La reciente entrega de este galardón a María Corina Machado no solo evidencia la manipulación política que lo atraviesa,
sino que desnuda la hipocresía de los poderes occidentales que lo utilizan como herramienta de legitimación ideológica.
Machado,representante de la oligarquía venezolana y figura emblemática de la derecha más radical del continente,no es precisamente una defensora de la paz.
Sus discursos,su cercanía con Washington y su constante llamado a la intervención extranjera en su propio país la ubican,más bien,en el lado opuesto de lo que el Nobel debería representar.
En lugar de promover el diálogo,la autodeterminación de los pueblos y el respeto a la soberanía nacional,su retórica ha estado marcada por la desestabilización,la confrontación y la subordinación a los intereses del imperialismo norteamericano.
En su primera aparición tras recibir el premio,no tardó en acusar al gobierno de Nicolás Maduro de encabezar una red de narcotráfico —sin pruebas—, y en repetir el viejo guión de Washington sobre “la presencia de grupos terroristas” como Hamás y Hezbolá en territorio venezolano.
También incluyó en sus ataques a Cuba y Rusia,reforzando la narrativa de que todo país que no se someta al eje estadounidense es,por definición,enemigo de la “libertad”.
Pero lo más grave no fueron sus palabras de odio,sino su mensaje implícito: agradeció y le pidió ayuda a su “mentor”,Donald Trump,para “liberar” a Venezuela.
En ese eufemismo —tan usado por los voceros de la intervención militar disfrazada de “democracia”— se esconde la intención real: entregar la soberanía nacional y poner los recursos del país al servicio de los grandes consorcios extranjeros.
Resulta entonces indignante que el Comité del Nobel premie a quien representa todo lo contrario a la paz. No es la primera vez que lo hace: ya hemos visto cómo figuras que promovieron guerras,sanciones y bloqueos económicos —verdaderos crímenes silenciosos contra los pueblos— fueron presentadas como “campeones de los derechos humanos”.
Lo que antes era un símbolo moral universal,hoy parece una medalla que el imperialismo otorga a sus operadores más dóciles.
El Nobel de la Paz se ha convertido en un instrumento de propaganda.
Premia a quienes defienden los intereses de las grandes potencias y castiga,con el silencio,a quienes luchan de verdad por la independencia y la justicia social.
Mientras tanto,se ignora a líderes,movimientos y organizaciones que resisten día a día los efectos devastadores del capitalismo y las sanciones,defendiendo su soberanía con dignidad.
Los pueblos conscientes del mundo no deben aceptar esta farsa. No se trata solo de Venezuela,sino de la defensa del principio fundamental de la autodeterminación. Rechazar este “premio” a Machado es,en definitiva,rechazar la manipulación política del concepto mismo de paz.
Porque la verdadera paz no se impone con amenazas,bloqueos o invasiones; se construye con justicia social,respeto a la soberanía y solidaridad entre los pueblos.
Y nada de eso encarna María Corina Machado ni quienes la premian.
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️
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