Los hechiceros,herederos de la antigua magia negra sobrevuelan sobre nuestras cabezas,lanzan sus conjuros contra la vulnerable decencia de los pueblos de nuestra América,bien al sur revuelven la olla donde preparan la sopa donde el principal ingrediente eres tù.
Trabajan en las sombras,aves de la noche que escuchas trinar pero no alcanzas a ver,su hipnòtica brujerìa arde en tus sienes y agrupan al rebaño soplando las brasas que avivan tu temor.
Hechiceros que se transforman en lobos,cuando la luna se llena de sangre,tu sangre,de la cual ellos beben,en una copa de oro,en el bosque de cemento donde tus lágrimas caen ciegas,envueltas en la lacrimògena nube del aprendiz de brujo,peòn enloquecido por mandato del hechicero mayor.
Asì escupen sus hechizos con la vara mágica que empuña la mano derecha,para quebrar el brazo izquierdo,para ampliar sus castillos,para inflar sus barrigas,para grabarte a fuego con tu propia herramienta incandescente,para que no intentes soñar,para obedecer su doctrina vertical,y confundas al exorcista con el hechicero,vestido de blanco,sobre banderas negras.
Marcelo Rubéns Balboa✒
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