El Comité Central del Partido Comunista de Uruguay,electo en el XXXIII Congreso,en su primera reunión realizada el día 20 de diciembre de 2025,no hizo más que confirmar lo que muchos militantes intuían desde hace tiempo: el Partido está ante la obligación impostergable de redefinirse,de mirarse al espejo de su propia historia y de decidir si está dispuesto —o no— a volver a ser,sin ambigüedades,un partido comunista.
La elección del nuevo Comité Ejecutivo muestra continuidades y,al mismo tiempo,una señal de arranque.
Hay nombres que se repiten,responsabilidades que se redistribuyen y áreas clave que vuelven a cobrar centralidad: organización,sindicales,relaciones internacionales,propaganda,programa.
Todo ello habla de una estructura que intenta ordenarse tras años de tensiones,repliegues y silencios incómodos.
Pero el dato político central es la designación de Óscar Andrade como secretario general.
No se trata de un detalle menor.
Andrade proviene del riñón obrero,de la construcción,del conflicto sindical concreto y no del escritorio cómodo ni del cálculo parlamentario permanente.
Ese origen genera expectativas legítimas en la militancia comunista,cansada de discursos edulcorados y de una práctica política cada vez más adaptada a la lógica institucional del Frente Amplio.
Porque ese es el punto de fondo: el PCU no existe en el vacío.
Actúa dentro de un gobierno frenteamplista que,en su orientación general,muestra un claro corrimiento a la derecha,con concesiones al capital,moderación programática y un lenguaje cada vez más distante del conflicto de clases.
En ese escenario,el Partido tiene dos opciones: acompañar en silencio o plantarse con identidad propia.
No hay tercera vía.
De ahí que la consigna que recorre los pasillos militantes sea clara: “que el Partido vuelva a ser comunista”.
Esto no es una consigna nostálgica ni un ejercicio de memoria romántica.
Es una necesidad política.
Recuperar la memoria histórica significa volver a Lenin,sí,pero no como estampita,sino como método: análisis concreto de la realidad concreta,independencia política de la clase obrera,centralidad del conflicto de clases y claridad estratégica frente al Estado burgués.
El nuevo Comité Ejecutivo tendrá que demostrar,con hechos y no con declaraciones,si está dispuesto a asumir esa tarea.
En la cancha se ven los pingos,y el tiempo no sobra. Las decisiones urgentes no pueden seguir postergándose en nombre de equilibrios internos o de una unidad mal entendida que termina diluyendo toda definición.
La militancia espera de Óscar Andrade una conducción firme,profundamente clasista y combativa.
No para administrar lo existente,sino para tensionarlo.
No para adaptarse al rumbo general del gobierno,sino para marcar límites,denunciar retrocesos y organizar resistencia cuando sea necesario.
El PCU se reivindica como el Partido del gran Lenin.
Esa afirmación,repetida tantas veces,hoy exige coherencia.
Ser leninista no es solo citarlo,es actuar en consecuencia.
El desafío está planteado.
La historia observa.
Y la clase trabajadora también.
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️
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