por otra parte, tenía una importancia positiva aun más considerable, ya que venía a aliviar radicalmente la situación del país de los Soviets. En primer lugar, daba al Poder Soviético la posibilidad de anular el tratado bandidesco de paz de Brest-Litovsk, de poner fin a los pagos que le habían sido impuestos a título de indemnizaciones y de desplegar una lucha abierta, en el terreno militar y político, por liberar a Estonia, a Letonia, a Bielorrusia, Lituania, Ucrania y Transcaucasia del yugo del imperialismo alemán. En segundo lugar -y esto era lo más importante-, la existencia en el centro de Europa, en Alemania, de un régimen republicano y de Soviets de diputados obreros y soldados, tenía necesariamente que repercutir de un modo revolucionario, como en efecto repercutió, en los países de Europa, circunstancia que no podía dejar de fortalecer la situación del Poder Soviético en Rusia. Es cierto que la revolución alemana no era una revolución socialista, sino una revolución burguesa, y que los Soviets en Alemania servían de dócil instrumento al Parlamento de la burguesía, ya que su dirección estaba en manos de los socialdemócratas, que eran oportunistas de la calaña de los mensheviques rusos, circunstancia que explica, especialmente, la debilidad de aquella revolución. Cuán débil era la revolución en Alemania lo demuestra un solo hecho: el que permitiese que fuesen impunemente asesinados por los guardias blancos alemanes unos revolucionarios tan prestigiosos como Rosa Luxemburgo y Carlos Liebknecht. Pero, con todo, era una revolución; el káiser había sido derribado del trono; los obreros rompieron sus cadenas y, aunque no se hubiese conseguido otra cosa, esto tenía necesariamente que fomentar la revolución en el Occidente, no podía dejar de provocar el auge de la revolución en los países europeos. La revolución comenzó a avanzar en Europa. En Austria, venía desarrollándose el movimiento revolucionario. En Hungría, fue proclamada la República de los Soviets. La oleada revolucionaria hizo aparecer a los Partidos Comunistas en Europa. Esto creó una base real para la unificación de los Partidos Comunistas en la Tercera Internacional, en la Internacional Comunista. En marzo de 1919, en Moscú, en el primer Congreso de los Partidos Comunistas de varios países, a iniciativa de Lenin y de los bolsheviques, fue fundada la Internacional Comunista. Y aunque el bloqueo y las persecuciones de los imperialistas impidieron a muchos delegados llegar a Moscú, tomaron parte en este primer Congreso representantes de los más importantes países de Europa y América. El Congreso fue dirigido por Lenin. En su informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado, Lenin puso de manifiesto la significación del Poder Soviético, como la auténtica democracia para los trabajadores. El Congreso aprobó el Manifiesto dirigido al proletariado internacional, en el que se hacía un llamamiento a la lucha resuelta por la dictadura del proletariado y por el triunfo de los Soviets en todos los países. En este Congreso se eligió el Comité Ejecutivo de la Comintern (C.E. de la I.C.), órgano ejecutivo de la Tercera Internacional o Internacional Comunista. Así fue fundada esta organización proletaria revolucionaria internacional de nuevo tipo, la Internacional Comunista, la Internacional marxista-leninista. En una situación formada por circunstancia contradictorias, en la que se reforzaba el bloque reaccionario de Estados de la Entente contra el Poder Soviético, de una parte, y, de otra, se acentuaba el auge revolucionario en Europa, principalmente en los países que habían salido derrotados de la guerra, circunstancia que aliviaba considerablemente la situación del País Soviético, se reunió, en marzo de 1919, el VIII Congreso del Partido bolshevique. En este Congreso tomaron parte 301 delegados con voz y voto, representando a 313.766 afiliados. Había, además, 102 delegados con voz, pero sin derecho a votar. Lenin consagró las primeras palabras de su discurso de apertura a la memoria de I. M. Sverdlov, uno de los mejores organizadores del Partido bolshevique, muerto en vísperas de la apertura del Congreso. En este Congreso fue aprobado el nuevo programa del Partido. En él se define lo que es el capitalismo y su fase culminante, el imperialismo. Se comparan los dos sistemas de Estado: el sistema de la democracia burguesa y el sistema soviético. Se señalan minuciosamente las tareas concretas del Partido en su lucha por el socialismo: llevar hasta el final la expropiación de la burguesía, organizar la Economía del país con arreglo a un plan socialista único, hacer que los sindicatos intervengan en la organización de la Economía nacional, implantar la disciplina socialista del trabajo, utilizar a los técnicos en la Economía Nacional bajo el control de los órganos soviéticos, incorporar gradualmente, y con arreglo a un plan, a los campesinos medios a la labor de la edificación socialista. El VIII Congreso aprobó la propuesta de Lenin de incluir en el programa, a la par que la definición del imperialismo como etapa culminante del capitalismo, la descripción del capitalismo industrial y del régimen de producción simple de mercancías, que figuraba en el viejo programa aprobado ya en el II Congreso del Partido. Lenin consideraba necesario que fuese tenida en cuenta, en el programa, la complejidad de la Economía rusa y se señalase la existencia, en el país, de diversas formaciones económicas, incluyendo entre ellas el régimen de pequeña propiedad de mercancías, cuyo exponente era el campesino medio. Por eso, al discutirse el programa, intervino enérgicamente contra las ideas antibolsheviques de Bujarin, que proponía eliminar de él los puntos en que se hablaba del capitalismo, de la pequeña producción de mercancías y del régimen económico del campesino medio. Las ideas de Bujarin representaban la negación menshevique-trotskista de la importancia del campesino medio para la edificación soviética. Al mismo tiempo, Bujarin esfumaba el hecho de que era el régimen de pequeña producción de mercancías de los campesinos el que engendra y fomenta el desarrollo de los elementos "kulaks". Lenin salió también al paso de las ideas antibolsheviques de Bujarin y Piatakov sobre el problema nacional. Estos manifestáronse en contra de que se incluyese en el programa el punto en que se reconoce el derecho de autodeterminación de las naciones y se pronunciaron contra la igualdad de derechos de los pueblos, bajo el pretexto de que esta consigna estorbaba, según ellos, al triunfo de la revolución proletaria y entorpecía la unificación de los proletarios de diversas nacionalidades. Lenin echó por tierra estas funestísimas concepciones absorbentes y chovinistas de Bujarin y Piatakov. En los trabajos del VIII Congreso del Partido, ocupó un lugar importante el problema de la actitud que debía adoptarse ante los campesinos medios. Como resultado del célebre decreto sobre la tierra, la aldea se convertía cada vez más en aldea de campesinos medios. Ahora, éstos formaban la mayoría dentro de la población campesina. El estado de espíritu y la conducta de los campesinos medios, vacilantes entre la burguesía y el proletariado, tenían una importancia grandísima para la suerte de la guerra civil y de la edificación socialista. El desenlace de la guerra civil dependía, en buena parte, del lado a que se inclinase el campesino medio, de la clase que supiese atraérselo, de que esta clase fuese el proletariado o la burguesía. Si los checoslovacos, los guardias blancos, los kulaks, los socialrevolucionarios y los mensheviques lograron derribar el Poder Soviético en la región del Volga, en el verano de 1918, fue porque contaron con el apoyo de una parte considerable de los campesinos medios. Y lo mismo ocurrió en las sublevaciones organizadas por los kulaks en la Rusia central. Pero, a partir de otoño de 1918, el estado de espíritu de las masas de campesinos medios comenzó a orientarse resueltamente hacia el Poder Soviético. Los campesinos veían que el triunfo de los blancos conducía a la restauración del poder de los terratenientes, con su secuela de despojos de tierras, saqueos, torturas y apaleamientos de campesinos. A este cambio operado en cuanto al modo de pensar de los campesinos contribuyó también la actuación de los Comités de campesinos pobres, que aplastó a los kulaks. En relación con esto, Lenin lanzó, en noviembre de 1918, esta consigna: "Saber llegar a un acuerdo con los campesinos medios, sin cejar ni un minuto en la lucha contra los kulaks y tomando como sólido punto de apoyo solamente a los campesinos pobres" (Lenin, t. XXIII, pág. 294, ed. rusa). Cierto es que las vacilaciones existentes entre los campesinos medios no cesaron totalmente, pero este sector de la población campesina se acercó más al Poder Soviético y comenzó a prestarle un apoyo más firme. A ello contribuyó, en buena parte, la política con respecto al campesino medio trazada en el VIII Congreso del Partido. El VIII Congreso marcó un viraje en la política del Partido con respecto a los campesinos medios. En el informe de Lenin y en los acuerdos del Congreso, se señaló la nueva línea del Partido ante este problema. El Congreso exigió que las organizaciones del Partido y todos los comunistas estableciesen una rigurosa diferencia y separación entre los campesinos medios y los kulaks, tratando de atraer a los primeros al lado de la clase obrera mediante una política de atención solícita a sus necesidades. Había que lucha con el atraso de los campesinos medios por el método de la persuasión, pero en modo alguno con medidas de coacción y de violencia. Por eso, el Congreso trazó la norma de que, al implantar medidas socialistas en el campo (al crear las comunas y los artels agrícolas), no se permitiese la coacción. Siempre que resultasen afectados los intereses vitales de los campesinos medios, era necesario llegar a un acuerdo práctico con ellos y hacerles concesiones en cuanto a la fijación de los métodos de implantación de transformaciones socialistas. El Congreso acordó aplicar una política de una alianza sólida con los campesinos medios, pero manteniendo dentro de ella el papel dirigente del proletariado. La nueva política de relaciones con los campesinos medios, preconizada por Lenin en el VIII Congreso, exigía que el proletariado se apoyase en los campesinos medios, mantuviese una sólida alianza con los campesinos medios y que luchase contra los kulaks. Hasta el VIII Congreso, el Partido había seguido, en general, la política de neutralizar a los campesinos medios. Es decir, que su objetivo era conseguir que el campesino medio no se pusiese del lado del kulak, del lado de la burguesía, en general. Pero ahora, esto ya no bastaba. El VIII Congreso pasó de la política de neutralización del campesino medio a la política de una sólida alianza con él para luchar contra la intervención de los guardias blancos y de las tropas extranjeras, así como para la construcción victoriosa del socialismo. La línea trazada por el VIII Congreso respecto a la actitud que debía seguirse con las grandes masas campesinas, con los campesinos medios, tuvo una importancia decisiva en cuanto al desenlace victorioso de la guerra civil contra la intervención extranjera y los guardias blancos que le servían de auxiliares. En el otoño de 1919, cuando tuvieron que elegir entre el Poder Soviético y Denikin, los campesinos apoyaron a los Soviets, y la dictadura proletaria derrotó a su más peligroso enemigo. En el VIII Congreso se planteó también, con caracteres especiales, el problema de la organización del Ejército Rojo. En este Congreso, se destacó la llamada "oposición militar", en la que aparecían encuadrados no pocos de los antiguos "comunistas de izquierda". Pero justamente con estos representantes del "comunismo de izquierda", ya liquidado, la "oposición militar" englobaba a militantes del Partido que jamás habían formado parte de ninguna oposición, pero que estaban descontentos con la dirección que Trotski daba al ejército. La mayoría de los delegados militares estaban marcadamente en contra de Trotski, en contra de su admiración por los técnicos militares procedentes del viejo ejército zarista, una parte de los cuales traicionó abiertamente al Poder Soviético en la guerra civil, en contra de la actitud arrogante y hostil de Trotski para con los viejos cuadros bolsheviques dentro del ejército. En el Congreso se adujeron ejemplos de la "práctica" con que Trotski había intentado fusilar a toda una serie de comunistas que ocupaban puestos responsables en el frente y que no le agradaban a él, haciendo con ello el juego al enemigo, y en que, sólo gracias a la intervención del Comité Central y a las protestas de los militantes activos del frente, se había conseguido evitar la muerte de estos camaradas. Sin embargo, aunque luchando en contra del falseamiento de la política militar del Partido por Trotski, la "oposición militar" defendía concepciones falsas respecto a una serie de problemas de la organización del Ejército. Lenin y Stalin intervinieron resueltamente en contra de la "oposición militar", que defendía las supervivencias de las guerrillas dentro del Ejército y luchaba contra la creación de un Ejército Rojo regular, contra el empleo de los técnicos militares, contra esa disciplina férrea, sin la cual no puede existir un verdadero ejército. Saliendo al paso de la "oposición militar", el camarada Stalin exigía la creación de un ejército regular, penetrado del espíritu de la más severa disciplina. "O creamos -decía el camarada Stalin- un verdadero ejército obrero-campesino, y predominantemente campesino, un ejército rigurosamente disciplinado y defenderemos la República, o pereceremos". Pero al mismo tiempo que desechaba una serie de propuestas de la "oposición militar", el Congreso asestó un golpe contra Trotski, exigiendo que se mejorase la actuación de los organismos militares centrales y se reforzase el papel de los comunistas dentro del Ejército. Como resultado de la labor de la comisión militar nombrada por el Congreso, se logró que en éste recayese un acuerdo unánime sobre el problema militar. Los acuerdos del VIII Congreso sobre el problema militar sirvieron para fortalecer al Ejército Rojo y estrechar todavía más sus lazos con el Partido. El Congreso examinó, además, el problema de la organización del Partido y de los Soviets, el problema del papel dirigente del Partido en la actuación de los Soviets. En la discusión de este problema, el Congreso hubo de rechazar la posición del grupo oportunista Sapronov-Osinski, que negaba el papel dirigente del Partido en la actuación de los Soviets. Finalmente, en relación con la enorme afluencia de nuevos afiliados, el Congreso acordó mejorar la composición social del Partido y revisar los ingresos. Era el paso hacia la primera depuración de las filas del Partido. 3. Recrudece la intervención. - Bloqueo del País Soviético. - Campaña de Kolchak y su aplastamiento. - Campaña de Denikin y su aplastamiento. - Una tregua de tres meses. - El IX Congreso del Partido. Después de derrotar a Alemania y a Austria, los Estados de la Entente decidieron lanzar grandes efectivos militares contra el País Soviético. Al retirarse las tropas alemanas, después de su derrota, de Ucrania y de Transcaucasia, vinieron a ocupar su puesto los anglofranceses, que enviaron su escuadra al Mar Negro y desembarcaron sus tropas en Odesa y en Transcaucasia. La conducta seguida por los intervencionistas de la Entente, en los territorios ocupados por ellos, era tan bestial, que llegaba a suprimir por las armas a grupos enteros de obreros y campesinos. Después de ocupar el Turquestán, el salvajismo de los invasores les llevó a apresar y conducir al Transcaspio a 26 dirigentes bolsheviques de Bakú, los camaradas Shaumián, Fioletov, Dzhaparidse, Malyguin, Asisbekov, Korganov y otros, asesinándoles bestialmente, con ayuda de los socialrevolucionarios. Algún tiempo después, los intervencionistas declararon el bloqueo de Rusia. Quedaron cortadas todas las comunicaciones marítimas y de otro género con el mundo exterior. Con ello, el País Soviético veíase cercado casi por todas partes. La Entente cifraba sus principales esperanzas, por aquel entonces, en el almirante Kolchak, puesto por ella en Siberia, en Omsk. Kolchak fue proclamado "regente supremo de Rusia". Toda la contrarrevolución rusa se hallaba bajo su mando. El frente oriental pasó a ser, por tanto, el frente principal de la guerra civil. En la primavera de 1919, Kolchak, después de reunir un formidable ejército, se acercó casi hasta el Volga. Fueron lanzadas contra él las mejores fuerzas bolsheviques; los jóvenes comunistas y los obreros fueron movilizados. En abril de 1919, el Ejército Rojo infligió a Kolchak una seria derrota. Las tropas de Kolchak no tardaron en empezar a replegarse en todo el frente. En el momento en que las operaciones ofensivas del Ejército Rojo en el frente oriental estaban en su apogeo, Trotski propuso un plan sospechoso: detenerse delante de los Urales, cesar en la persecución de los kolchakistas y lanzar las tropas desde el frente oriental al frente Sur. El C.C. del Partido, comprendiendo perfectamente bien que no era posible dejar los Urales y Siberia en manos de Kolchak, donde, con ayuda de los japoneses y de los ingleses, podría rehacerse y ponerse de nuevo en pie, rechazó aquel plan y dio instrucciones para proseguir la ofensiva. Trotski, desconforme con estas instrucciones, pidió que se le relevase de su puesto; pero el C.C. se negó a ello, obligándole, al mismo tiempo, a dejar de intervenir en la dirección de las operaciones del frente oriental. La ofensiva del Ejército Rojo contra Kolchak siguió desarrollándose con nuevo brío. El Ejército Rojo infligió a Kolchak una serie de nuevas derrotas y limpió de blancos los Urales y Siberia, donde el Ejército Rojo se hallaba apoyado por un potente movimiento de guerrilleros organizado en la retaguardia de los blancos. En el verano de 1919, los imperialistas asignaron al general Yudenich, que se hallaba a la cabeza de la contrarrevolución en el frente noroeste (en la región del Báltico, cerca de Petrogrado), la misión de distraer al Ejército Rojo del frente oriental por medio de una ataque sobre Petrogrado. La guarnición de dos de los fuertes que defendían esta capital, trabajada por la agitación contrarrevolucionaria de los oficiales blancos, se sublevó contra el Poder Soviético, y en el Estado Mayor del frente fue descubierto un complot contrarrevolucionario. El enemigo amenazaba a Petrogrado. Pero gracias a las medidas tomadas por el Poder Soviético con ayuda de los obreros y de los marinos, los fuertes amotinados fueron limpiados de blancos, las tropas de Yudenich derrotadas y su caudillo, arrojado a Estonia. La derrota de Yudenich cerca de Petrogrado facilitó la lucha contra Kolchak. A fines de 1919, su ejército quedó definitivamente deshecho. Kolchak fue detenido y fusilado en Irkutsk, en ejecución de la sentencia dictada por el Comité Revolucionario. Kolchak había sido, pues, liquidado. En Siberia, corría en boca del pueblo esta copla burlesca sobre Kolchak: "Uniforme inglés, Correaje francés, Tabaco japonés, de Omsk el amo es. El uniforme se ha gastado. El correaje se ha chafado, El tabaco se ha fumado, Y el amo de Omsk se ha acabado". En vista de que Kolchak había defraudado las esperanzas cifradas en él, los intervencionistas cambiaron su plan de agresión contra la República de los Soviets. Las tropas desembarcadas en Odesa debieron volver de nuevo a bordo de sus barcos, pues el contacto con las tropas de la República Soviética les contagiaba el espíritu revolucionario y ya comenzaban a sublevarse contra sus opresores imperialistas. Así, por ejemplo, en Odesa se sublevaron los marinos franceses, bajo la dirección de André Marty. Todo esto contribuyó a que, después de aplastado Kolchak, la Entente concentrase la tención en el general Denikin, compañero de armas de Kornilov y organizador del "ejército voluntario". Denikin operaba contra el Poder Soviético, por aquel entonces, en el sur, en la región de Kubán. La Entente pertrechó a su ejército con una gran cantidad de armas y municiones y lo puso en marcha hacia el Norte contra el Poder de los Soviets. Por tanto, el frente Sur pasaba a ser el frente principal de la guerra civil. Denikin comenzó su gran campaña contra el Poder Soviético en el verano de 1919. Trotski echó por tierra el trabajo realizado en el frente sur, y las tropas soviéticas sufrieron una derrota tras otra. A mediados de octubre, los blancos eran dueños de toda Ucrania, habían tomado Orel y se acercaban a Tula, que era el centro que abastecía al Ejército Rojo de cartuchos, fusiles y ametralladoras. Los blancos se aproximaban a Moscú. La situación de la República de los Soviets era muy apurada. El Partido dio el grito de alarma y llamó al pueblo a al resistencia. Lenin lanzó la consigna de "¡Todos a lucha contra Denikin!". Los obreros y los campesinos, respondiendo a la inspiración de los bolsheviques, pusieron en tensión todas sus fuerzas para aplastar al enemigo. Con objeto de organizar el aplastamiento de Denikin, el Comité Central del Partido envió al frente Sur a los camaradas Stalin, Voroshilov, Ordzhonikidse y Budiony. Trotski fue separado de la dirección de las operaciones del Ejército Rojo en el Sur. Antes de la llegada del camarada Stalin, el mando del frente Sur, de acuerdo con Trotski, había preparado un plan, según el cual el ataque principal contra Denikin se haría desde Tsaritsin sobre Novorosisk, a través de las estepas del Don, donde el Ejército Rojo habría tenido que marchar por un terreno completamente impracticable y atravesar regiones pobladas de cosacos, una parte considerable de los cuales se hallaba, por entonces, bajo la influencia de los guardias blancos. El camarada Stalin sometió este plan a una crítica tajante y propuso al Comité Central otro concebido por él para aplastar a Denikin, en que el ataque principal seguiría la línea Jarkov-Cuenca del Donetz-Rostov. Este plan aseguraba una marcha rápida de las tropas del Ejército Rojo contra Denikin, pues en él se preveía el paso del Ejército Rojo por regiones obreras y campesinas, es decir, por territorios en que la población simpatizaba manifiestamente con las tropas soviéticas. Además, la rica red de ferrocarriles con que contaba esta región permitía abastecer al Ejército