🔸"Las masas trabajadoras del hoy rinden homenaje a un gran líder y
maestro,el camarada Joseph Stalin.
El camino que él mostró
fue el camino hacia la paz,la libertad y la
liberación de la humanidad.
Juramos solemnemente
seguir el camino de Marx,Engels,Lenin y
Stalin." 🗣️Ho Chi Minh ☭
(...)
☭ 🔸Stalin y el juicio de la historia desde la voz de los pueblos🔸☭
Las palabras de Ho Chi Minh no son una cita neutra ni un gesto protocolar: son una toma de posición histórica y política.
Cuando el líder vietnamita afirma que “las masas trabajadoras del hoy rinden homenaje a un gran líder y maestro,el camarada Joseph Stalin”,no habla desde la comodidad del revisionismo académico ni desde los salones del poder imperial, sino desde la experiencia concreta de un pueblo colonizado,bombardeado y humillado que supo vencer al imperialismo apoyándose en el marxismo-leninismo.
En el mundo actual,donde la historia se reescribe al gusto de los vencedores temporales,Stalin es presentado casi exclusivamente como una caricatura monstruosa.
Se lo aísla de su contexto,se lo juzga con parámetros ahistóricos y se lo utiliza como espantapájaros ideológico para desacreditar cualquier proyecto socialista radical.
Frente a ese coro uniforme, la voz de Ho Chi Minh irrumpe como una verdad incómoda: para millones de trabajadores y pueblos oprimidos,Stalin fue un constructor,no un demonio.
Stalin encabezó la transformación de un país atrasado,devastado por la guerra y el analfabetismo,en una potencia industrial capaz de derrotar al nazismo,la forma más brutal del capitalismo en crisis.
Sin la industrialización socialista,sin la planificación central,sin el Partido disciplinado y sin el liderazgo firme de Stalin,la humanidad habría quedado a merced de la barbarie fascista.
Esto no es una opinión: es un hecho histórico.
Cuando Ho Chi Minh habla del “camino hacia la paz,la libertad y la liberación de la humanidad”,señala algo esencial: la paz verdadera no es la paz de los cementerios coloniales ni la paz armada del imperialismo,sino la paz que surge cuando los pueblos dejan de ser explotados.
Stalin entendió —como Marx, Engels y Lenin— que la libertad no es un concepto abstracto,sino una condición material: pan,trabajo, educación,soberanía.
El juramento de seguir el camino de Marx,Engels, Lenin y Stalin no es un acto de nostalgia,sino de coherencia revolucionaria. Ese camino implica lucha de clases,dictadura del proletariado, internacionalismo y confrontación abierta con el capital.
Por eso molesta tanto.
Por eso se intenta borrar, deformar o criminalizar a Stalin: porque su figura recuerda que el capitalismo sí puede ser derrotado.
Hoy,cuando el imperialismo vuelve a desatar guerras, bloqueos y saqueos; cuando la desigualdad alcanza niveles obscenos y la democracia liberal se revela como una cáscara vacía al servicio del capital financiero,la reivindicación crítica pero firme de Stalin vuelve a cobrar sentido.
No como dogma,sino como experiencia histórica de poder obrero,planificación socialista y resistencia implacable al enemigo de clase.
Ho Chi Minh lo comprendió desde la trinchera,no desde el escritorio.
Y su homenaje no es al hombre aislado,sino al proceso histórico que Stalin encarnó.
Negar eso no es “defender los derechos humanos”; es alinearse,consciente o inconscientemente,con la narrativa de los "vencedores" de hoy.
La historia no se decide por consensos mediáticos,sino por la lucha de los pueblos. Y en esa lucha,Stalin sigue siendo —para millones— un símbolo de que el socialismo no es una utopía moral,sino una fuerza real capaz de cambiar el mundo.
🔸☭ Stalin: liderazgo, revolución y memoria histórica🔸☭
Las palabras de Ho Chi Minh sobre Iósif Stalin no pueden leerse como una simple consigna de época ni como un gesto ritual propio del movimiento comunista del siglo XX.
Son,ante todo,la expresión de una experiencia histórica concreta: la de los pueblos coloniales que vieron en la Unión Soviética y en su liderazgo una fuerza real capaz de quebrar el orden imperial que los mantenía sometidos.
