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sábado, 13 de diciembre de 2025

•Elegir entre la sed y el agua•°


En la sociedad capitalista,muchas veces se nos presenta la realidad como si estuviéramos frente a una elección inevitable,casi natural: aceptar lo existente o perecer. 

Pero en verdad,elegir entre la sed y el agua no es una metáfora abstracta: es la expresión más brutal de un sistema que convierte las necesidades básicas en mercancías y la supervivencia en un privilegio.

La sed no es solo la falta de agua. 

Es la precarización del trabajo,el salario que no alcanza,la vivienda inaccesible,la salud condicionada al bolsillo,la educación degradada. 

Es la angustia cotidiana de millones de trabajadores y trabajadoras obligados a vivir en un estado permanente de carencia. 

El capitalismo necesita esa sed: necesita cuerpos disciplinados por el miedo,conciencias sometidas por la urgencia,pueblos acostumbrados a agradecer migajas.

El agua,en cambio,representa lo que el sistema nos promete pero no puede entregar de forma universal: dignidad,seguridad material,tiempo para vivir y no solo para sobrevivir. 

Bajo el capitalismo,el agua existe,pero está cercada. 

Se privatiza,se raciona,se encarece. 

No falta agua: sobra acumulación. 

No falta riqueza: sobra apropiación privada del trabajo social.

Desde una visión socialista,esta falsa elección queda al desnudo. 

El socialismo no propone elegir entre la sed y el agua; propone abolir la sed como condición estructural de la sociedad. 

Propone organizar la producción y la distribución en función de las necesidades humanas y no de la ganancia. 

Propone que el agua —en su sentido literal y simbólico— sea un derecho social,no una mercancía.

La ideología dominante intenta convencernos de que siempre habrá sed,que es parte de la “naturaleza humana”,que la competencia es inevitable. 

Pero la sed es histórica,no natural. 

Es el resultado de relaciones de producción concretas,de un orden social donde una minoría concentra el agua y decide quién bebe y quién no. 

El socialismo afirma algo radicalmente distinto: que la humanidad puede organizarse sin condenar a la mayoría a la escasez.

Elegir el agua implica elegir la planificación democrática de la economía,el control social de los recursos estratégicos,la centralidad del trabajo y no del capital. Implica elegir la solidaridad como principio organizador y no la competencia salvaje. Implica entender que la libertad real solo existe cuando las necesidades básicas están garantizadas para todos.

Hoy,a los pueblos se les dice que no hay alternativa: o aceptan los ajustes,o la sed será peor. 

Pero la historia demuestra lo contrario. 

Cada conquista social,cada derecho arrancado,cada experiencia de organización popular ha sido un acto consciente de rebeldía contra esa extorsión permanente. 

Ha sido,en esencia,una decisión colectiva de ir por el agua.

Elegir entre la sed y el agua,entonces,no es una elección individual. 

Es una definición política y de clase. 

O seguimos sosteniendo un sistema que necesita la sed para funcionar,o construimos otro donde el agua fluya para todos. 

El socialismo no promete milagros: promete terminar con la obscenidad de un mundo donde hay agua suficiente,pero millones siguen muriendo de sed.

Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️ 


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