Rojo con regularidad de todos los elementos necesarios. Finalmente, este plan ofrecía la posibilidad de liberar la Cuenca del Donetz, asegurando para el país al aprovisionamiento de combustible. El Comité Central aprobó el plan del camarada Stalin. En la segunda quincena de octubre de 1919, después de una encarnizada resistencia, Denikin fue derrotado por el Ejército Rojo en los combates decisivos que se libraron cerca de Orel y de Voronezh. Denikin comenzó a replegarse a toda prisa, y luego se dirigió precipitadamente hacia el Sur, perseguido por las tropas soviéticas. A comienzo de 1920, habían sido rescatados del poder de los blancos toda Ucrania y el Cáucaso Norte. Mientras se libraban aquellos combates decisivos en el frente Sur, los imperialistas volvieron a lanzar el cuerpo de ejército de Yudenich sobre Petrogrado, con el fin de distraer del frente Sur fuerzas del Ejército Rojo y de aliviar la situación de las tropas de Denikin. Los blancos llegaron hasta las mismas puertas de Petrogrado. El heroico proletariado de la capital formó con sus pechos una muralla para defender la primera ciudad de la revolución. Los comunistas lucharon, como siempre, en primera línea. Después de furiosos combates, los blancos fueron derrotados y arrojados de nuevo al otro lado de las fronteras de Rusia, a Estonia. También Denikin fue, pues, liquidado. Después del aplastamiento de Kolchak y Denikin, sobrevino una tregua de corta duración. Cuando los imperialistas vieron que las tropas de los guardias blancos eran destrozadas, que la intervención armada fracasaba, que el Poder Soviético se afianzaba en todo el país y que en la Europa occidental iba en aumento la indignación de los obreros ante la guerra de los intervencionistas contra la República de los Soviets, comenzaron a cambiar de actitud ante el Estado Soviético. En enero de 1920, Inglaterra, Francia e Italia decidieron levantar el bloqueo de la Rusia Soviética. Era ésta una brecha importantísima, que se abría en el muro de la intervención. Esto no quería decir, naturalmente, que el Estado Soviético pudiese dar ya por terminadas la intervención y la guerra civil. Aun había el peligro de que la Polonia imperialista se lanzase a un ataque. Los intervencionistas no habían sido expulsados aún definitivamente del Extremo Oriente, de Transcaucasia ni de Crimea. No obstante, el país de los Soviets obtenía una tregua pasajera, de la que podía aprovecharse para concentrara fuerzas mayores en la obra de la edificación económica. El Partido pudo ocuparse de los problemas relacionados con la Economía nacional. Durante la guerra civil, abandonaron la producción muchos obreros calificados, por la paralización de fábricas y talleres. Ahora, el Partido reintegraba a la producción a estos obreros calificados para que trabajasen en sus especialidades. Fueron movilizados unos cuantos millares de comunistas para la restauración de los transportes, cuya situación era muy difícil. Sin restaurar los transportes, no cabía pensar seriamente en restaurar las ramas fundamentales de la industria. Se reforzó y se mejoró también el abastecimiento. Se comenzó a trazar un plan de electrificación del país. Hallábanse bajo las armas cinco millones de combatientes del Ejército Rojo, que no era posible licenciar, puesto que subsistía el peligro de guerra. Por eso, algunas unidades del Ejército Rojo fueron convertidas en un Ejército de trabajo, utilizándoselas en el terreno de la edificación económica. El Consejo de la Defensa obrera y campesina se transformó en el Consejo del Trabajo y de la defensa (S. T. O.). Para auxiliarle, se creó la Comisión del Plan de Estado (Gosplan). Tal era la situación existente a fines de marzo de 1920, al reunirse el IX Congreso del Partido. Tomaron parte en este Congreso 554 delegados con voz y voto, representando a 611.978 afiliados al Partido. Asistieron a él, además, 162 delegados con voz, pero sin voto. El Congreso determinó las tareas económicas más urgentes del país en materia de transportes y de industria, señalando especialmente la necesidad de que los sindicatos tomasen parte en la edificación económica. Este Congreso consagró una atención especial al problema de la formación de un plan económico de conjunto, encaminado a poner de nuevo en marcha, en primer lugar, el transporte, el combustible y la metalurgia. El eje de este plan era el problema de la electrificación de toda la Economía nacional, que Lenin destacó como "un gran programa para 10 ó 20 años". Sobre estas bases había de trazarse, más tarde, el célebre plan GOELRO (plan de electrificación del país), que hoy se halla ya muy superado. El Congreso salió al paso del grupo del "centralismo democrático", grupo contrario al Partido, que se manifestaba en contra del principio de la dirección y la responsabilidad individuales en las empresas industriales y defendía el sistema de la dirección "colectiva" ilimitada y la irresponsabilidad en la industria. Llevaban la voz cantante de este grupo antibolshevique Sapronov, Osinski y V. Smirnov. En el Congreso les secundaron Rykov y Tomski. 4. Agresión de los "panis" polacos contra el País Soviético. - Salida del general Wrangel. - Fracaso del plan de los polacos. - Aplastamiento de Wrangel. - Fin de la intervención armada A pesar del aplastamiento de Kolchak y Denikin, a pesar de que el País Soviético veía ensancharse cada vez más su territorio, rescatando del poder de los blancos y de los intervencionistas la región Norte, el Turquestán, Siberia, el Don, Ucrania, etc., y a pesar de que la Entente se había visto obligada a levantar el bloqueo de Rusia, los Estados de la Entente no querían resignarse a la idea de que el Poder Soviético fuera inexpugnable y quedase vencedor. Decidieron, por tanto, llevar a cabo un nuevo intento de intervención contra el País Soviético. Esta vez, los intervencionistas movilizaron para la empresa, de una parte, a Pilsudski, nacionalista contrarrevolucionario burgués, que era, de hecho, el jefe del Estado polaco, y de otra parte, al general Wrangel, que había reunido en Crimea los restos del ejército de Denikin, amenazando desde allí la cuenca del Donetz y Ucrania. La Polonia de los "panis" (la nobleza terrateniente polaca) y Wrangel eran, según la expresión de Lenin, los dos brazos del imperialismo internacional que intentaba estrangular al País Soviético. El plan de los polacos era: ocupar la parte de la Ucrania Soviética situada a la derecha del Dnieper, anexionarse al territorio soviético de Bielorrusia, instaurar en estas regiones el Poder de los "panis" polacos, extender las fronteras del Estado polaco "de mar a mar", es decir, de Danzig a Odesa y, en pago de la ayuda que les prestaría Wrangel, ayudar a éste a destruir el Ejército Rojo y a restaurar en la Rusia Soviética el Poder de los terratenientes y capitalistas. Este plan había sido aprobado por los Estados de la Entente. Los intentos del Gobierno Soviético de entrar en negociaciones con Polonia para mantener la paz y atajar la guerra no dieron ningún resultado. Pilsudski no quería hablar de paz. Pilsudski quería la guerra. Especulaba con la idea de que los combatientes del Ejército Rojo, cansados de las campañas de Kolchak y Denikin, serían arrollados por las tropas polacas. La breve tregua tocaba a su fin. En abril de 1920, las tropas polacas irrumpieron por la frontera de la Ucrania Soviética y ocuparon la ciudad de Kiev. Al mismo tiempo, Wrangel pasó a la ofensiva y comenzó a amenazar la cuenca del Donetz. Como réplica al ataque de las tropas polacas, las tropas del Ejército Rojo desplegaron la contraofensiva en todo el frente. Después de rescatar la ciudad de Kiev y de expulsar a los "panis" polacos de Ucrania y de Bielorrusia, los combatientes rojos del frente Sur llegaron, en impetuoso avance, hasta las puertas del Lemberg, en Galitzia, mientras las tropas del frente occidental se acercaban a Varsovia. La derrota total del ejército de los "panis" polacos era inminente. Pero los manejos sospechosos de Trotski y de sus adeptos en el Estado Mayor Central del Ejército Rojo frustraron los éxitos de éste. La ofensiva de las tropas rojas del frente occidental en dirección a Varsovia se desarrolló -por culpa de Trotski y de Tujachevski- sin organización alguna: no se hizo que las tropas fortificasen las posiciones conquistadas; las unidades que marchaban a la cabeza se alejaron demasiado del resto de las fuerzas; las reservas y las municiones quedaron rezagadas en la retaguardia, con lo cual las unidades destacadas en vanguardia veíanse abandonadas, sin municiones y sin reservas; la línea del frente era interminablemente larga, pudiendo, por tanto, romperse el frente con gran facilidad. Así se explica que, cuando un pequeño grupo de tropas polacas rompió el frente occidental del Ejército Rojo por uno de sus puntos, las tropas rojas, habiendo quedado sin municiones, se vieran obligadas a retirarse. En cuanto a las tropas del frente Sur, que se hallaban a las puertas de Lemberg, donde tenían a los polacos en un aprieto, el triste "presidente del Consejo Revolucionario de Guerra", Trotski, les prohibió que tomasen la ciudad y ordenó que el ejército de caballería, es decir, la principal fuerza del frente Sur, se dirigiese a un punto lejano del frente Noreste, pretextando que se trataba de acudir en socorro del frente occidental, aunque no era difícil comprender que la única y la mejor ayuda que podía prestarse a este frente era la toma de la ciudad de Lemberg. En cambio, el retirar del frente Sur el ejército de caballería, alejándolo de Lemberg, equivalía, de hecho, a hacer extensivo al frente meridional el repliegue de las tropas del Ejército Rojo. Así fue como la orden saboteadora de Trotski impuso a las tropas del Ejército Rojo del frente Sur, con alegría de los "panis" polacos, una retirada inconcebible y absolutamente injustificable. Con esta maniobra, se acudía, efectivamente, en socorro, pero no de nuestro frente occidental, sino de los "panis" polacos y de la Entente. Algunos días después, se contuvo la ofensiva de las tropas polacas, y el Ejército Rojo comenzó a prepararse para un nuevo ataque contra los polacos. Pero Polonia, que carecía de fuerzas para proseguir la guerra y que, alarmada, esperaba el contraataque de los rojos, vióse obligada a renunciar a sus ambiciones respecto a la ocupación del territorio ucraniano situado en la orilla derecha del Dnieper y el de Bielorrusia, proponiendo al Gobierno Soviético la paz. El 20 de octubre de 1920, se firmó en Riga el tratado de paz con Polonia, por virtud del cual ésta conservaba el territorio de Galitzia y una parte de Bielorrusia. Después de concertar la paz con Polonia, la República Soviética decidió terminar con Wrangel. Este había recibido de los ingleses y los franceses nuevos envíos de armas modernísimas: carros blindados, tanques, aviones y municiones en abundancia. Disponía de unidades blancas de choque, formadas, principalmente, por oficiales. Pero no logró movilizar un contingente un poco considerable de campesinos y de cosacos en torno a los desembarcos efectuados por él en el Kubán y en el Don. No obstante, se acercó hasta la misma cuenca del Donetz, amenazando los centros carboníferos del país de los Soviets. La situación del Poder Soviético se complicaba, además, por el hecho de que el Ejército Rojo estaba ya, por aquel entonces, bastante cansado. Las tropas rojas veíanse obligadas a avanzar en condiciones extraordinariamente difíciles, atacando a las tropas de Wrangel y peleando, al mismo tiempo, contra las bandas de los anarquistas de Majnó, que ayudaban al general blanco. Pero, a pesar de que Wrangel tenía en su favor la superioridad de la técnica, a pesar de que las tropas soviéticas carecía de tanques, el Ejército Rojo arrojó a Wrangel a la península de Crimea. En noviembre de 1920, las tropas rojas tomaron las posiciones fortificadas de Perekop, irrumpieron en Crimea, aplastaron a las tropas de Wrangel y rescataron esta península de manos de los guardias blancos y de los intervencionistas. La Crimea pasó a formar parte del territorio soviético. Con el fracaso de los planos megalómanos de los polacos y el aplastamiento de Wrangel terminó el periodo de la intervención. A fines de 1920, comenzó a verse libre Transcaucasia del yugo de los nacionalistas burgueses: musavatistas en Azerbaidzhan, nacional-mensheviques en Georgia y dashnakes en Armenia. El Poder Soviético triunfó en Azerbaidzhan, Armenia y Georgia. Pero con esto no había terminado aún completamente la intervención. La intervención armada de los japoneses en el Extremo Oriente siguió hasta 1922. Además, hubo varios intentos nuevos encaminados a organizar otra intervención (tales como los del atamán Semionov y el barón de Ungern, en Oriente, y la intervención blanco-finlandesa en Carelia, en 1921). Pero los principales enemigos del País Soviético, las fuerzas fundamentales de la intervención, quedaron ya destruidas a fines de 1920. La guerra de los intervencionistas extranjeros y de los guardias blancos rusos contra el País Soviético terminó con el triunfo de los Soviets. La República Soviética supo defender su libertad y su independencia como Estado. Así terminaron la intervención armada extranjera y la guerra civil. Fue éste un triunfo histórico del Poder Soviético. 5. Cómo y por qué venció el País Soviético a las fuerzas coaligadas de la intervención anglo-franco-japonesa-polaca y de la contrarrevolución de los burgueses, terratenientes y guardias blancos dentro de Rusia. Si se toma cualquiera de los grandes periódicos europeos o americanos de la época de la intervención, se comprobará fácilmente que ningún escritor militar o civil un poco destacado, ningún conocedor de las cosas de la guerra, creía en el triunfo del Poder Soviético. Por el contrario, todos los escritores de prestigio, todos los conocedores de los asuntos de la guerra, todos los historiadores de las revoluciones de todos los países y pueblos, todos los llamados hombres de ciencia gritaban a coro que los días del Poder Soviético estaban contados, que la derrota del Poder Soviético era inevitable. Les inspiraba esta seguridad en el triunfo de los intervencionistas el hecho de que el País Soviético no contaba aún con un Ejército Rojo organizado, de que tenía que crearlo sobre la marcha, por decirlo así, mientras que los intervencionistas y los guardias blancos disponían de un ejército más o menos preparado. Se la inspiraba, asimismo, el hecho de que el Ejército Rojo no contaba con cuadros militares expertos, ya que la mayoría de los mandos se habían pasado al campo de la contrarrevolución, mientras que los intervencionistas y los guardias blancos poseían buenos cuadros militares. Se la inspiraba, además, el hecho de que el Ejército Rojo disponía de pocas y de malas armas y municiones, a consecuencia del atraso de la industria de guerra de Rusia y de la imposibilidad de recibirlas de otros países, puesto que el bloqueo la tenía acordonada, mientras que el ejército de los intervencionistas y los guardias blancos estaba abundantemente pertrechado y continuaría pertrechándose con armas, municiones y equipos de primera clase. Se la inspiraba, finalmente, el hecho de que el ejército de los intervencionistas y de los guardias blancos ocupaba, por aquel entonces, las regiones más ricas en víveres de Rusia, mientras que el Ejército Rojo carecía de estas bases y se hallaba mal abastecido. Y es cierto que en las unidades del Ejército Rojo se daban todas estas deficiencias y penurias. En este respecto, pero sólo en éste, tenían absoluta razón los señores intervencionistas. ¿Cómo, siendo así, podremos explicarnos que el Ejército Rojo, sobre el que pesaban desventajas tan considerables, derrotara al ejército de los intervencionistas y de los guardias blancos, libre de ellas? 1.- El Ejército Rojo venció, porque la política del Poder Soviético, en nombre de la cual combatía, era una política acertada, la política que correspondía a los intereses del pueblo; porque el pueblo sentía y comprendía esta política como acertada, como su política propia, y la apoyaba hasta el fin. Los bolsheviques sabían que un ejército, que lucha en nombre de una política falsa, de una política que no cuenta con el apoyo del pueblo, no puede vencer. Y eso era lo que ocurría al ejército de los intervencionistas y de los guardias blancos. Este ejército contaba con todo: con mandos antiguos y expertos, con un armamento de primera clase, con municiones, con equipos, con provisiones. Sólo le faltaba una cosa: el apoyo y la simpatía de los pueblos de Rusia, que no querían, ni podían apoyar la política contraria al pueblo de los intervencionistas y de los guardias blancos erigidos en "gobernantes". Por eso, el ejército de los intervencionistas y de los guardias blancos salió derrotado. 2.- El Ejército Rojo venció, porque era un ejército abnegado y fiel sin reservas a su pueblo, por cuya razón éste le quería y le apoyaba, como a un ejército de su propia sangre. El Ejército Rojo es hijo del pueblo, y un ejército como éste, fiel a su pueblo como el hijo fiel lo es a su madre, cuenta siempre con el apoyo del pueblo y tiene necesariamente que vencer. En cambio, el ejército que va en contra del pueblo, forzosamente tiene que salir derrotado. 3.- El Ejército Rojo venció, porque el Poder Soviético supo poner en pie toda la retaguardia, todo el país al servicio de los intereses del frente. Un ejército sin una retaguardia fuerte, que apoye por todos los medios al frente, está condenado a la derrota. Los bolsheviques sabían esto; por eso, convirtieron todo el país en un campamento de guerra, que abastecía al frente de armas, municiones, equipos, provisiones y reservas. 4.- El Ejército Rojo venció: a) porque sus combatientes comprendían los fines y las tareas de la guerra y tenían conciencia de su justeza; b) porque esta conciencia de la justeza de los fines y las tareas de la guerra fortalecían en ellos el espíritu de disciplina y de combatividad; c) porque esto hacía que las masas de combatientes del Ejército Rojo diesen a cada paso, en la lucha contra el enemigo, pruebas de una abnegación maravillosa y de un heroísmo de masas nunca visto. 5.- El Ejército Rojo venció, porque el núcleo dirigente del frente y de la retaguardia del Ejército Rojo era el Partido bolshevique, unido por su cohesión y su disciplina, fuerte por su espíritu revolucionario y por su decisión de afrontar cualquier sacrificio, con tal de que triunfase la causa común, no superado por nadie en cuanto a capacidad para organizar las masas de millones de hombres y dirigirlas certeramente en las situaciones más complicadas. "Gracias a que el Partido -dice Lenin- estaba alerta, gracias a que el Partido tenía una disciplina severísima, y a que la autoridad del Partido servía de nexo de unión entre todos los departamentos y organismos, y las consignas que daba el C.C. eran seguidas como por un solo hombre por decenas, cientos, millares y, en última instancia, por millones; gracias a que se afrontaban los sacrificios más inauditos; sólo gracias a todo esto pudo realizarse el milagro que se realizó. Sólo gracias a esto, a pesar de la doble, de la triple, de la cuádruple campaña de los imperialistas de la Entente y de los imperialistas del mundo entero, pudimos salir vencedores" (Lenin, t. XXV, pág. 96, ed. rusa). 6.- El Ejército Rojo venció: a) porque supo forjar en sus filas a jefes militares de nuevo tipo, como Frunze, Voroshilov, Budiony y otros; b) porque en sus filas luchaban héroes innatos como Kotovski, Chapaiev, Lasó, Shors, Parjomenko y tantos otros; c) porque la educación política del Ejército Rojo corría a cargo de militantes como Lenin, Stalin, Molotov, Kalinin, Sverdlov, Kaganovich, Ordzhonikidse, Kirov, Kuibyshev, Mikoián, Zhdanov, Andreev, Petrovski, Iaroslavski, Ezhov, Dzerzhinski, Schadienko, Mejlis, Jruschev, Shvernik, Shkiriatov y otros; d) porque el Ejército Rojo tenía en su seno a organizadores y agitadores tan destacados como los comisarios de guerra, que con su actuación supieron cimentar las filas de los combatientes rojos, les inculcaron el espíritu de disciplina y de intrepidez guerrera, cortaban enérgicamente -de un modo rápido e implacable- los actos de traición de algunos mandos y, por el contrario, fortalecían audaz y resueltamente la autoridad y el prestigio de aquellos mandos que, perteneciesen o no al Partido, demostraban su lealtad abnegada al Poder Soviético y revelaban su capacidad para dirigir con mano firme las unidades del Ejército Rojo. "Sin los comisarios de guerra, no tendríamos Ejército Rojo", decía Lenin. 7.- El Ejército Rojo venció, porque en la retaguardia de los ejércitos de los guardias blancos, en la retaguardia de Kolchak, Denikin, Krasnov y Wrangel, laboraban en la clandestinidad una serie de excelentes bolsheviques, con y sin carnet, que ponían en pie a los obreros y campesinos y los sublevaban contra los intervencionistas y los guardias blancos, que socavaban la retaguardia de los enemigos del Poder Soviético, facilitando con ello los avances del Ejército Rojo. De todos es sabido cómo los guerrilleros de Ucrania, de Siberia, del Extremo Oriente, del Ural, de Bielorrusia y de la región del Volga minaban la retaguardia de los guardias blancos y los intervencionistas, prestando con ello al Ejército Rojo una ayuda inestimable. 8.- El Ejército Rojo venció, porque el País Soviético no estaba solo en la lucha contra la contrarrevolución de los guardias blancos y la intervención extranjera, porque la lucha del Poder Soviético y sus éxitos despertaron la simpatía y se atrajeron la ayuda de los proletarios del mundo entero. Mientras los imperialistas intentaban estrangular a la República Soviética con la intervención y el bloqueo, los obreros de estos mismos países imperialistas estaban al lado de los Soviets y les ayudaban. Su lucha contra los capitalistas de los países enemigos de la República Soviética contribuyó a que los imperialistas se viesen obligados a desistir de la intervención. Los obreros de Inglaterra, de Francia y de otros países intervencionistas organizaban huelgas, se negaban a cargar armas y municiones para los intervencionistas y los generales blancos y creaban "Comités de acción", bajo la consigna de "¡Fuera las manos de Rusia!". "Tan pronto como la burguesía internacional -decía Lenin- levanta la mano contra nosotros, sus propios obreros le sujetan el brazo" (Obra citada, pág. 405).