Cuando Ho Chi Minh rinde homenaje a Stalin como “gran líder y maestro” y afirma que el camino que mostró fue el de la paz,la libertad y la liberación de la humanidad,no habla desde la comodidad del análisis académico posterior,sino desde la trinchera de la lucha anticolonial.
Vietnam conocía de primera mano la violencia estructural del imperialismo francés y luego estadounidense.
Para ese mundo oprimido, Stalin simbolizaba algo muy concreto: la posibilidad de que un país atrasado, devastado y asediado se transformara en una potencia capaz de derrotar al fascismo,industrializarse y sostener a los movimientos de liberación nacional.
Ho Chi Minh entendía a Stalin no como un individuo aislado,sino como parte de una continuidad histórica: Marx,Engels y Lenin.
De allí el juramento solemne de seguir ese camino.
No se trataba de una adhesión ciega,sino del reconocimiento de una línea política que había demostrado,en los hechos, que el capitalismo no era un destino inevitable y que el poder imperial podía ser vencido.
Para los pueblos colonizados, esa demostración tenía un valor incalculable.
La figura de Stalin suele ser abordada hoy desde una perspectiva moral abstracta, descontextualizada y, muchas veces, profundamente eurocéntrica. Se juzga desde sociedades que no enfrentaban invasiones,sabotajes permanentes,guerras de exterminio ni el cerco económico total.
Ho Chi Minh,en cambio, hablaba desde una realidad donde la supervivencia nacional y la liberación social estaban en juego.
En ese contexto,la experiencia soviética bajo Stalin ofrecía lecciones de organización,disciplina, planificación y resistencia frente a enemigos infinitamente más poderosos.
Además,la afirmación de que el camino mostrado conducía a la paz no es una contradicción,como suelen señalar sus críticos.
Para Ho Chi Minh —y para gran parte del movimiento comunista— la paz no era la pasividad ante la injusticia, sino el resultado de la derrota del imperialismo y de la explotación.
La victoria sobre el nazismo, lograda en gran medida gracias al sacrificio del pueblo soviético,reforzó esa convicción: sin la URSS de Stalin,el mundo habría quedado bajo la bota del fascismo.
Releer hoy las palabras de Ho Chi Minh implica, también,interrogar el presente.
¿Quiénes hablan en nombre de la libertad? ¿Quiénes invaden,bloquean y saquean países enteros mientras se erigen en jueces morales de la historia?
Frente a esa hipocresía,la mirada de Ho Chi Minh conserva una fuerza incómoda: recuerda que la historia se escribe desde las relaciones de poder reales y que los pueblos oprimidos juzgan a sus aliados no por discursos,sino por resultados concretos.
En definitiva,el homenaje de Ho Chi Minh a Stalin no es un acto de nostalgia,sino un testimonio político.
Es la voz de un revolucionario que reconoció en la experiencia soviética una herramienta decisiva para la liberación de su pueblo y de muchos otros. Ignorar ese contexto no solo empobrece el análisis histórico,sino que revela hasta qué punto la memoria dominante sigue estando moldeada por los vencedores del sistema que Stalin,con todas sus contradicciones, ayudó a desafiar.
🔸☭ Ho Chi Minh: Stalin,la revolución y el rechazo absoluto al trotskismo🔸☭
Hablar de Ho Chi Minh es hablar de coherencia revolucionaria,de una praxis política forjada en la lucha anticolonial concreta y no en el laboratorio estéril de las disputas abstractas.
Su opinión sobre Stalin y su rechazo frontal al trotskismo no fueron caprichos ideológicos ni dogmas importados,sino conclusiones extraídas de la experiencia histórica y de las necesidades reales de la revolución vietnamita y del movimiento comunista internacional.
Ho Chi Minh valoró a Stalin, ante todo,como un continuador de Lenin en un período extremadamente duro para la revolución socialista.
Para él,Stalin no era una figura mítica ni un ídolo infalible,sino un dirigente que encabezó la defensa del primer Estado obrero del mundo frente al cerco imperialista,la guerra,el sabotaje interno y la amenaza fascista.
La industrialización acelerada de la URSS,la colectivización del campo y la derrota del nazismo no eran,en su visión,hechos secundarios,sino condiciones históricas sin las cuales el socialismo habría sido aplastado y las luchas de liberación nacional —incluida la de Vietnam— habrían quedado sin un respaldo decisivo.
