Un poema,
una nube viajera,
un altar...
una nube viajera,
un altar...
una oración.
Una pluma viaja al mundo donde los relojes se detienen,
donde gobierna el insensato dios de los diluvios...
donde gobierna el insensato dios de los diluvios...
cae sin compasión su torrente.
El poema se posa en el viento,
alto,más allá de las palabras,
del corazón,
del alma,
del silencioso ruido a latidos.
alto,más allá de las palabras,
del corazón,
del alma,
del silencioso ruido a latidos.
Cielo...
Deja que mi cuerpo se moje,
que la lluvia lave mi cabeza,
que mi pecho sienta,
que los ojos cerrados llamen al sueño,
que mis manos abracen sus labios,
que la lluvia lave mi cabeza,
que mi pecho sienta,
que los ojos cerrados llamen al sueño,
que mis manos abracen sus labios,
que sus párpados se sientan abrigados.
(...)
Una lluvia,
un poema insertado en mi pecho,
una lágrima que cae sobre un fuego extingido,
nostálgicas cenizas...
un poema insertado en mi pecho,
una lágrima que cae sobre un fuego extingido,
nostálgicas cenizas...
que se niegan al olvido.
Un poema,
una noche sin luna,
un ángel desvelado,
una tormenta,
un cigarrillo,
una noche sin luna,
un ángel desvelado,
una tormenta,
un cigarrillo,
un suspiro de humo...
un adiós.
Marcelo Rubéns Balboa✒
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