✔RESUMEN Los terratenientes y capitalistas, derrotados por la Revolución de Octubre, en unión de los generales blancos se confabularon a expensas de los intereses de su patria, con los gobiernos de los países de la Entente para desencadenar una agresión militar conjunta contra al país de los Soviets y derrocar el Poder Soviético. Sobre estas bases se organizó la intervención armada de la Entente y la sublevación de los guardias blancos en la periferia de Rusia, a consecuencia de las cuales el País Soviético quedó aislado de sus centros de aprovisionamiento y de sus bases de materias primas. La derrota militar de Alemania y la liquidación de la guerra de las dos coaliciones imperialistas de Europa condujeron al fortalecimiento de la Entente y al recrudecimiento de la intervención, creando nuevas dificultades al país de los Soviets. En cambio, la revolución en Alemania y el movimiento revolucionario iniciado en los países de Europa crearon una situación internacional favorable para el Poder Soviético y aliviaron la situación del país de los Soviets. El Partido bolshevique puso en pie a los obreros y a los campesinos para la guerra de salvación de la Patria, contra los anexionistas extranjeros y los guardias blancos burgueses y terratenientes. La República Soviética y su Ejército Rojo fueron aplastando una tras otra a todas las criaturas de la Entente: Kolchak, Yudenich, Denikin, Krasnov y Wrangel, y arrojaron de Ucrania y Bielorrusia a otra más, a Pilsudski, rechazando con ello la intervención armada extranjera y limpiando de tropas intervencionistas todo el territorio soviético. Por tanto, la primera agresión armada del capital internacional contra el país del socialismo terminó con una bancarrota completa de aquel. Los partidos derrotados por la revolución, los socialrevolucionarios, los mensheviques, los anarquistas, los nacionalistas, apoyaron durante el periodo de la intervención armada a los generales blancos y a los intervencionistas, organizaron complots contrarrevolucionarios contra la República de los Soviets y actos de terrorismo contra los militantes soviéticos. Estos partidos, que antes de la Revolución de Octubre habían llegado a tener cierta influencia entre la clase obrera, durante el periodo de la guerra civil quedaron completamente desenmascarados a los ojos de las masas del pueblo como partidos contrarrevolucionarios. El periodo de la guerra civil y de la intervención armada marca el hundimiento político de estos partidos y el triunfo definitivo del Partido Comunista en el País Soviético.  ☭