Desde esta perspectiva,Ho Chi Minh entendía la historia como un terreno de lucha concreta entre fuerzas sociales reales,no como una sucesión de esquemas ideales.
Por eso rechazó de manera tajante al trotskismo.
No lo veía simplemente como una “corriente crítica” dentro del marxismo,sino como una fuerza objetivamente desorganizadora del movimiento revolucionario. En los países coloniales y semicoloniales,donde la unidad era una cuestión de vida o muerte,el trotskismo aparecía como una ideología incapaz de construir poder, hostil a la disciplina revolucionaria y proclive a la fragmentación.
Para Ho Chi Minh,la obsesión trotskista por la “revolución permanente” abstracta ignoraba las condiciones concretas de cada país y despreciaba las etapas necesarias del proceso revolucionario.
En Vietnam,donde la prioridad era derrotar al colonialismo francés y luego al imperialismo estadounidense, esa postura no solo era inútil,sino peligrosa.
No se trataba de debates académicos,sino de organizar al pueblo,construir un partido sólido,un frente amplio y un ejército popular capaz de resistir a potencias militares muy superiores.
El rechazo de Ho Chi Minh al trotskismo también tenía una dimensión ética y política profunda: la responsabilidad histórica.
Mientras Stalin,con todos los errores que puedan señalarse,asumió el peso de gobernar,decidir y resistir,el trotskismo se refugió con frecuencia en la crítica permanente desde los márgenes,sin hacerse cargo de la construcción real del poder.
Para un revolucionario que pasó décadas en la clandestinidad, en la cárcel y en la guerra,esa actitud no era revolucionaria, sino estéril.
Hoy,cuando el trotskismo suele reaparecer como una voz que juzga retrospectivamente a todas las revoluciones desde una supuesta superioridad moral, la posición de Ho Chi Minh conserva plena vigencia.
No se puede exigir pureza ideológica a procesos que se desarrollaron bajo fuego enemigo permanente.
La historia de la revolución no es la historia de la perfección,sino la de la lucha por la supervivencia y el avance de las masas trabajadoras.
Ho Chi Minh defendió a Stalin no como un acto de culto personal,sino como defensa de una línea histórica: la del marxismo-leninismo entendido como guía para la acción,no como consigna vacía.
Y rechazó al trotskismo porque,en el terreno concreto de la lucha,no aportaba liberación,sino confusión.
En tiempos donde muchos prefieren la crítica cómoda a la organización difícil, recordar esta postura no es un ejercicio nostálgico,sino una advertencia política: sin unidad,sin dirección y sin comprensión del contexto histórico,no hay revolución posible.
🔸☭ Stalin en la mirada de Ho Chi Minh: el discípulo fiel de Lenin y el marxista-leninista sin concesiones🔸 ☭
Para Ho Chi Minh,Stalin no fue una figura circunstancial ni un dirigente más en la historia del movimiento comunista.
Fue,en sentido profundo,un maestro.
Un verdadero discípulo de Lenin y un marxista-leninista a rajatabla,formado no en la comodidad de la teoría aislada,sino en el fuego real de la lucha por el poder,la defensa del socialismo y la supervivencia del primer Estado obrero del mundo.
Ho Chi Minh comprendía algo que hoy muchos prefieren olvidar: el marxismo-leninismo no es un ejercicio académico ni un conjunto de principios morales abstractos,sino una guía para la acción revolucionaria en condiciones históricas concretas.
Desde esa comprensión, Stalin representó la continuidad necesaria del leninismo en una etapa extremadamente peligrosa, marcada por el cerco imperialista,la guerra civil latente,el sabotaje interno y la amenaza fascista global.
Para el líder vietnamita, Stalin no “traicionó” a Lenin; por el contrario,fue quien asumió la tarea más dura: convertir la revolución en poder estatal duradero.
Lenin abrió el camino,pero fue Stalin quien tuvo que consolidarlo,fortalecerlo y defenderlo frente a enemigos infinitamente más poderosos.
La industrialización socialista,la colectivización del campo y la construcción de una economía capaz de resistir la invasión nazi no fueron caprichos autoritarios, sino decisiones históricas que garantizaron la existencia misma del socialismo.