  ✔Lenin EUGÈNE POTTIER ✔ (En el 25 aniversario de su muerte)  ☭

  ✔Lenin EUGÈNE POTTIER

✔ (En el 25 aniversario de su muerte)  

✔ Escrito: Enero de 1913. Publicado por primera vez: Pravda,núm. 2,3 de enero de 1913. 

En noviembre del año pasado,1912, se cumplió el vigesimoquinto aniversario de la muerte del poeta obrero francés Eugéne Pottier, autor de la célebre canción proletaria La Internacional ("Arriba, los pobres del mundo",etc.). Esta canción ha sido traducida a todos los idiomas de Europa,y no sólo de Europa. Cualquiera sea el país en que se encuentre un obrero con conciencia de clase,cualquiera sea la suerte que el destino le depare, por mucho que pueda sentirse un extraño, sin idioma,sin amigos,lejos de su país natal,puede encontrar camaradas y amigos con el familiar estribillo de La Internacional. Los obreros de todos los países adoptaron la canción del luchador de vanguardia,del poeta proletario,e hicieron de ella la canción mundial del proletariado. Los obreros de todos los países rinden hoy homenaje a Eugéne Pottier,Su esposa y su hija viven todavía,y se encuentran en la miseria, como vivió durante toda su existencia el autor de La Internacional. Nació en París el 4 de octubre de 1816. A los 14 años compuso su primera canción,que fue llamada ¡Viva la libertad! En 1848 fue un combatiente en las barricadas en la gran batalla de los obreros contra la burguesía. Pottier nació en una familia pobre y durante toda su vida siguió siendo pobre,un proletario,que se ganaba el pan como empaquetador,y luego como diseñador de telas. A partir de 1840 respondió a todos los acontecimientos importantes en la vida de Francia,con sus canciones combativas,despertando la conciencia de los rezagados, llamando a los obreros a la unidad, fustigando a la burguesía y a los gobiernos burgueses de Francia. En las jornadas de la Gran Comuna de París (1871),Pottier fue elegido miembro de ella. Obtuvo 3.352 votos de los 3.600 emitidos. Participó en toda la actividad de la Comuna,aquel primer gobierno proletario. La caída de la Comuna obligó a Pottier a huir a Inglaterra,y luego a Norteamérica. Escribió la célebre canción 'La Internacional' en junio de 1871,al día siguiente,puede decirse,de la sangrienta derrota de mayo ... La Comuna fue aplastada..., pero La Internacional de Pottier difundió las ideas de la Comuna por todo el mundo y ahora tiene más vida que nunca. En 1876,en el exilio,Pottier escribió un poema: Los obreros de Norteamérica a los obreros de Francia. Describía en él la vida de los obreros bajo el yugo del capitalismo, su miseria,su trabajo extenuante,su explotación, su firme confianza en la futura victoria de su causa. Sólo nueve años después de la Comuna volvió Pottier a Francia; en seguida adhirió al partido obrero. En 1884 apareció el primer volumen de sus poesías. El segundo,en 1887,con el título de Canciones revolucionarias. Otras canciones del poeta obrero se editaron después de su muerte. El 8 de noviembre de 1887 los obreros de París acompañaron los restos de Pottier al cementerio de Pére Lachaise,donde están enterrados los comuneros fusilados. La policía provocó una sangrienta lucha para arrebatar la bandera roja. Una enorme multitud asistía al funeral cívico. Por todas partes se elevaron gritos de "!Viva Pottier!". Pottier murió en la miseria. Pero deja un monumento más perdurable que el que realiza la mano del hombre. Fue uno de los más grandes propagandistas por medio de la canción. Cuando compuso su primera canción,los obreros socialistas,eran a lo sumo unas decenas. Decenas de millones de proletarios conocen hoy la histórica canción de Eugéne Pottier... 🎼🔴    

jueves, 19 de octubre de 2017

✔VII EL PARTIDO BOLSHEVIQUE DURANTE EL PERIODO DE PREPARACIÓN Y REALIZACIÓN DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE OCTUBRE (Abril 1917-1918)☭☭《Segunda parte》

6. La insurrección de octubre en Petrogrado. - Detención del Gobierno provisional. - El II Congreso de los Soviets y formación del Gobierno soviético. - Decretos del II Congreso de los Soviets sobre la paz y sobre la tierra. - Triunfa la Revolución Socialista. - Causas del triunfo de la Revolución Socialista.

Los bolsheviques comenzaron a prepararse enérgicamente para la insurrección. Lenin señaló que, teniendo como tenían ya mayoría en los Soviets de diputados obreros y soldados de las dos capitales, Moscú y Petrogrado, los bolsheviques podían y debían tomar en sus manos el Poder. Haciendo el balance del camino recorrido, Lenin subrayaba: "La mayoría del pueblo está con nosotros". En sus artículos y cartas al Comité Central y a las organizaciones bolsheviques, Lenin trazaba un plan concreto para la insurrección: decía cómo debían utilizarse las unidades militares, la flota y los guardias rojos, qué puntos decisivos era necesario ocupar en Petrogrado para garantizar el éxito de la insurrección, etc.

El 7 de octubre, Lenin se trasladó clandestinamente de Finlandia a Petrogrado. El 10 de octubre de 1917, se celebró la histórica sesión del Comité Central del Partido bolshevique, en la que se acordó dar comienzo a la insurrección armada pocos días después. La histórica resolución aprobada por el C.C. del Partido y redactada por Lenin decía:

"El C.C. reconoce qua tanto la situación internacional de la revolución rusa (insurrección de la flota alemana, signo agudo de la marcha ascendente de la revolución socialista mundial en toda Europa, luego la amenaza de una paz entre imperialistas con el fin de estrangular la revolución en Rusia), como la situación militar (decisión indudable de la burguesía rusa y de Kerenski y Cía. de entregar Petrogrado a los alemanes) y la conquista por el Partido proletario de la mayoría dentro de los Soviets; unido todo ello a la insurrección campesina y al viraje de la confianza del pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Moscú); y, finalmente, la preparación manifiesta de una segunda korniloviada (evacuación de tropas de Petrogrado, concentración de cosacos en esta capital, cerco de Minsk por los cosacos, etc.), pone a la orden del día la insurrección armada.

Reconociendo, pues, que la insurrección armada es inevitable y se halla plenamente madura, el C.C. insta a todas las organizaciones del Partido a guiarse por esto y a examinar y resolver desde este punto de vista todos los problemas prácticos (Congreso de los Soviets de la región Norte, salida de tropas de Petrogrado, acciones en Moscú y Minsk, etc)" (Lenin, t. XXI, pág. 330, ed. rusa).