Ho Chi Minh,que condujo una revolución en un país colonizado,pobre y devastado por la guerra, entendía perfectamente el valor de esas decisiones.
Sabía que sin una Unión Soviética fuerte, industrializada y victoriosa en la Segunda Guerra Mundial,las luchas de liberación nacional en Asia, África y América Latina habrían sido aplastadas sin piedad.
Stalin,en ese sentido,no fue solo un dirigente soviético: fue un pilar del movimiento revolucionario mundial.
Llamarlo “marxista-leninista a rajatabla” no es una exageración.
Para Ho Chi Minh,Stalin encarnó la defensa irreductible de la dictadura del proletariado,del papel dirigente del partido y de la necesidad de la disciplina revolucionaria.
Frente al revisionismo,al oportunismo y a las corrientes que diluían el contenido de clase del socialismo,Stalin mantuvo una línea clara: sin poder,sin organización y sin firmeza ideológica,la revolución es derrotada.
Esta visión explica también por qué Ho Chi Minh rechazó con tanta contundencia a quienes atacaban a Stalin desde posiciones supuestamente “más puras”.
Para él,criticar a Stalin ignorando el contexto histórico equivalía a desarmar ideológicamente a los pueblos en lucha.
La historia no se juzga desde la comodidad del presente, sino desde las condiciones reales en que se tomaron las decisiones.
Hoy,cuando Stalin es caricaturizado sistemáticamente por el discurso liberal y cuando incluso sectores de izquierda reniegan de su legado para ganar respetabilidad,la posición de Ho Chi Minh resulta incómoda pero necesaria.
No hay revolución sin dirección firme,no hay socialismo sin poder estatal, y no hay continuidad revolucionaria sin defensa de quienes sostuvieron ese poder en los momentos más críticos.
Para Ho Chi Minh,Stalin fue un maestro porque enseñó con hechos,no con consignas vacías.
Fue un discípulo de Lenin porque comprendió que el leninismo no es nostalgia, sino responsabilidad histórica.
Y fue un marxista-leninista a rajatabla porque nunca subordinó la revolución a la aprobación del enemigo.
Recordar esta valoración no es un acto de culto,sino de honestidad histórica.
En tiempos de confusión ideológica y renuncias estratégicas,la lección sigue vigente: la revolución no necesita santos,necesita dirigentes capaces de defenderla hasta las últimas consecuencias.
🔸🔸La “Revolución Permanente”: de Rosa Luxemburgo al trotskismo y su ruptura con el campesinado y la clase obrera🔸🔸
La llamada “Revolución Permanente” suele presentarse como una elaboración original de Trotsky,pero una revisión honesta de la historia del marxismo revela algo distinto: sus raíces teóricas se encuentran en debates previos del movimiento socialista europeo, particularmente en las reflexiones de Rosa Luxemburgo.
Sin embargo,lo decisivo no es solo el origen de la idea, sino el uso político que el trotskismo hizo de ella y las consecuencias prácticas de esa apropiación para la clase obrera y,sobre todo,para el campesinado.
Rosa Luxemburgo desarrolló sus críticas en un contexto muy específico: la socialdemocracia alemana,el problema de la espontaneidad de las masas y la dinámica internacional del capitalismo.
Para ella,la revolución no podía encerrarse en fronteras nacionales rígidas ni congelarse en etapas burocráticas.
Sin embargo,Luxemburgo nunca negó la necesidad de organización,ni desconoció la importancia de las alianzas sociales reales.
Su pensamiento,aún con errores,estaba profundamente enraizado en la lucha de masas y en la realidad material del proletariado europeo.
El trotskismo,en cambio, tomó ciertos elementos de esas discusiones —especialmente la idea de continuidad del proceso revolucionario— y los absolutizó,despojándolos de su contexto histórico y social.
La “revolución permanente” pasó a convertirse en una consigna abstracta,elevada a dogma,que desprecia las etapas concretas de la lucha de clases y las particularidades nacionales, especialmente en los países atrasados,coloniales o semicoloniales.
Aquí aparece el punto central: la ruptura con el campesinado.
Mientras el marxismo-leninismo comprendió que, en países de desarrollo desigual,el campesinado era un aliado estratégico indispensable de la clase obrera,el trotskismo tendió a subestimarlo o directamente a verlo como un obstáculo “pequeñoburgués”.