Intervinieron y votaron en contra de esta histórica resolución dos miembros del C.C.: Kamenev y Zinoviev. También ellos soñaban, como los mensheviques, con una República parlamentaria burguesa e injuriaban a la clase obrera, afirmando que no era lo bastante fuerte para realizar la revolución socialista, que no estaba aún capacitada para tomar el Poder.

Trotski, aunque en esta sesión no votó abiertamente contra la resolución del C.C., presentó una enmienda a ella que, de haberse aceptado, habrá reducido a la nada y hecho fracasar la insurrección. Propuso que ésta no comenzase hasta la apertura del II Congreso de los Soviets, lo que equivalía a dar largas a la insurrección, a fijar de antemano el día en que había de estallar, poniendo en guardia con ello al Gobierno provisional.

El C.C. del Partido bolshevique envió delegados con plenos poderes a la cuenca del Donetz, al Ural, a Helsingfors, a Cronstadt, al frente sudoccidental, etc., con el fin de organizar sobre el terreno la insurrección. Los camaradas Voroshilov, Molotov, Dzerzhinski, Ordzhonikidse, Kirov, Kaganovich, Kuibyshev, Frunze, Yaroslavski y otros recibieron misiones especiales del Partido para dirigir la insurrección en distintos lugares. En el Ural, en Shadrinsk, entre las tropas, actuó el camarada Zhdanov. En el frente occidental, en Bielorrusia, fue el camarada Ezhov el que preparó para la insurrección a la masa de los soldados. Los delegados del C.C. pusieron en conocimiento de los dirigentes de las organizaciones bolsheviques de base el plan de la insurrección y los estimularon a preparar y movilizar sus fuerzas para ayudar al movimiento en Petrogrado.

Se creó, por el mandato del Comité Central del Partido, el Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado, que había de asumir las funciones de Estado Mayor legal de la insurrección.

A la par que ocurría esto, la contrarrevolución apresurábase también a concentrar sus fuerzas. La oficialidad del ejército se organizaba en la entidad contrarrevolucionaria titulada "Liga de Oficiales". Los contrarrevolucionarios creaban por todas partes Estados Mayores para la formación de batallones de choque. Hacia fines de octubre, la contrarrevolución disponía de 43 batallones de éstos. Organizáronse, además, batallones formados exclusivamente por los "Caballeros de San Jorge".

El Gobierno de Kerenski planteó el problema de su traslado de Petrogrado a Moscú. Esto indicaba que estaba preparando la entrega de Petrogrado a los alemanes, para atajar la insurrección en esta capital. Pero la protesta de los obreros y soldados de Petrogrado obligó al Gobierno provisional a permanecer allí.

El 16 de octubre, se celebró una sesión ampliada del C.C. del Partido bolshevique. En ella se eligió un Centro del Partido encargado de dirigir la insurrección, con el camarada Stalin a la cabeza. Este Centro era el núcleo dirigente del Comité Militar Rvolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado y fue el que dirigió prácticamente toda la insurrección.

En esta sesión del C.C., los capituladores Zinoviev y Kamenev volvieron a pronunciarse contra la insurrección. Y habiendo obtenido la merecida réplica, combatieron abiertamente desde la prensa a la insurrección y al Partido. El 18 de octubre, un periódico menshevique titulado "Novaia Zhisn" ("Vida Nueva") publicó una declaración de Kamenev y Zinoviev, manifestando que los bolsheviques preparaban una insurrección y que ellos consideraban esta insurrección como una aventura. Con ello, Kamenev y Zinoviev ponían en conocimiento de los enemigos la decisión del C.C. acerca del movimiento y de su organización para una fecha inmediata. Este acto era una traición. Lenin escribió, a propósito de esto: "Kamenev y Zinoviev han delatado a Rodzianko y a Kerenski el acuerdo del C.C. de su Partido sobre la insurrección armada". Y planteó ante el Comité Central la expulsión del Partido de Zinoviev y Kamenev.

Los enemigos de la revolución, prevenidos por los traidores, comenzaron a tomar sin pérdida de tiempo las medidas necesarias para atajar la insurrección y aplastar al Estado Mayor dirigente de la revolución, al Partido bolshevique. El Gobierno provisional celebró un Consejo de ministros secreto, en el que se acordaron las medidas de lucha contra los bolsheviques. El 19 de octubre, el gobierno trajo apresuradamente tropas del frente a Petrogrado. Comenzaron a pulular por las calles patrullas reforzadas. En Moscú, es donde la contrarrevolución logró concentrar una cantidad muy grande de fuerzas. El Gobierno provisional había trazado el plan de atacar y tomar el palacio del Smolny, sede del Comité Central del Partido bolshevique, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets y aplastar el centro dirigente de los bolsheviques. Para ello, fueron trasladadas a Petrogrado tropas de cuya lealtad creía estar seguro el gobierno.

Pero los días y las horas de vida del Gobierno provisional estaban contados. No había ya fuerza capaz de detener la marcha arrolladora de la Revolución Socialista.

El 21 de octubre, fueron enviados a todas las unidades revolucionarias de tropas comisarios bolsheviques del Comité Militar Revolucionario. Durante los días que precedieron a la insurrección, se desarrolló una enérgica labor preparatoria de la lucha en el seno de las unidades militares y en las fábricas y empresas industriales. Se asignaron también misiones concretas a los barcos de guerra, a los cruceros "Aurora" y "Sariá Svobodi" ("Amanecer de la libertad").

En la sesión del Soviet de Petrogrado, a Trotski, fanfarronenado, se le fue la lengua y delató al enemigo la fecha de la insurrección, el día señalado por los bolsheviques para desencadenar el movimiento. Para no dar al Gobierno de Kerenski la posibilidad de hacer fracasar la insurrección armada, el C.C. del Partido decidió comenzar y llevar a cabo la insurrección antes de la fecha proyectada, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets.

Kerenski comenzó a actuar en las primeras horas de la mañana del 24 de octubre (6 de noviembre), dando orden de suspender el periódico titulado "Rabochi Put" ("La Senda Obrera"), órgano central del Partido bolshevique, y enviando los carros de asalto al local de la redacción de este periódico y al de la imprenta de los bolsheviques. Pero, hacia las 10 de la mañana, siguiendo instrucciones del camarada Stalin, los guardias rojos y los soldados revolucionarios desalojaron a los carros de asalto y reforzaron la guardia de la imprenta y de la redacción del periódico. Hacia las 11, salió "La Senda Obrera", con un llamamiento para derribar al Gobierno provisional. Al mismo tiempo, y siguiendo instrucciones del Centro del Partido para la insurrección, fueron concentrados urgentemente en el Smolny los destacamentos de soldados revolucionarios y de guardias rojos.

La insurrección había comenzado.

En la noche del 24 de Octubre, se trasladó Lenin al Smolny, para hacerse cargo personalmente de la dirección del movimiento. Durante toda la noche, no cesaron de llegar al Smolny unidades revolucionarias de tropas y destacamentos de guardias rojos. Los bolsheviques los enviaban al centro de la ciudad, a cercar el Palacio de Invierno, donde se había atrincherado el Gobierno provisional.

El 25 de octubre (7 de noviembre), la Guardia Roja y las tropas revolucionarias tomaron las estaciones de ferrocarril, las centrales de Correos y Telégrafos, los Ministerios y el Banco del Estado.

Fue disuelto el Preparlamento.

El Palacio del Smolny, residencia del Soviet de Petrogrado y del Comité Central del Partido bolshevique, convirtióse en Cuartel General de la revolución; era de aquí de donde salían todas las órdenes de batalla.

Los obreros de Petrogrado demostraron en estas jornadas que habían pasado, bajo la dirección del Partido bolshevique, por una buena escuela. Las unidades militares revolucionarias, preparadas para la insurrección por la labor de los bolsheviques, cumplían exactamente las órdenes de batalla que se les daban y se batían en fraternal compenetración con la Guardia Roja. La marina de guerra no desmereció del ejército. Cronstadt era una fortaleza del Partido bolshevique, donde hacía ya mucho tiempo que no se reconocía el Poder del Gobierno provisional. Con el estruendo de sus cañones, enfilados sobre el Palacio de Invierno, el crucero "Aurora" anunció, el 25 de octubre, el comienzo de la nueva era, la era de la Gran Revolución Socialista.

El 25 de octubre (7 de noviembre), se publicó un llamamiento del Partido bolshevique "A los ciudadanos de Rusia". En él se decía que el Gobierno Provisional burgués había sido derribado y que el Poder había pasado a manos de los Soviets.

El Gobierno provisional se había refugiado en el Palacio de Invierno, bajo la protección de los cadetes y de los batallones de choque. En la noche del 25 al 26 de octubre, los obreros, soldados y marinos revolucionarios tomaron por asalto al Palacio de Invierno y detuvieron al Gobierno provisional.

La insurrección armada en Petrogrado había vencido.

El II Congreso de los Soviets de toda Rusia abrió sus sesiones en el Smolny a las 10 y 45 minutos de la noche del 25 de octubre (7 de noviembre) de 1917, cuando se hallaba en todo su apogeo la insurrección triunfante en Petrogrado, y el Poder, en la capital, había pasado ya de hecho a manos del Soviet de la ciudad.

Los bolsheviques obtuvieron en este Congreso una aplastante mayoría. Los mensheviques, los delegados del "Bund" y los socialrevolucionarios de derecha, viendo que ya no tenían nada que hacer allí, se retiraron del Congreso, no sin antes declarar que renunciaban a tomar parte en sus tareas. En esta declaración hecha pública en el Congreso de los Soviets, calificaban como una "conspiración militar" la Revolución de Octubre. El Congreso puso en la picota a los mensheviques y socialrevolucionarios, manifestando que, no sólo no lamentaba su retirada, sino que se congratulaba de ella, ya que, gracias a la retirada de los traidores, el Congreso se convertía en un verdadero Congreso revolucionario de diputados obreros y soldados.

En nombre del Congreso, fue proclamado el paso de todo al Poder a manos de los Soviets.

En el llamamiento del II Congreso de los Soviets se decía:

"Apoyándose en la voluntad de la inmensa mayoría de los obreros, soldados y campesinos y en la insurrección triunfante llevada a cabo por los obreros y la guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el Poder".

En la noche del 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, el II Congreso de los Soviets aprobó el decreto sobre la paz. El Congreso proponía a los países beligerantes concertar inmediatamente un armisticio por un plazo mínimo de tres meses, para entablar negociaciones de paz. Al mismo tiempo que se dirigía a los gobierno y a los pueblos de todos los países beligerantes, el Congreso hacía un llamamiento a los "obreros conscientes de las tres naciones más adelantadas de la Humanidad y de los tres Estados más importantes que toman parte en la actual guerra: Inglaterra, Francia y Alemania". E invitaba a estos obreros a que ayudasen a "llevar rápidamente a término la causa de la paz y con ella, la causa de la liberación de las masas trabajadoras y explotadas de toda esclavitud y de toda explotación".

En la noche del mismo día, el II Congreso de los Soviets aprobó también el decreto sobre la tierra, en el que se declaraba "inmediatamente abolida, sin ningún género de indemnización, la propiedad de los terratenientes sobre la tierra". Esta ley se aprobó, tomando como base un mandato campesino general, redactado con arreglo a los 242 mandatos locales formulados por los campesinos. En él se declaraba balido para siempre el derecho de propiedad privada sobre la tierra, que pasaba a ser sustituida por la propiedad de todo el pueblo, del Estado. Las tierras de los terratenientes, de la familia imperial y de la iglesia eran entregadas en disfrute gratuito a todos los trabajadores.

Mediante este decreto, la Revolución Socialista de Octubre entregaba a los campesinos más de 150 millones de hectáreas de tierra, que hasta entonces habían estado en manos de los terratenientes, de la burguesía, de la familia real, de los conventos y de la Iglesia.

Los campesinos quedaban libres del deber de pagar las rentas a los terratenientes, rentas que ascendían a cerca de 500 millones de rublos oro al año.

Todas las riquezas del subsuelo (el petróleo, el carbón y los minerales, etc.), los bosques y las aguas pasaban a ser propiedad del Pueblo.

Finalmente, del II Congreso de los Soviets de toda Rusia salió el primer Gobierno Soviético, el Consejo de Comisarios del Pueblo, formado en su totalidad por bolsheviques. Para presidirlo, fue designado Lenin.

Con esto, terminó sus tareas el histórico II Congreso de los Soviets.

Los delegados del Congreso se diseminaron por el país, para difundir la nueva del triunfo de los Soviets en Petrogrado y asegurar la victoria del Poder Soviético en toda Rusia.

No en todas partes fue tan rápido el paso del Poder a los Soviets. Ya estaba instaurado en Petrogrado el Poder Soviético, y en las calles de Moscú se reñían todavía empeñados y furiosos combates que duraron aún varios días. Antes de consentir que el Poder pasase a manos del Soviet de Moscú, los partidos contrarrevolucionarios, mensheviques y socialrevolucionarios, unidos a los guardias blancos y a los cadetes, desencadenaron la lucha armada contra los obreros y los soldados. Costó varios días aplastar a los facciosos e instaurar en Moscú el Poder de los Soviets.

En el propio Petrogrado y en sus inmediaciones, se hicieron, durante los primeros días del triunfo de la revolución, algunas tentativas contrarrevolucionarias para derrocar el Poder Soviético. El 10 de noviembre de 1917, Kerenski, que ya en plena insurrección había huido de Petrogrado a un sector del frente Norte, concentró algunas unidades de cosacos y las envió sobre Petrogrado, con el general Krasnov a la cabeza. El 11 de noviembre de 1917, la organización contrarrevolucionaria titulada "Comité de salvación de la patria y de la revolución", acaudillada por socialrevolucionarios, desencadenó en Petrogrado una sublevación de cadetes. Pero esta sublevación fue aplastada sin gran esfuerzo. Tras un solo día de lucha, al anochecer del 11 de noviembre, los marinos y los guardias rojos liquidaron la sublevación de los cadetes, y el 13 de noviembre era derrotado el general Krasnov cerca de las alturas de Pulkovo. Lenin dirigió personalmente el aplastamiento de esta sublevación antisoviética, lo mismo que había dirigido la insurrección de Octubre. Su firmeza inquebrantable y su serena seguridad en el triunfo animaban y fundían en un sólido bloque a las masas. El enemigo fue aplastado. Krasnov cayó prisionero y dió su "palabra de honor" de que no volvería a luchar contra el Poder Soviético. Se le puso en libertad bajo esta "palabra de honor"; pero, algún tiempo después, Krasnov traicionaba su palabra de general. Kerenski logró escaparse, disfrazado de mujer, "en dirección desconocida".

También el general Dujonin intentó promover una sublevación en Moguilev, en el Cuartel General del ejército. Cuando el Gobierno Soviético ordenó a Dujonin entablar inmediatemente negociaciones para concertar un armisticio con el mando alemán, este general se negó a cumplir las órdenes del Gobierno. En vista de esto, el Poder Soviético decretó su destitución. El alto mando contrarrevolucionario fue aplastado, y Dujonin pereció a manos de las tropas sublevadas contra él.

Asimismo intentaron una salida contra el Poder Soviético los consabidos oportunistas emboscados en el Partido: Kamenev, Zinoviev, Rykov, Shliapnikov y otros. Estos elementos comenzaron a exigir la formación de "un gobierno socialista homogéneo", con participación de los mensheviques y socialrevolucionarios, a quienes la Revolución de Octubre acababa de derribar. El 15 de noviembre de 1917, el C.C. del Partido bolshevique aprobó una resolución, desechando todo compromiso con estos partidos contrarrevolucionarios y declarando a Kamenev y Zinoviev esquiroles de la revolución. El 17 de noviembre, Kamenev, Zinoviev, Rykov y Miliutin, desconformes con la política del Partido, declararon que dimitían sus puestos en el Comité Central. El mismo día, 17 de noviembre, Noguin, en su nombre y en nombre de Rykov, V. Miliutin, Teodorovich, A. Shliapnikov, D. Riazanov, Yurenev y Larin, que habían entrado a formar parte del Consejo de Comisarios del Pueblo, formuló una declaración de desacuerdo con la política del C.C. del Partido, anunciando que los individuos mencionados dimitían sus cargos en el Gobierno Soviético. La huída de este puñado de cobardes produjo gran júbilo entre los enemigos de la Revolución de Octubre. Toda la burguesía y sus lacayos se frotaban las manos de gusto, chillando acerca del derrumbamiento del bolshevismo y pronosticando el naufragio del Partido bolshevique. Pero este puñado de desertores no consiguió hacer que el Partido vacilase ni un minuto. El Comité Central los cubrió con su desprecio, como a desertores de la revolución y lacayos de la burguesía, sin detenerse un instante en su camino.

En cuanto a los socialrevolucionarios de "izquierda", deseando no perder si influencia entre las masas campesinas, que simpatizaban claramente con los bolsheviques, decidieron no romper con éstos y mantener, por el momento, el frente único con ellos. El Congreso de los Soviets campesinos, celebrado en noviembre de 1917, reconoció todas las conquistas de la Revolución Socialista de Octubre y los decretos del Poder Soviético. Se pactó un acuerdo con los socialrevolucionarios de "izquierda", algunos de los cuales (Kolegaiev, Spiridonova, Proshián y Steinberg) fueron incluidos en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero este acuerdo sólo se mantuvo en pie hasta la firma de la paz de Brest-Litovsk y la constitución de los Comités de campesinos pobres; la profunda diferenciación de clases que se produjo entonces entre los campesinos, hizo que los socialrevolucionarios de "izquierda", cuya posición reflejaba cada vez más acentuadamente los intereses de los kulaks, desencadenaran una sublevación contra los bolsheviques, siendo aplastados por el Poder Soviético.

Desde octubre de 1917 hasta enero-febrero de 1918, la revolución soviética logró extenderse por toda Rusia. Tan rápido fue el ritmo con que el Poder de los Soviets se fue instaurando a lo largo del territorio del inmenso país, que Lenin hablaba de la "marcha triunfal" del Poder Soviético.

La Gran Revolución Socialista de Octubre había triunfado.

Entre las diversas causas que determinaron este triunfo tan relativamente fácil de la Revolución Socialista en Rusia, conviene destacar, como fundamentales, las siguientes:

1. La revolución de Octubre se enfrentó con un enemigo tan relativamente débil, tan mal organizado y tan inexperto políticamente, como la burguesía rusa. La burguesía rusa, económicamente débil aun y enteramente dependiente de los suministros al Gobierno, no tenía ni la independencia política ni la iniciativa necesarias para encontrar una salida a la situación. No poseía esa experiencia en las picardías y en los manejos políticos en gran escala que posee, por ejemplo, la burguesía francesa, ni había pasado por la escuela de cambalaches y granujadas de gran estilo en que es maestra, por ejemplo, la burguesía inglesa. La burguesía rusa que, días antes, se esforzaba en llegar a un acuerdo con el zar, derrocado por la revolución de Febrero no supo, al subir al Poder, después de esto, hacer cosa mejor que continuar en sus líneas fundamentales la política del aborrecido autócrata. Abogaba, lo mismo que el zar, por la "guerra hasta la victoria final", a pesar de que la guerra arruinaba y agotaba al país y dejaba exhaustas las energías del pueblo y del ejército. Abogaba, lo mismo que el zar, por la conservación en sus líneas fundamentales de la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, a pesar de que los campesinos perecían por falta de tierras y sucumbían bajo la opresión de los terratenientes. En cuanto a la política seguida respecto a la clase obrera, la burguesía rusa iba todavía más allá que el zar en su odio contra el proletariado, pues no sólo se esforzó en mantener y robustecer la opresión de los patronos, sino que, además, la hacía insoportable, mediante la aplicación de lockouts en masa.

No era, pues, extraño que el pueblo no viese ninguna diferencia esencial entre la política del zar y la de la burguesía y transfiriese al Gobierno provisional de ésta su odio contra el zarismo.

Mientras los partidos oportunistas socialrevolucionario y menshevique conservaron cierta influencia sobre el pueblo, la burguesía pudo atrincherarse detrás de ellos y mantener en sus manos el Poder. Pero, después que los mensheviques y socialrevolucionarios se desenmascararon como agentes de la burguesía imperialista, perdiendo con ello su influencia sobre el pueblo, la burguesía y su Gobierno provisional quedaron en el aire.

2. A la cabeza de la Revolución de Octubre figuraba una clase revolucionaria como la clase obrera de Rusia, templada en las luchas, que había pasado en poco tiempo por dos revoluciones y había sabido conquistar, en vísperas de la tercera revolución, la autoridad de dirigente del pueblo, en su lucha por la paz, por la tierra, por la libertad y por el socialismo.

Si no hubiese existido este dirigente de la revolución, acreedor a la confianza del pueblo, que era la clase obrera de Rusia, no se hubiese logrado tampoco la alianza entre los obreros y los campesinos, sin la cual no habría podido triunfar la Revolución de Octubre.

3. La clase obrera de Rusia contaba con una aliado tan importante en la revolución como eran los campesinos pobres, que formaban la aplastante mayoría de la población campesina. La experiencia de ocho meses de revolución, que valía, indudablemente, por la de decenas de años de desarrollo "normal", no había pasado en vano para las masas trabajadoras del campo. Durante estos meses, habían tenido ocasión de pulsar en la realidad a todos los partidos de Rusia y convencerse de que no eran los kadetes, ni los socialrevolucionarios, ni los mensheviques los que pelearían contra los terratenientes ni derramarían su sangre por los campesinos; de que sólo había en Rusia un partido que no se hallaba vinculado con los terratenientes y que estaba dispuesto a aplastar a éstos para satisfacer las necesidades de los campesinos, y este partido era el Partido bolshevique. Esta circunstancia fue la que sirvió de base real para la alianza del proletariado con los campesinos pobres. La existencia de esta alianza entre la clase obrera y los pobres del campo determinó también la conducta de los campesinos medios, que vacilaron durante largo tiempo y sólo en vísperas de la insurrección de Octubre se orientaron debidamente hacia la revolución, uniéndose a los campesinos pobres.

Huelga demostrar que sin esta alianza la Revolución de Octubre no hubiera podido vencer.

4. La clase obrera tenía a su cabeza un partido tan experto en las luchas políticas como el Partido bolshevique. Sólo un partido como el bolshevique, suficientemente intrépido para conducir al pueblo al asalto decisivo y suficientemente prudente para sortear todos los obstáculos que se alzaban en el camino hacia la meta; sólo un partido así, podía fundir tan hábilmente en un gran torrente revolucionario movimientos revolucionarios tan diversos como el movimiento democrático general por la paz, el movimiento democrático-campesino por la incautación de las tierras de los terratenientes, el movimiento de liberación nacional de los pueblos oprimidos por la igualdad de derechos de las naciones y el movimiento socialista de la clase obrera por el derrocamiento de la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado.

Es indudable que la fusión de estas diversas corrientes revolucionarias en un poderoso torrente revolucionario único fue lo que decidió la suerte del capitalismo en Rusia.

5. La Revolución de Octubre estalló en un momento en que la guerra imperialista estaba aún en su apogeo, en que los principales Estados burgueses se hallaban escindidos en dos campos enemigos, en que estos Estados, empeñados en una guerra de unos contra otros y debilitándose mutuamente, no podían inmiscuirse a fondo en los "asuntos de Rusia" interviniendo activamente contra la Revolución de Octubre.

Es indudable que esta circunstancia facilitó considerablemente el triunfo de la Revolución Socialista de Octubre.

7. La lucha del Partido bolshevique por la consolidación del Poder soviético. - La paz de Brest-Litovsk. - El VII Congreso del Partido.

Para consolidar el Poder Soviético, era necesario destrozar, romper el antiguo aparato del Estado burgués y sustituirlo por el nuevo aparato del Estado Soviético. Era necesario, asimismo, destruir los restos del régimen de castas y de opresión nacional, abolir los privilegios de la Iglesia, acabar con la prensa contrarrevolucionaria y con las organizaciones contrarrevolucionarias de todo género, tanto legales como ilegales, y disolver la Asamblea Constituyente burguesa. Por último, era necesario nacionalizar, tras de la tierra, toda la gran industria, y, sobre todo, salir de la situación de guerra, acabar con la guerra, que era el mayor obstáculo que se oponía a la consolidación del Poder Soviético.

Todas estas medidas fueron llevadas a cabo a la práctica en el transcurso de unos cuantos meses, desde fines de 1917 a mediados de 1918.

Fue roto y liquidado el sabotaje de los funcionarios de los viejos ministerios, organizado por los socialrevolucionarios y los mensheviques. Fueron suprimidos los ministerios, creándose, para sustituirlos, aparatos soviéticos de administración y los correspondientes Comisariados del Pueblo. Se creó el Consejo Supremo de Economía nacional, encargado de dirigir la industria del país. Se organizó la Comisión extraordinaria de toda Rusia (la "Cheka") para luchar con la contrarrevolución y el sabotaje, poniéndose al frente de ella a F. Dzerzhinski. Se dio un decreto creando el Ejército y la Flota Rojos. Fue disuelta la Asamblea Constituyente, que había sido elegido, fundamentalmente, antes de la Revolución de Octubre, y se había negado a confirmar los decretos del II Congreso de los Soviets sobre la paz, sobre la tierra y sobre la instauración del Poder Soviético.

Con el fin de liquidar definitivamente los residuos del feudalismo, del régimen de castas y de la desigualdad de derechos en todos los órdenes de la vida social, se dieron una serie de decretos aboliendo los privilegios de casta, suprimiendo las restricciones nacionales y religiosas, separando la Iglesia del Estado y la escuela de la Iglesia y concediendo igualdad de derechos a las mujeres y a las diversas nacionalidades de Rusia.

En un decreto especial del Gobierno Soviético, que se conoce con el nombre de "Declaración de derechos de los pueblos de Rusia", se estatuyó como ley el libre desarrollo de los pueblos de toda Rusia y su plena igualdad de derechos.