Esta postura no era teórica solamente: tenía consecuencias políticas concretas.
Negar la alianza obrero-campesina significaba aislar a la revolución de las masas reales y condenarla a la impotencia.
La experiencia histórica lo confirma.
Las revoluciones que triunfaron —Rusia,China, Vietnam,Cuba— lo hicieron precisamente porque supieron articular una alianza sólida entre obreros y campesinos,bajo la dirección de un partido disciplinado. La revolución que el trotskismo proponía,en cambio,existía más en los textos que en la realidad: una revolución “pura”,sin etapas,sin compromisos tácticos y sin construcción de poder duradero.
En nombre de la “revolución permanente”,el trotskismo terminó oponiéndose a procesos concretos de construcción socialista, atacando la industrialización, la colectivización y la consolidación del Estado obrero.
Así,una consigna que en Luxemburgo expresaba preocupación por el estancamiento burocrático, en el trotskismo se transformó en un arma contra las propias revoluciones reales.
No es casual que, históricamente,estas posiciones hayan coincidido de hecho con los intereses del imperialismo,al debilitar la unidad del movimiento obrero y sembrar desconfianza hacia los Estados socialistas existentes.
Decir que el trotskismo adaptó la “revolución permanente” a intereses contrarios a los del campesinado y de la clase obrera no es una provocación,sino una constatación histórica.
Al negar las mediaciones necesarias,las alianzas sociales y las etapas de acumulación de fuerzas,el trotskismo terminó defendiendo una política que no conduce al poder,sino a la marginalidad permanente.
Hoy,cuando esta corriente sigue presentándose como la “conciencia crítica” del marxismo,conviene recordar una lección fundamental: las revoluciones no se hacen con consignas abstractas ni con superioridad moral,sino con organización,alianzas reales y comprensión concreta de la sociedad. Rosa Luxemburgo,con todas sus contradicciones,nunca renunció a las masas.
El trotskismo, en cambio, convirtió esa herencia en un dogma que,lejos de liberar a la clase obrera,la deja desarmada frente al enemigo.
La historia es clara: sin campesinado,sin unidad popular y sin poder organizado,no hay revolución posible.
🔸☭ Ho Chi Minh: Stalin,la alianza obrero-campesina y el combate a la “revolución permanente” abstracta🔸☭
Para Ho Chi Minh,una de las mayores virtudes políticas de Stalin fue haber comprendido con absoluta claridad un punto decisivo del marxismo aplicado a la realidad: sin alianza entre la clase obrera y el campesinado,no hay revolución posible,y sin defensa firme de esa alianza, la revolución está condenada a ser derrotada desde dentro.
Desde esta convicción,Ho Chi Minh valoró que Stalin combatiera de manera sistemática las teorías que, bajo un lenguaje “radical”, negaban las condiciones concretas de los pueblos y sabotearon la construcción del socialismo.
Entre ellas,la llamada “revolución permanente”.
Ho Chi Minh no analizaba estas discusiones como un académico,sino como un dirigente revolucionario de un país colonial, mayoritariamente campesino,sometido a la dominación imperialista. Desde Vietnam,la “revolución permanente” trotskista aparecía no como una teoría liberadora,sino como una abstracción peligrosa: una consigna que despreciaba las etapas históricas,negaba la centralidad del campesinado y rompía la unidad popular en nombre de una supuesta pureza revolucionaria.
Stalin,a los ojos de Ho Chi Minh,tuvo el mérito histórico de enfrentar este problema de forma directa.
Entendió que la revolución rusa solo podía sobrevivir si consolidaba el poder obrero apoyándose en el campesinado,si industrializaba el país y si defendía el Estado socialista frente al cerco imperialista. Combatir el trotskismo no fue,para Stalin,una cuestión personal ni un simple debate teórico,sino una lucha política por la supervivencia del socialismo.
Ho Chi Minh coincidía plenamente con esta lectura. Para él,el trotskismo no ofrecía una estrategia viable para los pueblos oprimidos, sino una crítica permanente que,en los hechos, paralizaba la acción revolucionaria.
La negación de las etapas,el rechazo a la construcción del poder estatal y el desprecio por la alianza obrero-campesina convertían a esa corriente en un factor de desorganización,no de liberación.
La experiencia vietnamita confirmó esta visión.