Con el fin de minar la fuerza económica de la burguesía y de organizar la nueva Economía nacional soviética, y, sobre todo, la nueva industria soviética, fueron nacionalizados los bancos, los ferrocarriles, el comercio exterior, la marina mercante y toda la gran industria, en sus diversas ramas: industria carbonífera, metalúrgica, petrolífera, química, de construcción de maquinaria, textil, azucarera, etc.

Con objeto de emancipar al país de su dependencia financiera y de su explotación por los capitalistas extranjeros, fueron anulados los empréstitos exteriores concertados en nombre de Rusia por el zar y el Gobierno provisional. Los pueblos del País Soviético no tenían por qué pagar las deudas contraídas para prolongar la guerra de rapiña y que habían entregado el país esclavizado a las garras del capital extranjero.

Todas estas medidas y otras semejantes atacaban en su raíz las fuerzas de la burguesía, de los terratenientes, de la burocracia reaccionaria y de los partidos contrarrevolucionarios, consolidando considerablemente el Poder Soviético en el interior del país.

Pero la situación del Poder Soviético no podía considerarse plenamente afianzada, mientras Rusia se hallase en estado de guerra con Alemania y Austria. Para consolidar definitivamente el Poder Soviético, era necesario poner fin a la guerra. Por eso, el Partido desplegó su lucha por la paz desde los primeros días del triunfo de la Revolución de Octubre.

El Gobierno Soviético propuso "a todos los países beligerantes y a sus gobierno entablar negociaciones inmediatas para una paz justa y democrática". Pero los "aliados", Inglaterra y Francia se negaron a aceptar la propuesta del Gobierno Soviético. En vista de la negativa de Francia e Inglaterra a entablar negociaciones de paz, el Gobierno Soviético, cumpliendo la voluntad de los Soviets, decidió entrar en negociaciones con Alemania y Austria.

Estas negociaciones comenzaron el 3 de diciembre, en Brest-Litovsk. El 5 de diciembre, se firmó el convenio de armisticio, es decir, de suspensión temporal de las hostilidades.

Las negociaciones de paz se desarrollaron en una situación en que la Economía nacional se derrumbaba, en que todo el país estaba cansado de la guerra, las unidades militares abandonaban las trincheras y los frentes se desmoronaban. Durante las negociaciones se puso de manifiesto que los imperialistas alemanes pretendían apoderarse de enormes porciones del territorio del antiguo imperio zarista y convertir a Polonia, a Ucrania y a los países del Báltico en Estados vasallos de Alemania.

Continuar la guerra en estas condiciones equivalía a jugarse a una carta la existencia de la República soviética, que acababa de nacer. Planteábase ante la clase obrera y los campesinos la necesidad de aceptar las duras condiciones de paz, y de replegarse ante el bandolero más peligroso por aquel entonces, el imperialismo alemán, para obtener una tregua, robustecer el Poder Soviético y crear un nuevo ejército, el Ejército Rojo, capaz de defender al país contra los ataques de sus enemigos.

Todos los contrarrevolucionarios, comenzando por los mensheviques y los socialrevolucionarios y acabando por los guardias blancos más caracterizados, desplegaron una campaña rabiosa de agitación contra la firma de la paz. Su línea era clara: aspiraban a romper las negociaciones de paz, provocar la ofensiva de los alemanes y exponer a un golpe al naciente Poder Soviético, poniendo en peligro las conquistas de los obreros y los campesinos.

En esta empresa tenebrosa, tenían por aliados a Trotski y a su escudero Bujarin, quien, en unión de Radek y de Piatakov, acaudillaba el grupo antibolshevique que se disfrazaba con el nombre de grupo de los "comunistas de izquierda". Trotski y el grupo de los "comunistas de izquierda" libraron en el seno del Partido una lucha furiosa contra Lenin, exigiendo la continuación de la guerra. Estas gentes hacían claramente el juego a los imperialistas alemanes y a los contrarrevolucionarios dentro del país, ya que laboraban por exponer a la naciente República Soviética, carente aun de ejército, a los golpes del imperialismo alemán.

Era, verdaderamente, una política de provocadores, hábilmente disfrazada con frases izquierdistas.

El 10 de febrero de 1918, se interrumpieron las negociaciones de paz de Brest-Litovsk. A pesar de que Lenin y Stalin insistían, en nombre del C.C. del Partido bolshevique, en que se firmase la paz, Trotski, que era presidente de la delegación soviética de paz enviada a Brest, traicionó abiertamente las instrucciones concretas del Partid bolshevique. Declaró que la República Soviética se negaba a firmar la paz en las condiciones propuestas por Alemania, y, al mismo tiempo, comunicó a los alemanes que los Soviets no harían la guerra y continuarían desmovilizando su ejército.

La cosa era monstruosa. Ni los mismos imperialistas alemanes podían pedir más de aquel traidor a los intereses del País Soviético.

El gobierno alemán dio por terminado el armisticio y pasó a la ofensiva. Los restos de nuestro antiguo ejército no hicieron frente al empuje de las tropas alemanas y comenzaron a dispersarse. Los alemanes avanzaban rápidamente, ocupando territorios inmensos y amenazando a Petrogrado. El imperialismo alemán, irrumpiendo en el país de los Soviets, se trazaba como objetivo derrocar el Poder Soviético y convertir al país en una colonia suya. El antiguo ejército zarista, que se derrumbaba, no podía hacer frente a las legiones armadas del imperialismo alemán y se replegaba ante los golpes del ejército enemigo.

Pero la intervención armada de los imperialistas alemanes provocó una potente oleada de ardor revolucionario dentro del país. La clase obrera respondió al grito de "¡La patria socialista está en peligro!" lanzada por el Partido y el Gobierno Soviético, poniendo en pie de guerra numerosas unidades del Ejército Rojo. Los jóvenes destacamentos del nuevo ejército, del ejército del pueblo revolucionario, rechazaron heroicamente la acometida del bandolero imperialista alemán, armado hasta los dientes. En Narva y Pskov, los invasores alemanes se encontraron con una réplica enérgica. Su avance sobre Petrogrado quedó contenido. El día en que fueron rechazadas las tropas del imperialismo alemán -el 23 de febrero- fue el día en que nació el Ejército Rojo.

Ya el 18 de febrero de 1918, el C.C. del Partido bolshevique había aprobado la propuesta de Lenin de enviar un telegrama al gobierno alemán sobre la conclusión inmediata de la paz. Para arrancar condiciones más favorables, los alemanes prosiguieron la ofensiva y hasta el 22 de febrero no se mostró al gobierno alemán dispuesto a firmar la paz, señalando, además, condiciones mucho más duras que las primitivas.

Lenin, Stalin y Sverdlov hubieron de mantener una lucha empeñadísima en el seno del Comité Central contra Trotski, Bujarin y demás trotskistas, hasta conseguir que se tomase el acuerdo de concertar la paz. Lenin señaló que Bujarin y Trotski "ayudabanentorpecían los avances y el desarrollo de la revolución en Alemania" (Lenin, t. XXII, pág. 307, ed. rusa).

El 23 de febrero, acordó el C.C. aceptar las condiciones impuestas por el Mando alemán y firmar el tratado de paz. La traición de Trotski y Bujarin le costó cara a la República de los Soviets. Fueron anexionadas por Alemania, Letonia y Estonia, además de Polonia, y Ucrania quedó separada de la República Soviética y convertida en un Estado vasallo de Alemania. Se impuso, además, al País Soviético la obligación de pagar una contribución de guerra a los alemanes.

Entretanto, los llamados "comunistas de izquierda" proseguían su lucha contra Lenin, hundiéndose cada vez más en el pantano de la traición.

El Buró regional del Partido de Moscú, del que lograron adueñarse temporalmente los "comunistas de izquierda" (Bujarin, Osinski, Yakovleva, Stukov, Mantzev), aprobó una resolución escisionista de desconfianza en el C.C. y declaró que consideraba "casi inevitable la escisión del Partido en un plazo inmediato". Y se llegaba hasta el extremo de incluir en esta resolución un acuerdo antisoviético: "En interés de la revolución internacional -declaraban en ella los "comunistas de izquierda"-, consideramos conveniente aceptar la posibilidad de la pérdida del Poder Soviético, que se está convirtiendo en un Poder puramente formal".

Lenin calificó esta resolución de "peregrina y monstruosa".

Por aquel entonces, el Partido no veía aún clara la causa real de esta conducta antibolshevique de Trotski y de los "comunistas de izquierda". Pero el proceso del Bloque antisoviético derechista-trotskista, celebrado recientemente (a comienzos de 1938), ha revelado que Bujarin y el grupo de "comunistas de izquierda", acaudillado por él, se hallaban ya en aquel tiempo, juntamente con Trotski y los socialrevolucionarios de "izquierda", en relaciones secretas y conspirativas contra el Gobierno de los Soviets. Se ha comprobado que Bujarin, Trotski y sus cómplices en la conjura se proponían como objetivo romper el tratado de paz de Brest-Litovsk, detener a V. I. Lenin, I. V. Stalin e I. M. Sverdlov, asesinarlos y formar un nuevo gobierno, compuesto de bujarinistas, trotskistas y socialrevolucionarios de "izquierda".

A la par que organizaba clandestinamente este complot contrarrevolucionario, el grupo de los "comunistas de izquierda", apoyado por Trotski, atacaba abiertamente al Partido bolshevique, aspirando a escindirlo y a descomponer sus filas. Pero, en aquellos momentos difíciles, el Partido formó un bloque en torno a Lenin, Stalin y Sverdlov y apoyó al Comité Central, tanto en el problema de la paz como en los demás problemas planteados.

El grupo de los "comunistas de izquierda" quedó aislado y derrotado.

Para tomar una decisión definitiva sobre el problema de la paz, se convocó al VII Congreso del Partido bolshevique.

El VII Congreso del Partido abrió sus sesiones el 6 de marzo de 1918. Era el primer Congreso que se convocaba después de la toma del Poder por el Partido bolshevique. Asistieron a él 46 delegados con voz y voto y 58, sin derecho a votar. Estuvieron representados en este Congreso 145.000 afiliados. En realidad, el Partido tenía ya más de 270.000 miembros. Esta diferencia se explica por el carácter urgente del Congreso, que impidió a muchas organizaciones enviar delegados, no habiendo podido hacerlo tampoco las encalvadas en el territorio ocupado por los alemanes.

Informando sobre la paz de Brest-Litovsk, Lenin dijo en este Congreso: "...la dura crisis por la que atraviesa nuestro Partido, con motivo de la formación dentro de él de una oposición de izquierda, es una de las mayores crisis por las que ha pasado la revolución rusa" (Lenin, t. XXII, pág. 321, ed. rusa).

La resolución presentada por Lenin sobre la paz de Brest-Litovsk fue aprobada por 30 votos contra 12 y 4 abstenciones.

Al día siguiente de aprobarse esta resolución, Lenin escribía en su artículo titulado "Una paz desgraciada":

"Insoportablemente duras son las condiciones de paz. Pero, a pesar de todo, la historia se impondrá... ¡A trabajar en la organización, en la organización y en la organización! El porvenir, cualesquiera que sean las pruebas por las que pasemos, es nuestro" (Obra citada, pág. 288).

En la resolución aprobada por el Congreso se advertía que sería inevitable que en el futuro surgiesen también ataques bélicos de los Estados imperialistas contra la República de los Soviets, por cuya razón el Congreso consideraba deber fundamental del Partido tomar las medidas más enérgicas y decisivas con objeto de elevar la disciplina en el seno del Partido y la de los obreros y campesinos en general, poner a las masas en condiciones de defender abnegadamente la patria socialista, organizar el Ejército Rojo e instruir militarmente a toda la población.

El Congreso, después de ratificar la justeza de la línea leninista en el problema de la paz de Brest-Litovsk, condenó la posición de Trotski y de Bujariny estigmatizó el intento de los "comunistas de izquierda", derrotados, de proseguir en el mismo Congreso su labor escisionista.

La firma de la paz de Brest-Litovsk dio al Partido la posibilidad de ganar tiempo para afianzar el Poder Soviético y poner en orden la Economía del país.

La firma de la paz dio al Partido la posibilidad de aprovecharse de los choques existentes dentro del campo imperialista (continuación de la guerra de Austria y Alemania con la Entente), de descomponer las fuerzas del adversario, de organizar la Economía soviética y de crear el Ejército Rojo.

La paz de Brest-Litovsk permitió al proletariado mantener a su lado a los campesinos y acumular fuerzas para aplastar a los generales blancos en el periodo de la guerra civil.

Durante el periodo de la Revolución de Octubre, Lenin había enseñado al Partido bolshevique cómo hay que avanzar resueltamente y sin miedo, cuando se dan las condiciones necesarias para ello. Durante el periodo de la paz de Brest-Litovsk, le enseñó cómo hay que retroceder, ordenadamente, cuando las fuerzas del adversario superan a ciencia cierta las propias, con el fin de preparar con la mayor energía la nueva ofensiva contra el enemigo.

La historia ha confirmado plenamente la justeza de la línea leninista.