La revolución en Vietnam solo pudo avanzar porque supo unir al proletariado urbano con las inmensas masas campesinas,construir un frente nacional amplio y desarrollar una guerra popular prolongada.
Nada de esto encajaba con los esquemas de la “revolución permanente” abstracta.
Por el contrario,coincidía plenamente con la línea marxista-leninista que Stalin defendió y que Ho Chi Minh aplicó creativamente a su realidad nacional.
Desde esta perspectiva, Stalin aparece en el pensamiento de Ho Chi Minh como un dirigente que comprendió algo esencial: la revolución no es un acto instantáneo ni una consigna eterna,sino un proceso histórico concreto,con etapas,alianzas y decisiones duras.
Combatir las teorías que negaban ese proceso era una tarea revolucionaria,no una desviación.
Hoy, cuando el trotskismo sigue presentándose como una crítica “desde la izquierda” a todas las revoluciones triunfantes,la coincidencia entre Ho Chi Minh y Stalin conserva plena actualidad.
Ambos entendieron que las masas reales —obreros y campesinos— son el sujeto de la historia,no las fórmulas abstractas.
Y ambos actuaron en consecuencia.
En la mirada de Ho Chi Minh, Stalin combatió la “revolución permanente” porque defendió la revolución real.
No la revolución imaginada desde la comodidad de la crítica eterna,sino la que se construye en condiciones adversas,con pueblos pobres,rodeados por enemigos poderosos.
Esa es la diferencia fundamental entre el marxismo-leninismo como práctica viva y las teorías que,aunque se proclamen revolucionarias,terminan sirviendo a la derrota.
☭🔸Lenin y Stalin en la memoria del proletariado mundial: una reivindicación desde Ho Chi Minh🔸☭
Hoy celebramos juntos la memoria de Lenin,padre del proletariado moderno,y reconocemos a Lenin y a Stalin como padres y jefes del proletariado mundial.
Esta afirmación,que Ho Chi Minh sostuvo con claridad y sin ambigüedades,no nace del culto a la personalidad ni de la nostalgia ideológica, sino de una lectura histórica concreta de las luchas del siglo XX y de las condiciones reales en que millones de hombres y mujeres comenzaron a emanciparse del yugo imperialista y capitalista.
Para Ho Chi Minh,Lenin fue el gran arquitecto de la revolución proletaria victoriosa.
No solo dirigió la Revolución de Octubre,sino que dio al marxismo un salto cualitativo al convertirlo en una herramienta práctica para la toma del poder.
Lenin demostró que la clase obrera no estaba condenada a esperar pasivamente el “madurar” del capitalismo, sino que podía organizarse, dirigir alianzas sociales y romper el orden burgués incluso en condiciones adversas.
Por eso,Ho Chi Minh veía en Lenin al verdadero padre del proletariado moderno: el dirigente que mostró el camino.
Pero Lenin no quedó solo en la historia.
Tras su muerte,la revolución no entró en una etapa de calma,sino en una fase aún más peligrosa.
Fue entonces cuando,según Ho Chi Minh,Stalin asumió la responsabilidad histórica de defender y consolidar lo que Lenin había iniciado. Reconocer a Stalin como padre y jefe del proletariado mundial no implicaba negar errores ni contradicciones, sino comprender su papel decisivo en la supervivencia del primer Estado socialista y en el fortalecimiento del movimiento revolucionario internacional.
Desde la mirada de Ho Chi Minh,Lenin y Stalin forman una unidad histórica.
Lenin abrió la brecha; Stalin la sostuvo y la defendió frente al cerco imperialista, el sabotaje interno y la amenaza fascista.
La industrialización de la Unión Soviética,la construcción de un Estado obrero fuerte y la derrota del nazismo no fueron hechos aislados: crearon las condiciones para que los pueblos colonizados de Asia, África y América Latina pudieran levantarse con esperanza real de victoria.
Para un revolucionario vietnamita,que luchó contra el colonialismo francés y el imperialismo estadounidense,esta no era una cuestión teórica.
Sin la existencia de la Unión Soviética leninista-stalinista, la causa de los pueblos oprimidos habría estado mucho más sola y mucho más expuesta.
Por eso Ho Chi Minh hablaba de Lenin y Stalin como jefes del proletariado mundial: porque su acción trascendió las fronteras de la URSS y tuvo impacto directo en la liberación de millones.
En tiempos actuales,donde el discurso dominante intenta separar a Lenin de Stalin para vaciar de contenido revolucionario al primero y demonizar al segundo,la posición de Ho Chi Minh resulta incómoda pero profundamente coherente. No hay Lenin sin continuidad histórica,y no hay continuidad sin quienes asumen la dura tarea de gobernar,defender y construir el socialismo en condiciones extremas.
Celebrar hoy la memoria de Lenin y reconocer junto a él a Stalin no es un acto ritual. Es afirmar que la revolución es un proceso histórico real, con dirigentes que asumieron responsabilidades gigantescas y pagaron el precio de enfrentar a un enemigo global.
Es reconocer que el proletariado mundial tuvo —y sigue teniendo— referentes que no retrocedieron ante la presión del imperialismo ni ante la crítica cómoda de quienes nunca construyeron poder.
Como decía Ho Chi Minh, recordar a Lenin y a Stalin es recordar que la emancipación de los trabajadores no es un sueño abstracto,sino una tarea histórica concreta.
Y esa tarea,ayer como hoy, exige claridad ideológica, unidad popular y dirigentes dispuestos a sostener la lucha hasta las últimas consecuencias.
🔸☭ Ho Chi Minh: Stalin un referente histórico en la lucha contra el imperialismo y el fascismo🔸☭
Para Ho Chi Minh,Stalin fue y seguirá siendo un referente histórico insoslayable.
No como una figura abstracta ni como un símbolo vacío,sino como un conductor esencial en una de las etapas más decisivas de la lucha mundial contra el imperialismo y su forma más brutal y abominable: el fascismo.
Esta valoración,expresada sin ambigüedades por el líder vietnamita,se apoya en hechos históricos concretos y no en lecturas complacientes del pasado.
Ho Chi Minh comprendía que el siglo XX fue un campo de batalla global.
De un lado, el imperialismo, el colonialismo y el fascismo; del otro,los pueblos,la clase obrera y las naciones oprimidas que buscaban abrirse camino hacia su liberación.
En ese escenario,Stalin encarnó, para millones,la firmeza necesaria para resistir y vencer.
La Unión Soviética bajo su dirección no solo sobrevivió al cerco imperialista,sino que se transformó en la principal fuerza material que derrotó al nazismo,salvando a la humanidad de una barbarie aún mayor.
Desde la perspectiva de Ho Chi Minh,esta victoria no fue solo militar.
Fue una victoria política y moral de los pueblos.
La derrota del fascismo abrió una nueva correlación de fuerzas a escala mundial, debilitó al colonialismo europeo y creó condiciones favorables para las luchas de liberación nacional en Asia, África y América Latina. Vietnam,como tantos otros pueblos,no fue ajeno a ese cambio histórico.
Stalin fue,en ese sentido,un conductor esencial porque entendió que la lucha contra el fascismo no podía separarse de la lucha contra el imperialismo.
Ambos eran expresiones del mismo sistema en crisis. Defender la Unión Soviética, industrializarla,fortalecer su poder militar y sostener la unidad interna no eran decisiones arbitrarias: eran medidas de supervivencia frente a un enemigo dispuesto a exterminar cualquier experiencia socialista.
Ho Chi Minh,que condujo una guerra prolongada contra potencias imperialistas muy superiores, reconocía en Stalin a un dirigente que no vaciló cuando la historia exigía firmeza.
No idealizó la dificultad ni negó las contradicciones, pero entendió que,sin dirección fuerte y sin un Estado capaz de resistir,el socialismo habría sido aplastado y los pueblos colonizados habrían quedado sin apoyo estratégico.
Hoy, cuando el discurso dominante intenta reducir a Stalin a una caricatura, despojándolo de su papel histórico en la derrota del fascismo,la posición de Ho Chi Minh adquiere un valor especial.
Recordar a Stalin como referente no significa negar debates ni complejidades, sino rechazar la manipulación interesada de la historia que busca desarmar ideológicamente a los pueblos.
Para Ho Chi Minh,la historia se juzga por sus resultados concretos en la lucha de clases y en la liberación de los oprimidos.
Y en ese balance,Stalin ocupa un lugar central como conductor de una victoria que cambió el rumbo del mundo y dio esperanza real a millones.