En el VII Congreso se tomó el acuerdo de cambiar el nombre del Partido y de redactar un nuevo programa. El Partido pasó a llamarse Partido Comunista de Rusia (bolshevique) -P.C.R. (b)-. Lenin propuso este nombre, por ajustarse exactamente al objetivo que el Partido bolshevique se propone, que es la realización del comunismo.

Para la redacción del nuevo programa del Partido fue elegida una Comisión especial, de la que formaban parte Lenin, Stalin y otros, tomándose como base el proyecto presentado por Lenin.

Como se ve, el VII Congreso realizó una obra histórica formidable: derrotó a los enemigos emboscados dentro del Partido, a los "comunistas de izquierda" y a los troskistas, consiguió sacar al país de la guerra imperialista, logró la paz, y con ella una tregua que permitió al Partido ganar tiempo para organizar el Ejército Rojo, e impuso al Partido la misión de implantar un orden socialista en la Economía nacional.

8. El plan de Lenin para abordar la construcción del socialismo. - Se crean los comités de campesinos pobres y se pone coto a los kulaks. - La sublevación de los socialrevolucionarios de "izquierda" y su aplastamiento. - El V Congreso de los Soviets y aprobación de la Constitución de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia.

Después de concertar la paz y obtener una tregua, el Poder Soviético abordó el problema de desarrollar la construcción del socialismo. Lenin llamaba al periodo, que va desde noviembre de 1917 hasta febrero de 1918, el periodo de "ataque de Guardia Roja contra el capital". Durante el primer semestre del año 1918, el Poder Soviético logró destruir la potencia económica de la burguesía, concentrar en sus manos los puestos de mando de la Economía nacional (las fábricas y empresas industriales, los bancos, los ferrocarriles, el comercio exterior, la marina mercante, etc.), destrozar el aparato del Estado burgués y liquidar victoriosamente los primeros intentos de la contrarrevolución para derrocar el Poder Soviético.

Pero todo esto distaba todavía mucho de ser suficiente. Para poder avanzar, era necesario pasar del derrumbamiento de lo viejo a la construcción de lo nuevo. Por eso, en la primavera de 1918, se inició el paso a la nueva etapa de la construcción socialista, se pasó de la "expropiación de los expropiadores", al afianzamiento organizado de las victorias conseguidas, a la edificación de la Economía nacional soviética. Lenin consideraba necesario aprovecharse hasta el máximum de la tregua para abordar el problema de echar los cimientos de la Economía socialista. Los bolsheviques tenían que aprender a organizar de un modo nuevo la producción y a administrarla. Lenin escribía que el Partido bolshevique había logrado convencer a Rusia y había conseguido arrancarla de manos de los ricos para entregarla al pueblo; ahora, decía Lenin, es necesario que el Partido bolshevique aprenda a gobernar y administrar a Rusia.

En esta etapa, Lenin reputaba como tareas fundamentales las de contabilizar lo que se producía en la Economía nacional y controlar el consumo de todos los artículos producidos. En la economía rusa predominaban los elementos pequeñoburgueses. Millones de pequeños industriales y campesinos formaban el terreno que servía de base para el desarrollo del capitalismo. Estos pequeños empresarios no reconocían ni la disciplina del trabajo ni la disciplina general del Estado; no se sometían a ningún requisito de contabilidad ni de control. En aquellos momentos difíciles, constituía un peligro especialmente grande el elemento pequeño burgués de especulación y mercantilismo, y las tentativas de estos pequeños industriales y comerciantes de enriquecerse a costa de la miseria del pueblo.

El Partido bolshevique desplegó una lucha enérgica contra la desidia en la producción, contra la falta de disciplina de trabajo en la industria. Las masas iban asimilando, lentamente nuevos hábitos de trabajo. Esto hacía que la lucha por una disciplina en el trabajo fuese, durante este periodo, la tarea central.

Lenin señaló la necesidad desplegar la emulación socialista en la industria, de implantar al salario a destajo, de luchar contra el igualitarismo, aplicando, a la par con medidas educativas de persuasión, medidas de coacción contra cuantos pretendieran estafar al Estado, contra los haraganes y los especuladores. Entendía que la nueva disciplina, una disciplina de trabajo, una disciplina de camaradería, una disciplina soviética, sería forjada por los millones de trabajadores en la práctica de su trabajo cotidiano. Y hacía notar que "esta obra llenará toda una época histórica" (Lenin, t. XXIII, pág. 44, ed. rusa).

Todos estos problemas de la construcción del socialismo, los problemas de la creación de nuevas relaciones de producción de tipo socialista, fueron esclarecidos por Lenin en su notable trabajo titulado "Las tareas actuales del Poder Soviético".

Los "comunistas de izquierda", del brazo de los socialrevolucionarios y mensheviques, lucharon también contra Lenin respecto a estos problemas. Bujarin, Osinski y otros se manifestaron en contra de la implantación de una disciplina, en contra de la dirección unipersonal de las empresas, en contra del empleo de especialistas en la industria, en contra de la instauración de un régimen de contabilidad y de control financiero. Y calumniaban a Lenin, afirmando que semejante política representaba la vuelta al régimen burgués. Al mismo tiempo, los "comunistas de izquierda" predicaban la tesis trotskista sobre la imposibilidad de que en Rusia saliese adelante la edificación socialista y triunfase el socialismo.

Detrás de las frases "izquierdistas" de los "comunistas de izquierda" se escondía la defensa de los kulaks, de los haraganes, de los especuladores, que eran enemigos de la disciplina del trabajo y veían con hostilidad la reglamentación por el Estado de la vida económica, el régimen de contabilidad y de control.

Después de perfilar los problemas de la organización de la nueva industria soviética, el Partido bolshevique acometió los problemas del campo. En el campo, estaba en ebullición, por aquel entonces, la lucha de los campesinos pobres contra los kulaks. Estos acaparaban por la fuerza, se apoderaban de las tierras que les habían sido arrebatadas a los terratenientes. Los campesinos pobres estaban necesitados de ayuda. Los kulaks luchaban contra el Estado proletario, negándose a venderle el trigo a precio de tasa. Proponíanse obligar al Estado Soviético, por medio del hambre, a renunciar a la implantación de medidas socialistas. El Partido bolshevique se trazó el objetivo de aplastar a los kulaks contrarrevolucionarios. Para organizar a los campesinos pobres y luchar con éxito contra los kulaks, que disponían del trigo sobrante, se organizó una campaña de los obreros en el campo.

"¡Camaradas obreros! -escribía Lenin- recordad que la revolución atraviesa por una situación crítica. Recordad que sois vosotros y nadie más que vosotros quienes podéis salvar la revolución. Decenas de miles de obreros escogidos, adelantados, entregados a la causa del socialismo, incapaces de rendirse al soborno ni a la rapiña, capaces de crear una fuerza férrea contra los kulaks, los especuladores, los merodeadores, las gentes venales, los desorganizadores: he ahí lo que nos hace falta" (Lenin, t. XXIII, pág. 25, ed. rusa).

"La lucha por el pan es la lucha por el socialismo", dijo Lenin, y bajo esta consigna se desarrolló la organización de los obreros para la campaña en las aldeas. Se dictó una serie de decretos por los que se instauraba una dictadura del abastecimiento y se concedían a los órganos del Comisariado de Abastecimiento poderes extraordinarios para comprar trigo a precios de tasa.

Por un decreto del 11 de junio de 1918, fueron creados los Comités de campesinos pobres. Esto Comités desempeñaron un gran papel en la lucha contra los kulaks, en el nuevo reparto de las tierras confiscadas y la distribución de los aperos de labranza y del ganado de labor, en la adquisición a los kulaks de los productos sobrantes y en avituallamiento de los centros obreros y del Ejército Rojo. 50 millones de hectáreas de tierras detentadas por los kulaks pasaron a manos de los campesinos pobres y medios. Y fue confiscada a los kulaks, en beneficio de los campesinos pobres, una parte considerable de los medios de producción.

La organización de estos Comités de campesinos pobres representó una etapa de avance en la marcha de la revolución socialista en el campo. Estos comités eran los baluartes de la dictadura del proletariado en la aldea. Y fueron, además, en una medida considerable, el cauce a través del cual se reclutaron los cuadros del Ejército Rojo entre la población campesina.

La campaña de los proletarios en las aldeas y la organización de los Comités de campesinos pobres afianzaron el Poder Soviético en el campo y tuvieron una enorme importancia política para atraer a los campesinos medios al lado del Poder Soviético.

A fines de 1918, después de cumplir su misión, los Comités de campesinos pobres dejaron de existir, fundiéndose con los Soviets rurales.

El 4 de julio de 1918, se abrió el V Congreso de los Soviets. Los socialrevolucionarios de "izquierda" desplegaron en este Congreso una lucha rabiosa contra Lenin, en defensa de los kulaks. Exigieron que se pusiese fin a la campaña contra los kulaks y se renunciase a enviar al campo destacamentos obreros encargados del abastecimiento. Y cuando se convencieron de que su actitud encontraba una resistencia firme por parte de la mayoría del Congreso, organizaron una sublevación en Moscú, se apoderaron de una calle y comenzaron a cañonear desde ella el Kremlin. Pero, en término de pocas horas, esta aventura socialrevolucionaria de "izquierda" fue aniquilada por los bolsheviques. Y aunque las organizaciones locales de los socialrevolucionarios de "izquierda" intentaron también sublevarse en una serie de puntos del país, la aventura fue rápidamente liquidada en todas partes.

Como ha venido a demostrar últimamente el proceso contra el Bloque antisoviético derechista-trotskista, la sublevación de los socialrevolucionarios de "izquierda" se produjo con conocimiento y de acuerdo con Bujarin y Trotski, y formaba parte del plan general de un complot contrarrevolucionario de los bujarinistas, los trotskistas y los socialrevolucionarios de "izquierda" contra el Poder Soviético.

Por aquellos mismos días, el socialrevolucionario de "izquierda" Bliumkin, que más tarde había de pasar a ser agente de Trotski, se deslizó en la embajada alemana y, con el fin de provocar una guerra con Alemania, asesinó al embajador alemán en Moscú, Mirbach. Pero el Gobierno Soviético logró evitar la guerra y hacer fracasar la provocación de los contrarrevolucionarios.

En el V Congreso de los Soviets fue aprobada la Constitución de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, la primera de todas las constituciones soviéticas.

RESUMEN

Durante los ocho meses que van desde febrero a octubre de 1917, el Partido bolshevique realiza una dificilísima labor: conquista la mayoría de la clase obrera y, dentro de los Soviets, atrae al lado de la Revolución Socialista a millones de campesinos. Arranca a estas masas a la influencia de los partidos pequeño-burgueses (socialrevolucionarios, mensheviques, anarquistas) y va desenmascarando paso a paso, la política de esto partidos, dirigida contra los intereses de los trabajadores. El Partido bolshevique despliega una labor política gigantesca en el frente y en la retaguardia, preparando a las masas para la Revolución Socialista de Octubre.

Los momentos decisivos en la historia del Partido bolshevique durante este periodo, fueron: la llegada de Lenin de la emigración, sus Tesis de Abril, la Conferencia de Abril del Partido y el VI Congreso de éste. Los acuerdos del Partido infundieron a la clase obrera fuerza y seguridad en el triunfo y le dieron soluciones para los problemas más importantes de la Revolución. La Conferencia de Abril encaminó al Partido hacia la lucha por el paso de la revolución democráticoburguesa a la revolución socialista. El VI Congreso orientó al Partido hacia la insurrección armada contra la burguesía y su gobierno provisional.

Los partidos oportunistas, socialrevolucionarios y mensheviques, anarquistas y demás partidos no comunistas, coronaron su trayectoria: todos ellos se convirtieron, ya antes de la Revolución de Octubre en partidos burgueses, defendiendo la integridad y la conservación del régimen capitalista. Sólo el Partido bolshevique dirigió a las masas en su lucha por el derrocamiento de la burguesía y la instauración del Poder de los Soviets.

Al mismo tiempo, los bolsheviques aplastaron los intentos de los capituladores dentro del partido, los intentos de Zinoviev, Kamenev, Rykov, Bujarin, Trotski, Piatakov y otros de desviar al Partido del camino de la Revolución Socialista.

La clase obrera, dirigida por el Partido bolshevique, aliada a los campesinos pobres y apoyada por los soldados y marinos, derribó el Poder de la burguesía, instauró el Poder de los Soviets, fundó un nuevo tipo de Estado, el Estado soviético socialista, abolió la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, entregó ésta en disfrute a los campesinos, nacionalizó toda la tierra del país, expropió a los capitalistas, puso término a la guerra conquistando la paz, obtuvo la necesaria tregua y creó con ello las condiciones indispensables para el desarrollo de la construcción socialista.

La Revolución Socialista de Octubre destruyó el capitalismo, arrebató a la burguesía los medios de producción y convirtió las fábricas y empresas industriales, la tierra, los ferrocarriles y los bancos en propiedad de todo el pueblo, en propiedad social.

Instauró la dictadura del proletariado y entregó la dirección de un inmenso Estado a la clase obrera, convirtiéndola con ello en clase dominante.

Con esto, la Revolución Socialista de Octubre abre en la historia de la Humanidad una nueva era, la era de las revoluciones proletarias.