Por eso,concluir que Stalin fue y será un referente para la lucha antiimperialista no es una consigna vacía,sino una afirmación política e histórica.
Es reconocer que hubo dirigentes que,enfrentados al peor rostro del capitalismo, no retrocedieron.
Gloria eterna al victorioso Camarada Stalin,no como mito intocable,sino como símbolo de una época en la que los pueblos demostraron que incluso los enemigos más poderosos pueden ser derrotados cuando existe organización,dirección y voluntad histórica de vencer.
🔸☭ Stalin en la mirada de Ho Chi Minh y su capacidad de superar contradicciones como cualidad revolucionaria🔸☭
En toda obra humana existen contradicciones,límites y errores.
Negarlo sería negar la propia historia.
Pero para Ho Chi Minh,lo decisivo no era la ausencia de fallas —imposible en procesos revolucionarios de enorme complejidad— sino la capacidad de enfrentarlas, corregirlas y superarlas en función de los intereses históricos de las masas.
En esa clave,veía en Stalin una cualidad esencial: la firmeza para aprender de la experiencia y seguir avanzando cuando la historia no concedía segundas oportunidades.
Ho Chi Minh no fue un dirigente ingenuo ni un apologista acrítico.
Su valoración de Stalin partía de una comprensión profunda del carácter trágico y contradictorio de las revoluciones reales. Gobernar en medio del cerco imperialista,reconstruir un país devastado,industrializar a marchas forzadas y preparar a un pueblo para enfrentar al fascismo no eran tareas que admitieran soluciones limpias o caminos sin costos.
Para Ho Chi Minh,el criterio fundamental era otro: ¿se defendió la revolución?, ¿se protegieron las conquistas del poder obrero?, ¿se abrió un horizonte de liberación para los pueblos oprimidos?
Desde esa perspectiva,Stalin destacó por su capacidad de rectificación práctica.
No por la ausencia de tensiones,sino por la voluntad de sostener el rumbo estratégico aun cuando las circunstancias cambiaban.
La Nueva Política Económica, la industrialización,la reorganización del Estado soviético y la conducción de la guerra contra el nazismo fueron respuestas concretas a problemas concretos.
No recetas dogmáticas,sino decisiones históricas adoptadas bajo presión extrema.
Ho Chi Minh,que condujo una revolución en un país pobre,colonizado y mayoritariamente campesino,entendía bien esa lógica.
En Vietnam,como en la Unión Soviética,no había manuales infalibles.
Había que avanzar, equivocarse,corregir y volver a avanzar.
La grandeza de un dirigente revolucionario no se mide por la pureza abstracta de sus intenciones,sino por su capacidad de mantener el proceso vivo frente a enemigos poderosos y circunstancias adversas.
Por eso,para Ho Chi Minh, Stalin encarnó una cualidad decisiva: no paralizarse ante la crítica ni capitular ante el error.
En lugar de refugiarse en la comodidad de la denuncia permanente,asumió la responsabilidad histórica de conducir,decidir y cargar con las consecuencias.
Esa disposición a corregir sin abandonar el objetivo estratégico —la defensa y construcción del socialismo— fue, a sus ojos,una virtud revolucionaria mayor.
En el presente,donde abundan las lecturas que juzgan el pasado con criterios ahistóricos y exigencias morales descontextualizadas,esta visión resulta especialmente incómoda.
Pero también es necesaria. Las revoluciones no se hacen en condiciones ideales ni con sujetos perfectos.
Se hacen con pueblos reales, bajo presiones brutales,y con dirigentes que deben elegir entre opciones todas ellas difíciles.
Ho Chi Minh no negó las contradicciones de la obra de Stalin; las situó en su tiempo y las evaluó por su desenlace histórico.
Y en ese balance,la capacidad de superar errores,sostener la unidad y conducir a la victoria frente al fascismo y el imperialismo pesó más que cualquier juicio abstracto.
Esa es la lección que deja su mirada: la historia no avanza por la ausencia de contradicciones,sino por la capacidad de los pueblos y sus dirigentes de enfrentarlas sin renunciar al horizonte de emancipación. En esa capacidad de persistir,corregir y vencer,Ho Chi Minh reconoció una de las cualidades por excelencia de Stalin como conductor revolucionario.
Ⓜ️arcelo Rubéns Balboa ✍️
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